Si bien Boy George ya había venido a Buenos Aires como DJ, nunca lo hizo con la banda que lo disparó al éxito. Por eso, el anuncio del demorado debut en la Argentina de Culture Club, con su formación original, antes que generar alegría provocó apatía. Y esto causó desazón debido a que se trata de uno de los grupos insignias de la cultura pop de la primera mitad de los ochenta. Incluso la encuesta a pie de calle lo demostraba, pues muchos no llegaban a registrar a la agrupación; sí a su frontman, quizá más por los escándalos que por su música. Lo cierto es que aunque el cuarteto británico es un infaltable en la programación de FM Aspen, su cantante, antes de aterrizar en Ezeiza, preguntó por Twitter por qué ningún medio argentino lo quiso entrevistar, y se puso a disposición. Algunos periodistas locales contraatacaron por la misma red social y aseguraron que esa afirmación era falsa porque fue el propio grupo el que se negó a dar notas. 

De otra manera no podía ser la llegada al país de Culture Club. Y vino bien la llamada de atención porque lo que el grupo presentó en la noche del viernes fue tremendo. Además, sucedió en el estadio Obras, lo que le agregó una cuota de misticismo a la cuestión. Durante hora y media, y frente a tres mil personas, Boy George y los suyos, quienes preparan su sexto álbum para el 2018 (aunque el vocalista asomó por Twitter que dejará el grupo tras la gira), desenfundaron su artillería de hits. Los londinenses largaron nada menos que con el nothern soul “Church of th Poison Mind”, al que le secundó el primer campanazo festivo: el new wave remojado en calypso “It’s a Miracle”. Antes el cantante de 61 años saludó al público, al tiempo que advertía que se venía una celebración y que hablaba un poco de todo menos español. Cuando llegó el turno de “Tumble 4 Ya”, en la pantalla que se encontraba detrás de ellos comenzó a correr el video de la canción. Lo que denotaba, sin pudor alguno, el tenor nostálgico que envolvía al show. 

Pese a que el tiempo no perdona al cuerpo, lo que evidenciaban los músicos de la agrupación, quienes ya no lucen las figuras delgadas y marcadas de sus videos, es generoso con las canciones. Sobre todo con las buenas. Y “Tumble 4 Ya” no sólo lo es, sino que también es una magnífica muestra del concienzudo acercamiento de Culture Club a los ritmos antillanos. Lo mismo demostró “Everything I Own”: Si bien el tema seminal es una balada de David Gates, el jamaiquino Ken Boothe, quien brindó la semana pasado en Niceto Club un show histórico, lo resignificó de tal manera que se cree que su versión en clave reggae (la misma en la que se inspiró Boy George para su cover) es la original. Acto seguido, el cuarteto fundado en 1981 apeló a su veta new romantic en “Time (Clock Of The Heart)”, y presentó un estreno: “Different Man”. Después vino otro funk, aunque más arriba: “Miss Me Blind”, donde el guitarrista Roy Hay relucía su gran manejo del instrumento, acompañado por una base rítmica excepcional: el bajista Mikey Craig y el baterista Jon Moss. 

Ni hablar de los sesionistas que los acompañaron. No obstante, de entre el tecladista, los caños, el percusionista y la segunda guitarra, lo mejor fue la terna de coros. Dos negras y una latina pusieron contra las cuerdas a George, cuya voz supo madurar dignamente, en el cover de “Can’t Always Get What You Want”, de los Stones, y en la intro de “Do You Really Want to Hurt Me?”, al que George presentó como “un tema al que nadie le auguraba éxito”. El primer single de la banda, más allá de su sonido blanqueado, ayudó a introducir a toda una generación en el reggae, mientras su intérprete se tornaba en icono glam a partir de su aspecto andrógino. Aunque hoy luce cambiado, el frontman no deja de provocar. “Son hermosos y complicados como el mundo”, dijo tras “War Song”. Luego volvió al escenario, con su tercer cambio de ropa, para el cierre con el mega hit “Karma Chameleon” y dos estupendas versiones: “Purple Rain”, de Prince, y “Get it On”, de T. Rex. Metáfora de una agrupación que supo hacer del pop un lugar incómodo.