Próximos a diciembre, el Gobierno parece llegar sin zozobras, incluso gozando de cierto éxito, con variables financieras que le sonríen, y aprobación en las encuestas. Hasta algunos analistas críticos comenzaron a repetir el mantra “¿y si sale bien?”. Nos plegamos, con un añadido: ¿y si sale bien mal?
En el Presupuesto 2025 se espera que en 2024 el PIB caiga 3,8%, y al año siguiente crezca 5%. Pasar de casi - 4 a +5 es rebote estadístico puro. Ya hemos visto variaciones más espectaculares, como el -11 a + 12 pandémico. La economía argentina dejó de crecer hace una década, y ningún gobierno ha podido revertir esta situación. Solo se han alternado años que se compensan entre sí.
El economista polaco Michal Kalecki advirtió los ciclos políticos. Los gobiernos tendrían incentivos a aumentar el gasto en los años electorales. Con Milei, el goce del “plan platita” de Massa fue reemplazado por el masoquista “plan motosierra”. Una alteración del ciclo político de Kalecki, la versión del subdesarrollo: el ciclo político a lo Milei es tirar abajo la economía en un año no electoral, para que al año siguiente, contra la comparación estadística, todo parezca resplandecer. En esta versión avara, en vez de expandir en el año dos, buscaron contraer en el año uno.
Más allá de este truco óptico, cabe preguntarse cómo responderá la economía al pasar de -4 a +5. Cuando arranque a andar la calesita, el caballito de la inflación al que se ha subido el gobierno, para su sorpresa, comenzará a moverse, de forma inoportuna, justo cuando tiene que agarrar la sortija electoral.
Tal es el desconcierto libertario para diagnosticar la inflación, como un niño ignora los mecanismos que encierra una calesita. Se jactan de negar la multicausalidad, aferrándose a la explicación monetaria-planista: “la inflación es siempre y en todo lugar un fenómeno monetario”. Frase de filminas, de la que se burlaba Julio Olivera, al decir que eso era tautológico en las economías monetarias. En cambio las causas podían ser reales, es decir, no monetarias.
Si hay desinflación, debería verse también en la base monetaria, pero ha pasado todo lo contrario. De hecho, se ha expandido más que en los gobiernos anteriores. Todavía no terminó el primer año de Milei y la base ya lleva 253% de crecimiento, contra una inflación acumulada de 107%. El gobierno se quedó sin explicación. Salvo que empiece a imputar rezagos más largos, en ese caso el mérito sería del gobierno anterior.
Si tomamos otros agregados es peor. La actual expansión del crédito sin sustento en los ingresos deprimidos encontraría una férrea resistencia en Alberdi y los austríacos, pues para ellos engendra otra crisis.
El truco de la moneda está en la recesión, el cepo y el tipo de cambio apreciado. Si después de la gran devaluación los ahorristas vendían sus dólares para ganar, ahora los venden para no perder. El blanqueo más que la dolarización desató la licuación de los dólares. Si liberan el resorte del cepo, puede que choquen la calesita.