László Krasznahorkai no es un escritor fácil. Empezando, claro por la dificultad de pronunciar correctamente su apellido. Lo esencial pasa por su escritura críptica y formalmente distópica, que obliga a una lectura atenta a las digresiones y derivas narrativas del escritor húngaro. Pero el esfuerzo vale la pena, porque Krasznahorkai es uno de los autores más originales de la literatura europea actual. 

Del autor de Tango satánico (1985) y La melancolía de la resistencia (1989), llevadas al cine por el notable cineasta Béla Tarr, se conoce ahora, gracias a la bella edición del sello Sigilo, El último lobo. A diferencia de aquellas, ésta es una novela breve. También hipnótica. Se la lee sin pausa ni respiro. La "trama" es sencilla y ligeramente absurda: un filósofo se obsesiona con la historia de la muerte del último lobo de Extremadura, a la que accedió a partir de una misteriosa invitación a un viaje por España. No se puede adelantar mucho más. 

Susan Sontag definió a Krasznahorkai (reciente ganador del Premio Formentor de las Letras)​ como "el maestro húngaro contemporáneo del apocalipsis", y lo comparó con Gogol y Melville. Pero László señala que su héroe literario es Kafka y que lo sigue permanentemente. Algo de todo eso está en El último lobo que, despliega, de todos modos, un estilo que es absolutamente personal.