En el marco de las Primeras Jornadas de Educación Digital organizadas por la Provincia de Buenos Aires -por cierto, una excelente iniciativa- participé en un panel sobre “Ciudadanía digital”. De esa experiencia y las discusiones surgió una reflexión que me pareció relevante para compartir en este espacio. Estamos en un momento en que la educación y las tecnologías digitales convergen en las aulas y debemos pensar en formar no solo usuarios, sino ciudadanos críticos y conscientes en un entorno marcado por la creciente automatización. El modelo que nos traen hoy las plataformas de modelos de lenguaje generativos de uso generalmente individual, de aprendizaje automático y de poca o casi nula reglamentación y transparencia, contrasta con una historia en la web, en la cual plataformas colaborativas que construyen comunidad tienen décadas de desarrollo y un aporte fundamental en el campo pedagógico.

Modelos colaborativos en la era digital

Sitios como Wikipedia, Khan Academy y OpenStreetMap comparten un enfoque que prioriza la participación activa y la creación de contenido ético, reflejando el poder de la colaboración humana en la construcción del conocimiento. Estas experiencias se destacan por funcionar gracias a comunidades globales que acompañan y actualizan contenido de forma conjunta, fomentando un aprendizaje activo donde los aportes son revisados por múltiples usuarios, dependiendo del trabajo humano y permitiendo una diversidad de perspectivas con un enfoque ético en la creación de contenido.

Allí la revisión por pares asegura un proceso riguroso, con acceso público al historial de ediciones lo que fomenta la rendición de cuentas y la confianza en el contenido.

También encontramos en ellas, normas Internacionales de funcionamiento, basadas en principios sólidos que garantizan la calidad y la verificabilidad del contenido, pero quizás lo más destacable es que estas evolucionan por acción humana, mejorando con la participación constante de usuarios. Aunque enfrentan retos, como la sostenibilidad del trabajo voluntario, su enfoque comunitario las convierte en modelos robustos frente a la automatización.

La IA Generativa: autonomía y expansión

En contraste, la inteligencia artificial ha impulsado herramientas como ChatGPT, Gemini o Copilot. Estos modelos utilizan redes neuronales avanzadas para generar texto de manera autónoma y, aunque ofrecen respuestas rápidas y adaptativas, se desarrollan en un ecosistema gestionado por empresas privadas, con objetivos comerciales que priorizan la innovación tecnológica por sobre la transparencia y el acceso abierto. Funcionan mediante modelos de aprendizaje profundo, generando respuestas sofisticadas, pero fomentando un consumo pasivo que aleja a los usuarios de un papel crítico.

El funcionamiento a modo de “caja negra”, dificulta la comprensión de cómo se generan respuestas y se gestionan los sesgos, lo que limita la capacidad de evaluar su contenido, pudiendo producir información que, aunque plausible, es incorrecta o que carece de base verificable, algo particularmente riesgoso en la educación.

Paralelamente la regulación sobre el uso de IA en la generación de contenido es limitada, dejando a usuarios e instituciones en un terreno incierto sobre la responsabilidad y ética.

Finalmente, es fundamental destacar que estos modelos se mejoran a través del aprendizaje automático, procesando grandes volúmenes de datos muchas veces sin intervención humana. Aunque esto permite su evolución constante, contrasta con los modelos colaborativos, donde la revisión humana garantiza la calidad y la construcción de comunidad.

Educación y alfabetización mediática: un llamado a la reflexión

La alfabetización mediática en la era digital debe enseñar a entender cómo se genera la información, no solo a consumirla. Tanto las plataformas colaborativas como las basadas en IA tienen un lugar en las aulas, las primeras fomentando la articulación y la investigación, mientras que las segundas ofreciendo acceso rápido a la información, pero deben usarse con discernimiento y bajo supervisión crítica.

La educación debe enseñar a aprovechar lo mejor de ambos mundos: el poder comunitario de las plataformas colaborativas y la capacidad adaptativa de la IA. No se trata solo de integrar tecnologías, sino de formar ciudadanos que cuestionen, participen y decidan cómo la tecnología influirá en sus vidas y en la sociedad. Este enfoque ayudará a valorar la inmediatez, pero también a poner de relevancia la participación y colaboración en la construcción del conocimiento, promoviendo aprendizajes más conscientes y responsables.

* Doctor en Comunicación. Experto en medios, tecnologías y educación orientadas a la IA. Profesor FPyCS UNLP. @sebanovo.ok