El mar de fondo sindical tras las diferencias por la reforma laboral del gobierno de Cambiemos volvió a agitarse cuando el papa Francisco decidió no participar de la clausura del encuentro de dirigentes gremiales en el Vaticano, entre ellos líderes de la CGT y de la CTA. Para peor, al faltazo le siguió un reto. A través de una carta, el pontífice cuestionó a aquellos “que se dicen ‘sindicalistas’” pero que, sin embargo, “se ponen de acuerdo” con los empresarios” para dejar “miles de compañeros sin trabajo”.
La ausencia de Francisco en la foto que reunió a 300 sindicalistas de 40 países cayó como un baldazo de agua fría para muchos de quienes lo esperaban allí, en el Aula Nueva del Sínodo de la Santa Sede. “Tremenda desilusión”, tuiteó el titular de la CTA Autónoma, Pablo Micheli, quien junto con los triunviros de la CGT Juan Carlos Schmid y Héctor Daer, fue parte de la delegación argentina a pesar de las diferencias posturas sobre la reforma laboral argentina.
También estuvieron en el Vaticano los dirigentes de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP) Esteban Castro, hombres de fuerte cercanía al Papa argentino. De hecho, Juan Grabois fue uno de los que intentó poner paños fríos al faltazo papal y, a través de su cuenta de Twiiter, salió a contestarle a Micheli: “Tal vez Francisco la sienta (a la desilusión) por lo mal que muchos sindicalistas defienden a los trabajadores” o “tal vez tenía temas más urgentes”, escribió.
La excusa que envió el Papa fue que a último momento se vio obligado a ajustar sus preparativos para la visita apostólica que mañana iniciará en Myammar y Bangladés. Esa fue la explicación que envió a través del cardenal Peter Turkson, junto con la carta en que alertó a los dirigentes sobre el “individualismo colectivista”.
“No podemos ser ingenuos y pensar que el diálogo se dará naturalmente y sin conflictos”, consideró Bergoglio y los conminó a luchar contra la “plaga” de “la terrible corrupción de los que se dicen ‘sindicalistas’, y que se ponen de acuerdo” con sus empleadores y las condiciones que estos imponen sin “interesarse por los trabajadores”.
Las definiciones del Papa desde Roma resonaron en Buenos Aires en medio de la tensión entre los dirigentes gremiales que rechazan la reforma laboral y los que mantienen una postura dialoguista con el gobierno de Mauricio Macri, entre ellos los miembros del triunvirato cegetista presentes en el encuentro del Vaticano.
Ese sector de la CGT fue parte de las negociaciones con el Gobierno para modificar varios artículos de la reforma laboral que avanzó en el Congreso hasta anteayer, cuando un sector de la oposición en el Senado advirtió que sería mejor postergar su tratamiento hasta que aclaren las diferencias en la central obrera.
Es que la calma puertas adentro de la sede de la calle Azopardo no llega. Uno de los dirigentes más críticos a ese proyecto de ley que recorta varios derechos laborales es el camionero Pablo Moyano, quien en su última visita a Roma dejó en claro ante Francisco que varios sindicatos “estamos luchando contra la reforma laboral que se viene”.