Marcelo Rodríguez Scilla cuenta que un día de 1989 le llevó una obra suya a Astor Piazzolla. La había llamado "El ángel vive". Por entonces, la figura de un niño alado custodiaba la música y la imagen de Piazzolla – también gracias a los dibujos de Hermenegildo Sabat– y su supervivencia tenía que ver con aquella afirmación del mismo bandoneonista de que su obra se escucharía también en el año 3000. “Más allá de la anécdota, El Ángel Vive es un proyecto integral que lleva 38 años recorriendo el mundo con la música de Piazzolla”, dice ahora Rodríguez Scilla a Página/12.
El sábado 23 a las 21, en la Sala Caras y Caretas de Sarmiento 2037, Rodríguez Scilla, al frente de la Camerata Porteña, ofrecerá un recorrido por composiciones de Piazzolla que abarcan 40 años de su trabajo. “Se podrán escuchar obras de una estructura y formas musicales muy diferentes entre sí, como 'Verano Porteño' y 'Onda Nueve' o la 'Milonga del Ángel' y 'Oda para un hippie'. También haremos varias páginas cantadas, con Guillermo Ibáñez que es parte de la Camerata Porteña desde hace ya casi 20 años", anticipa el director sobre el repertorio a que sumará algunas de sus composiciones.
“En realidad, más que un homenaje a Piazzolla, El ángel vive es un homenaje a los músicos. Para nosotros el mejor homenaje es tener la obra de PIazzolla a mano, interpretarla toda vez que podamos y seguir difundiéndola por todos los lugares posibles”, asegura Rodríguez Scilla. De aquella pieza inicial que da nombre al concierto, el compositor desarrolló una suite. “Después de esa primera composición que le regalé en el ’89 a Piazzolla, pensé que podría ser muy interesante contar su vida musical con una obra integral que relatara con música hitos de esa vida”, dice Rodríguez Scilla. Así creó la suite que se articula seis momentos: “Pichuco”, “Nadia”, “Sueño tango”, “Lo que vino”, “Agitación” y “El ángel vive”.
–¿Qué buscabas, en cuanto a sonido y musicalidad, cuando formaste la Camerata Porteña?
–Desde su fundación, la Camerata Porteña tuvo tres objetivos centrales: tocar la música de Piazzolla, especialmente obras que el propio Piazzolla no tocaba mucho en vivo; hacerlo con un estilo de arreglos e interpretación que buscaran una sonoridad más sinfónica y, por último, tocar en todos los conciertos composiciones propias. Busqué músicos de formación académica, para tener el mismo cuidado que le damos a las obras de compositores del barroco y del clasicismo. Desde ahí buscamos un sonido propio, un sello distintivo.
–¿Qué caminos dejó abiertos Piazzolla con su música?
–Creo que el camino a seguir para la música ciudadana es tomar de Piazzolla lo que es fundacional e irreemplazable de su creación, eso que no podemos ni debemos evitar, como no lo hacemos con las renovaciones que impusieron en sus momentos Bach, Beethoven, Chopin o Debussy. Sobre esto hay que ser muy creativos para poder despegarse de su forma y su estilo y no caer en la tentación de utilizar clichés o estereotipos de su música. Es fundamental crear nuevas obras con un lenguaje diferente. Sustancialmente el legado de Piazzolla tiene que ver con seguir la renovación, con buscar nuevas metas, nuevas formas musicales, intentar seguir evolucionando.
–¿Cómo explicarías la vigencia de la música de Piazzolla?
–Es enorme en todo el mundo. Grandes solistas de diversos instrumentos, músicos de jazz, orquestas de cámara y sinfónicas de renombre internacional tocan y van a seguir tocando su música, seguramente cada vez más. Posiblemente hace quince años su auge no tenía esta magnitud. De todas maneras tenemos que seguir trabajando intensamente para que su obra sea bien interpretada. Muchas veces sucede que buenos músicos no la interpretan correctamente, no acentúan ni realizan las articulaciones propias de su estilo, de los giros melódicos y cambios rítmicos repentinos que están en casi todas sus músicas. Me parece lógico que sea así, todavía no se han terminado de codificar las bases de su estilo. Piazzolla es un compositor muy reciente, que creó un estilo propio y sumamente particular. Hay mucho para estudiar, analizar y ensayar tanto técnica como interpretativamente para poder tocar bien su obra.
–La Camerata Porteña tiene una gran experiencia a nivel internacional. ¿Qué significa rendir homenaje a la música de Piazzolla dentro de Argentina?
–Tocar en Argentina y especialmente en Buenos Aires significa mucho para nosotros porque nuestra música nació y es de acá, porque lo más trascendente tanto en la música de Piazzolla como en nuestras composiciones es el sentimiento. Hacía ya unos años que por diferentes motivos no tocábamos en Buenos Aires. Sentíamos que ya era tiempo de retomar el aire fresco de casa. Venimos de hacer largas giras internacionales y conciertos en ciudades del interior de la Argentina. Estoy seguro de que nuestro público de Buenos Aires va a disfrutar mucho este concierto porque vamos a tocar un repertorio muy atractivo, producido e inspirado por un artista que es ejemplo continuo de creatividad, esfuerzo, perseverancia y de lucha permanentes.