Es un libro y es mucho más que un libro a la vez. Es la síntesis de dos vidas cruzadas por el lente de una cámara: la del artista, por un lado, y la del fotógrafo, por el otro. The King Is Gone contiene decenas de fotos de B.B. King, en su mayoría inéditas, que fueron tomadas por Jota Moreno Martínez durante las visitas que el Rey del Blues hizo a la Argentina entre 1992 y 2010. Las fotos están acompañadas por una biografía del músico y una selección de sus frases más célebres, que fueron recopiladas por Ailín Moreno Martínez, la hija del autor.

El libro, cuyos textos están en español e inglés, tiene una edición de lujo: tapa dura, encuadernado tejido y papel ilustración, con dos portadas diferentes, que quedan a elección del comprador, y viene con una fotografía para enmarcar firmada con sello de autenticidad.

El próximo miércoles 27 de noviembre, Jota Moreno Martínez lo presentará en Thelonius Club (Nicaragua 5549, Palermo) en lo que promete ser una velada a puro blues, porque además de recorrer las páginas del libro y las historias detrás de las fotos, habrá música en vivo de la mano del gran guitarrista Juanma Torres.

En un reciente posteo en Instagram, el autor explicó cómo fue el proceso de armado y edición del libro: “Primero realicé la selección de fotografías y elegí dos para crear dos opciones de tapa. Luego, pasé al diseño y al armado del libro, compaginando las fotografías con los textos biográficos que se incluyen allí. Por último, pasamos a la imprenta en donde todo lo digital se vuelve real y así nació el libro físico”. Pero detrás de esa explicación técnica hay una larga historia de amor al personaje y su música.

Jota Moreno Martínez llegó al blues como lo hicieron la mayoría de sus contemporáneos. En el ocaso de los '60, como buen adolescente inquieto, solía viajar desde Banfield, donde vivía, hacia el centro porteño, atraído por las luces de neón y el movimiento. No tenía más de 14 años cuando en una galería ubicada sobre la calle Esmeralda, entre Tucumán y Lavalle, se topó con una disquería que vendía y canjeaba discos. Allí, atraído por la portada, se compró un LP de blues del que ahora no recuerda el nombre. Fue la llave que abrió la puerta a un universo hasta ese momento desconocido para él. Ese disco no era de blues estadounidense, sino que contenía canciones de los maestros del blues inglés como Alexis Korner y John Mayal, entre otros.

La curiosidad lo llevó a explorar más sobre el género, y al tiempo descubrió a Muddy Waters, Howlin’ Wolf y B.B. King. A través de revistas de la época y un LP que estaba en malas condiciones, Jota Moreno Martínez comenzó a meterse en el mundo del guitarrista oriundo de Indianola, Mississippi, que iba mucho más allá de la música. “Su historia de resiliencia me convenció y me conmovió. Éste hombre que había nacido en una plantación de algodón y vivía en una cabaña con los padres, un día salió de la casa cuando apenas tenía 6 años, y se encontró con cuatro o cinco personas de color colgadas… Me imaginé lo que habrá sido para ese niño haber visto esa imagen dantesca”, contó el autor.

El libro comenzó a gestarse hace tres décadas, aunque él todavía no lo sabía. Fue el día que tuvo a su ídolo a pocos metros, escenario de por medio. Eso ocurrió en la tercera visita de B.B. King a la Argentina, cuando se presentó en Obras en 1992. Jota Moreno Martínez tomó allí sus primeras fotos de artista, algunas de las que ilustran las páginas del libro. Años después, en otra de las giras que hizo el guitarrista a la Argentina, en 1998, pudo conocerlo personalmente en el Gran Rex.

“Siempre fui bastante arrojado, atrevido, y me mandé para el lado de los camarines. Nadie me detuvo porque pasé con decisión y además tenía una acreditación de prensa. Golpeé suavemente y abrí la puerta. Entonces me encontré con B.B. King que estaba sentado, todo transpirado, a un metro de mí. Me puse muy nervioso y no me salía ni una palabra en inglés. Me saqué la mochila donde tenía mi equipo de fotografía y le acerqué unas fotos que le había sacado en la presentación anterior. Le pedí si me las podía autografiar y él me dijo que sí. Las empezó a ver y me felicitó. Me dijo ‘wonderful work’ y me hizo el gesto de aprobación con el pulgar hacia arriba”, relató Moreno Martínez.

“Saqué una birome Bic, de esas azules con capuchón blanco, que era la que llevaba conmigo, y se la di para que me firmara las fotos. Lo hizo y cuando terminó me pidió si le podía regalar la Bic. Eso me generó una especie de ternura y, por supuesto, se la di. Él se la guardó adentro del bolsillo del saco y se tocó el corazón como si yo le hubiera regalado una lapicera de oro. Eso, de alguna manera, también me indicó la clase de persona que era, súper humilde, sencilla y recontra agradecida”, concluyó.