La Educación Sexual Integral volvió al centro de la escena porque el Gobierno nacional salió a atacarla luego de viralizar un fragmento que pertenece a Cometierra, uno de los cientos de obras que componen la bibliografía que la provincia de Buenos Aires  reparte en instituciones educativas, criticado por Javier Milei y Victoria Villarruel. Axel Kicillof volvió a defender esta política el último fin de semana. Pero, ¿qué se habla en las escuelas?

“Ese recorte que hicieron de Cometierra es para criticar desde una lectura biologicista de la sexualidad, cuando se trata de un libro que tiene un relato con violencia y sexualidad, porque la violencia y la sexualidad están en la vida de los adolescentes”, remarca Griselda Astudillo, referenta de ESI en la región educativa 25 que abarca a Olavarría, Azul y Tapalqué.

“Las estadísticas dan cuenta de que cuando la escuela brinda espacios de escucha y contención, con perspectiva de ESI, las y los alumnos pueden darse cuenta de ciertas vulneraciones de derechos que pueden estar atravesando”, afirma Mariela Bayarri, docente en el Jardín de Infantes N°917 de Almirante Brown.

Desde General Pacheco, y al frente del colegio Antonio Berni de gestión privada, Valeria Pita sostiene que en la “típica clase media argentina, prevalece la idea de que lo que sucede en la familia no se cuenta, que los trapitos sucios no se cuentan, y hoy, a través de la ESI, los pibes hablan de cosas que son secretas que los llevan a replantearse muchas cuestiones”.

En síntesis, se trata de un abordaje donde se ponen en valor los vínculos de confianza que se construyen, para que desde ahí los chicos pregunten. Porque, aseguran los especialistas, cuando terminan cayendo en buscar información en el influencer o tiktoker de turno, lo que encuentran es información errónea, llenas de mitos. Por eso importante desde escuela tener espacios de escucha.

Valeria Moreiras, bibliotecaria en la Escuela Primaria N°2 de General Rodríguez, en el oeste bonaerense, es clara: “La ESI implica un abordaje donde se pongan en valor los vínculos de confianza que se construyen, porque desde ahí es que los chicos encuentran la confianza y preguntan, porque quieren saber, sino terminan cayendo en buscar información en el influencer o el Tik Tok de turno, y lo que encuentran es información errónea y llenas de mitos”.

Las cuatro educadoras conversaron con Buenos Aires/12 y para todas el lugar de escucha que se genera en la escuela es de suma importancia, porque los chicos y chicas pasan, muchas veces, más tiempo en la escuela que con sus familias. Y, aseguran, es con una escucha con una mirada integral que emergen situaciones como abusos, acosos, violencia intrafamilar, la necesidad de acompañar una transición de género, temores, angustias y también frustraciones que no se pueden resolver en el hogar.

Por esto, todas defienden con vehemencia la ESI. Cuentan sus resultados y su rol, así como la legalidad de su aplicación producto de la ley sancionada en 2009. Piden que todos se tomen el tiempo de leer Cometierra, la obra de Dolores Reyes, que quedó en el ojo de la tormenta tas los tuits del presidente y la vicepresidenta de la Nación, la cual hace referencia a cómo una joven atraviesa el femicidio de su madre. Y aclaran que hay que seguir quebrando tabúes, porque el lenguaje de los jóvenes, por más incomode, no les esquiva a las palabras que se señalan como “pornográficas”.

“¿Vos te hiciste cargo?”

Alberto Sileoni está al frente de la Dirección General de Cultura y Educación y hace pocos días, conversó con este diario y explicó la naturaleza del libro en cuestión. “Es un libro multipremiado, traducido a una decena de lenguas, que enviamos a las escuelas para ser leído por chicos del ciclo secundario superior, o sea, chicos de 16 años en adelante y en el nivel terciario y que lleva una recomendación de que debe ser leído con la presencia de un adulto”, detalló.

La obra de Reyes relata la historia de una joven que transita el asesinato de su padre y su hermano, que no tenía plata ni para el pagar el cajón del entierro, que envuelven el cuerpo de su madre en una colcha y, en ese contexto desarrolla un don. Se trata de que, comiendo la tierra que tuvo contacto con una víctima, puede reconstruir lo sucedido. Así, el relato que se conoció del libro y se viralizó es, simplemente, el momento en que la protagonista describe su primera relación sexual consentida.

En la misma entrevista, Sileoni lamentó que muchos dirigentes “se escandalizan por una página de algún libro con contenido explícito, sexual fuerte, pero no se escandalizan de una situación que todos sabemos, que los chicos y chicas acceden a cualquier escena pornográfica a un solo click de computadora”.

Esa hipocresía, tal como la definió en el ministro, radica también en las alegorías sexuales que el propio Milei utiliza en sus discursos. Entre ellas, una de las más penosas para ser recordada, que es la de comparar al Estado con “pedófilo en un jardín de niños envaselinados”.

Villarruel, a quien no se le conoce ningún video sobre el robo de bebés en dictadura, subió a Instagram párrafos del libro y le exclamó a Kicillof: “¡Con los chicos NO!” Como respuesta a todo este escenario, el gobernador publicó una foto leyendo el libro Cometierra en su casa, a lo que Villarruel volvió a cuestionar la bibliografía mediante un video.

Tomando como ejemplo a las familias que en algunas ocasiones se acercan a la escuela para plantear diferencias sobre los métodos de enseñanza vinculados a la ESI, Pita, directora de una escuela privada en Pacheco, sostiene que muchas de las críticas “pasan por el tema de hacerse cargo de los chicos”.

“Cuando nos dicen que con los chicos no, ¿vos te hiciste cargo del chico?, ¿qué te genera tener un hijo que quiere decidir?”, lanza Pita entre preguntas. “La postura es ‘mejor no me entero’ o ‘mejor que no se note’”, resalta la docente. A su juicio, suele prevalecer una mirada respecto a que todo se le debe ocultar a los jóvenes y ellos tienen que ocultar lo que viven o transitan. “Tienen que ocultar de dónde viene la plata, cómo votan, de dónde son”, enumera.

Además, hay números que muestran, estadísticamente, la importancia de los ámbitos de escucha en la escuela. Y no son datos nuevos, lo que muestra que los resultados están demostrados hace tiempo. En enero de 2020, el Ministerio Público Tutelar de la Ciudad de Buenos Aires que depende del Poder Judicial de la Capital Federal, reveló que entre el 70 y el 80 por ciento de los niños, niñas y adolescentes de entre 12 y 14 años que pasaron por la Sala de Entrevistas Especializada del organismo pudieron comprender que fueron abusados después de recibir clases de Educación Sexual Integral.

Esta información la tiene presente Bayarri, que subraya que el ataque a la ESI radica en el desconocimiento. “Con las propuestas de enseñanza se trata de enseñarle a las niñas y a los niños formas de cuidarse y de cuidar a las y los demás, de reconocer su propio cuerpo, de saber que pueden contar con otras personas si se sienten mal, porque hoy tenemos la responsabilidad de anticiparlo, planificarlo, tal como se enseñan prácticas del lenguaje, matemática, ambiente social y natural, arte o literatura”, explica.

En sintonía con esta mirada, Moreiras, bibliotecaria en General Rodríguez, la aplicación de la ESI “da frutos”. “Hubo una disminución en los embarazos de adolescentes y tenemos relatos de chicos que pudieron reconocer y denunciar abusos después de tener una clase de ESI”, resalta.

Experiencias sobran

“Lo que se pone en juego cuando suceden estas cuestiones que escuchamos en estas semanas es una concepción de la sexualidad”, define Astudillo desde Olavarría. Y amplía: “La sexualidad que propone ESI es que no se puede escindir la sexualidad de las personas, porque la sexualidad nos atraviesa desde que nacemos, no solo va de la mano de una relación sexual, es cómo nos vinculamos con amigos, parejas, hijos, con nuestra espiritualidad, tiene que ver con nuestros entornos, donde vivimos, nuestras costumbres”.

Es concepción es la docente explaya para comprender la I de integral que compone las siglas de ESI. Cuenta que, en 2023, hubo un infanticidio en una escuela de la región. El distrito educativo decidió parar la pelota, hacer una autocrítica por anticiparse a la situación que derivó en un joven asesinado junto a su mamá por la pareja de la mamá. “A partir de la ESI, se hizo un parate para evaluar qué pasa con los vínculos violentos, el tema de los celos, conversar con las familias y otras escuelas”, cuenta Astudillo sobre aquellos días.

“Si pensamos la educación sexual sólo desde el acto sexual, cuando, en realidad, es una perspectiva de género, hace que las diferencias entre los géneros se transformen desigualdades y esa desigualdad puede llegar a una situación extrema”, señala la referente regional.

Astudillo indica que, desde la escuela, se acompañan situaciones de transición de género que “muchas veces son expulsados de su familia y no tienen trayectoria educativa”. También se puede dar lugar a esas conversaciones en los jardines, donde “a veces se trata de niño o niña trans y a veces no, pero es la escuela la que tiene el enfoque pedagógico que no tienen otros sectores para abordar la sexualidad”.

Por eso, remarca que, habiendo sido capacitadora docente de ESI, hay un importante valor en la perspectiva que hoy incorporan los maestros y maestras. “Nos pasó durante las capacitaciones que los docentes nos decían ‘si yo hubiera tenido este acompañamiento, sería otra cosa’, en relación a situaciones dolorosas que les tocó vivir”, recuerda. Incluso, “relatos muchos más fuertes, donde personas pueden ver a partir de la integralidad que fueron víctimas de situaciones de acosos o abuso”.

Sobre la lógica de situaciones que surgen durante las conversaciones con los alumnos, Pita describe la diversidad de problemáticas que se visualizan. “Aparecen cuestiones sobre cómo y cuándo se casaron los padres, el lugar de la madre en la sociedad, también se habla de los mandatos familiares como tener que estudiar abogacía porque el padre es abogado”, relata.

“Se problematiza si las mujeres pueden tocar la batería, si pueden jugar al futbol y por qué ganan menos”, señala. Desde su experiencia, “despierta que los pibes hablen y que, por ejemplo, puedan exteriorizar su orientación sexual a la familia”. Por eso, celebra que la Provincia brinde herramientas académicas que no vean la sexualidad únicamente desde la biología y traigan una lectura desde la filosofía y la antropología.

“La sociedad siempre tiende a segregar lo diferente y al diferente, por eso es la educación la que te tienen que traer una mirada de igualdad y contenedora”, apunta Pita.

Y en Almirante Brown, particularmente dentro del Parque Industrial de Burzaco, donde se encuentra el jardín en el que trabaja, Bayarri afirma que “desde la ESI se propone problematizar estereotipos”. Y lo ejemplifica: “Si un niño le dice a una niña ‘vos no podés jugar con la pelota porque es un juego de nenes’, antes que decirle que puede o no puede jugar a la pelota, les preguntamos a ambos: ‘¿por qué no podría una nena jugar a la pelota?’.

“Es una pregunta para problematizar que no determina las elecciones o decisiones respecto de con qué se puede o no jugar y que, al mismo tiempo, busca propiciar condiciones de igualdad”, subraya la docente.

A partir de la educación digital, señala que cuando se hacen los actos escolares o se toma la foto grupal para las familias, le enseñan a los chicos “que pueden decir que ‘no’ si no quieren ser fotografiadas o fotografiados, que ellas y ellos pueden decidir sobre esas cuestiones”.

Asegura que, cuando las familias se acercan a conversar respecto a la ESI y de lo que verdaderamente se trata, “se quedan más tranquilas e incluso confían mucho más en nuestro trabajo como docentes responsables”. “Responder a sus preguntas sobre la ESI es una forma de batallar también con todos esos miedos que se vienen instalando”, apunta.