A dos meses de la prohibición del uso de teléfonos celulares en las escuelas de la Ciudad de Buenos Aires, la evaluación de los expertos sobre la medida que desató polémica y reavivó debates sobre el uso de la tecnología en los colegios arroja datos positivos. En una primera evaluación, docentes perciben que han aumentado los niveles de atención por parte de los chicos, aunque también hay un porcentaje importante que señala que los alumnos se aburren más.

El secretario general de la Asociación de Entidades Educativas Privadas Argentinas (ADEEPRA), Perpetuo Lentijo, destacó por la 750 los avances logrados con la nueva regulación impulsada por el Ministerio de Educación porteño y sostuvo que es de vital importancia tomar consciencia de los riesgos del uso excesivo del celular.

“Creo que lo que debe alegrarnos es que estamos tomando conciencia de que el uso excesivo del celular no es inocuo. Tiene sus efectos. En muchos casos, el celular ha reemplazado al diálogo familiar”, afirmó. Y añadió: “Es cierto que, hoy en día, las familias atraviesan momentos en los que no hay demasiado tiempo para conversar, pero el celular ocupa un espacio que impide establecer con los chicos un diálogo”.

Según el estudio realizado en la Ciudad, tras dos meses de regulación, los docentes perciben que han aumentado los niveles de atención por parte de los chicos. Sin embargo, también hay un porcentaje importante que señala que los alumnos se aburren más en el aula.

Para Lentijo, esto no es de por sí una mala noticia, sino que, al contrario, lo que hace es abrir una nueva serie de desafíos por delante y obliga a que el sistema educativo reflexione por qué los alumnos se aburren cuando no cuentan con el celular.

Los resultados se desprenden de una encuesta realizada a 4.082 estudiantes y 150 docentes, todos de tercer año, además 40 directivos, en la que se buscó entender la percepción tanto de los estudiantes como de los educadores.

Entre las respuestas más importantes, se determinó que un 47 por ciento conversa más con sus amigos, un 41 por ciento se aburre más, un 22 por ciento se siente más tranquilo y un 17 por ciento juega más con amigos.