“El mundo debía ser más grande de lo que siempre había creído para que pudiera desaparecer tanta gente”.
Dolores Reyes. Cometierra.
Violencia vicaría es el nombre de un tipo de violencia capaz de superarse en crueldad. Ocurre cuando para destruir a alguien, generalmente una mujer, se ataca o mata a lo que más ama. Generalmente sus hijxs.
El ISAP (inexistente síndrome de alienación parental) es un modo sofisticado de ejercer esa y otras violencias, no por pura ambición teoricista sino con el fin de proveer de herramientas pseudo científicas a terapeutas cómplices y a la Justicia. Vengo señalando que el lenguaje es performático: hace existir cosas, pero también tiene la capacidad de hacerlas des-existir. El ISAP es un modo de producir una desaparición, la desaparición de una verdad. Hay palabras que agujerean el lenguaje, hay lenguajes diseñados para alimentar la crueldad. Hay un silencio en el que viven las cosas que aún no tienen nombre, y hay un silencio en el que viven las cosas que se prohíben, censuran, amenazan. Ese segundo silencio es un silencio ruidoso.
Las madres protectoras son neutralizadas como resguardo de sus hijxs y puestas en el banquillo. También muchxs profesionales comprometidos en la escucha y tratamiento del sufrimiento de infancias y adolescencias abusadas y vulneradas. Así es el patriarcado de creativo. Así es el patriarcado de cretino. Este patriarcado engordado de fascismo redobla la apuesta, expande la violencia. Estamos peleando en varios frentes, intentando preservar lenguajes, palabras, libros enteros, derechos, nombres para cada cosa.
Unx niñx que denuncia haber sido abusadx tiene que dar testimonio de ese brutal trauma. Su palabra, su síntoma, su silencio, su forma particular forma de hacerlo puede ser interpretada y leída. Unx niñx cuyo padecimiento es despojadx de escucha y de crédito encuentra que la trampa es absoluta, la indefensión es radical. La violencia institucional que se despliega lx deja en completa inermidad.
Como profesionales del campo de la salud mental advertimos que la revictimización de lxs niñxs y sus madres en nombre de saberes y teorías espurias tiene consecuencias estragantes, son fuente de daño, indefensión y muerte.
Lxs profesionales del campo de la salud mental decimos NO en nuestro nombre.
Vamos a decirlo todo lo que haga falta: no existe la memoria implantada. Ninguna inteligencia humana ni artificial puede alterar nuestros recuerdos. Cualquier propuesta científica o técnica que se propone desposeer a la memoria humana de su valor de verdad, desconocerla como índice de verdad, es arrasadora y deshumanizante.
El ISAP es una mordaza perversa diseñada para producir impunidad, paraguas para abusadores y pedófilos. Es negacionismo pseudo teórico. Patologizar la denuncia de las infancias y adolescencias es violencia. La más perversa de todas, la que está dispuesta a hacer de la fragilidad humana carne para la venganza y campo abierto para la impunidad.
Perversa y pedófila es la "justicia" que lo permite y ampara, implantando ella sospecha en aquellxs a quienes debería preservar.