Vagamente recordada de viejos catecismos, queda la idea de que el demonio es inherente a nuestra realidad. Anda por ahí, inspirando rencores y actos que van de diabluras infantiles a holocaustos adultos. En este balance, el mandinga está para sacarnos lo peor, para habilitarnos en eso de ser impecables y cariñosos padres de familia que bombardean niños ajenos porque es nuestro trabajo. 

Un deber hum