No por conocida, la propaganda no deja de erizar la piel. En el spot televisivo, dos chicos encuentran en la calle un pasaporte de un ciudadano alemán que -infieren- había venido a ver el Mundial de fútbol de 1978 que semanas después se celebraría en Argentina. Los chicos acuerdan que lo mejor es devolverlo. Corte. Aparece Carlitos Balá, en primer plano y mirando a cámara. “Hermoso ejemplo, ¿verdad? Digno de ser imitado por todos. Sí, por todos. Por usted señora, por usted señor, por mí y por ustedes también muchachos, porque hay que demostrarle al mundo cómo somos los argentinos”, invitaba el humorista con una gran sonrisa. Esa campaña propagandística realizada por la dictadura militar marca el comienzo de Argentina ´78, la minuciosa serie documental que el miércoles 27 estrena Disney+ y que profundiza en los aspectos políticos que rodeó a ese Mundial que fue celebración y horror al mismo tiempo, sin dejar aspecto sin analizar.

Cuarenta y seis años después de haberse realizado, el Mundial de fútbol de Argentina sigue siendo objeto de investigación y análisis. La evidente utilización del evento deportivo de parte de la dictadura militar, sumada a la suspicacias que se generaron alrededor de la consagración del equipo albiceleste, mantienen vigente cierta mirada crítica y necesaria sobre uno de los mundiales más oscuros de la historia. Entre la celebración y los desaparecidos, entre los goles y los atentados, entre la euforia y la tortura, entre la épica futbolera y las sospechas, Argentina ´78 es una exhaustiva serie documental que despliega un impresionante material de archivo, distintas recreaciones y entrevistas exclusivas a los múltiples protagonistas que rodearon a ese mes vivido entre papelitos y picanas.

Argentina ´78 es una producción de Pampa Films, basada en el libro 78: Historia oral de un Mundial, del periodista Matías Bauso. Estructurada en cuatro episodios, la serie tiene la virtud de ahondar en el trasfondo político y social en el que se desarrolló aquel Mundial, pero sin descuidar el aspecto deportivo que llevó a la Selección Argentina a alzarse con la primera estrella. Entrelazando ambos universos, consciente de que esos mundos a priori distantes se cruzaron constantemente durante la competencia, la producción audiovisual gana en interés y emocionalidad al adentrarse no solo con la historia oscura detrás del torneo sino también por contar “secretos” desconocidos en relación a lo estrictamente futbolístico.

 

Si bien se realizaron numerosas diversas producciones audiovisuales alrededor del Mundial `78, la de Disney+ destaca por el enorme material de archivo de la época del que se apoya para contextualizar una época de contrastes, silencios y complicidades. Lo que pasaba en la calle con la gente, los entrenamientos de la selección de César Luis Menotti, lo que se publicaba en el exterior y lo que se decía en la radio, la prensa gráfica y la televisión argentinas: imágenes que todas juntas, con la posibilidades de tiempo que permite una producción seriada, pintan con todas sus contradicciones lo que se vivía en el país en el Mundial de los años de plomo.

El otro punto en el que Argentina`78 se diferencia de otras realizaciones es por la enorme cantidad y calidad de los entrevistados, cuyos testimonios complementan, profundizan y contextualizan cada uno de los distintos aspectos en los que hace foco el documental. Así, a lo largo de sus episodios Argentina ´78 aborda el interés propagandístico que vislumbró la dictadura para organizar un evento de la magnitud planetaria de un Mundial, la interna en la Junta Militar entre Eduardo Massera y Jorge Rafael Videla para “adueñarse” del Ente Autárquico del Mundial 78 (EAM78), la decisión política de acción de Montoneros durante el torneo, la censura y autocensura que imperó en aquél tiempo en la prensa argentina, la redacción montada en la Escuela de Mecánica de la Armada para abastecer de “notas” a los grandes medios, las decisiones técnicas y estratégicas de César Luis Menotti, el sospechado y recordado partido contra Perú, la estoica lucha de las Madres de Plaza de Mayo, entre otras cuestiones que tiñeron aquel evento deportivo en el que fútbol, política y muerte unieron sus lazos como nunca antes.

Los testimonios de los ex jugadores Daniel Passarella y Mario Kempes y el del mismo Menotti (en su última entrevista en video antes de su muerte) hacen foco en cómo les afectó a ellos el clima social y militar en el que tuvieron que defender los colores argentinos dentro de la cancha de fútbol. El mismo Menotti cuenta que, tras el golpe y la intervención de la Asociación de Fútbol Argentino de parte de la dictadura, estuvo a punto de dejar de ser el entrenador de la selección nacional, ante cierta disconformidad sobre su figura que algunos jefes militares esbozan por lo bajo. “Fui  con la renuncia en la mano a verlo al interventor Alfredo Cantilo", cuenta el DT en la serie. "Me dijo: 'Sé lo que trae ahí: la renuncia’. Casi me muero. Sacó una carpeta, la que yo había presentado cuando asumí, y me dijo: ‘lo único que es serio y sirve en esta asociación es esta carpeta. Y yo la voy a avalar y respaldar. Vamos a intentarlo’”.

La realización del mundial puso en evidencia la tensión que existía entre Videla y Massera, que era el militar más entusiasmado con mantener a Argentina como sede. No solo por el valor propagandístico que podría tener, sino porque se trataba de la oportunidad de hacer un gran negocio. La creación del EAM78 tuvo un acuerdo salomónico: como presidente fue designado el general Omar Actis, que respondía al Ejército, y como vice fue Carlos Lacoste, cercano a la Marina. El asesinato de Actis le permitió a Massera salirse con la suya y Lacoste pasó a ser el hombre fuerte de EAM78. La construcción de tres estadios nuevos (Mar del Plata, Córdoba y Mendoza), más la remodelación de otros tantos y la construcción de la planta transmisora a color para el exterior, elevaron el presupuesto de 70 millones a 700 millones de dólares. “No hubo rendición de cuentas y los números del EAM nunca quedaron claros. Y hubo sospechas ciertas y bastantes fundamentadas de que hubo grandes actos de corrupción en la ejecución de todas esas obras”, cuenta Bauso en el documental.

El Mundial en Argentina se inauguró el 1º de junio de 1978. El periodista holandés Frits Barend cuenta que ese día fue a la Plaza de Mayo para ver qué pasaba más allá de la pelota, a sabiendas de las cada vez más numerosas denuncias sobre desaparecidos que se informaban en Europa y casi no se publicaban en Argentina, con excepción el Buenos Aires Herald. “Era una tarde no laborable -recuerda- y todos en Argentina dejaron de trabajar a las 13 para ver la ceremonia inaugural. Entré a la Plaza de Mayo a las 16 y era muy raro porque no había nadie, ni autos. Era el único en el lugar. Hasta que, de repente, aparecieron desde cinco o seis calles diez o quince mujeres. De inmediato reconocí que eran las “madres locas”. Después, también aparecieron cinco o seis jovenes que me dijeron que las mujeres eran prostitutas que solo querían acostarse conmigo, que no les creyera nada”.

 

Taty Almeida, Nora Cortiñas y Enriqueta Rodríguez participan de Argentina `78 con sus testimonios, comentando cómo fueron aquellos comienzos de la organización de Madres de Plaza de Mayo. “Una de las cosas que no se pueden hacer cuando se implanta el estado de sitio es que más de 3 personas puedan estar juntas. Entonces, la misma policía nos decía ‘vamos, caminen de a dos’. Y así fue se se inició la primera ronda de todos los jueves”, explicó Taty. El periodista holandés Jan Van Der Putten fue quien tomó el histórico testimonio de las Madres reclamando por el paradero de sus hijos en la Plaza y que fue clave para para romper el cerco informativo que la dictadura implantó en la prensa local. “Comencé a hacer la ronda y hablar con ellas, simplemente para provocarlas un poco. No fue necesario provocarlas porque eran volcanes que querían hablar”, cuenta el cronista.

Uno de los fundadores de Montoneros, Mario Firmenich, también participa de la serie documental. “La dictadura pensaba que aniquilaba a la resistencia en, máximo, el primer año: para marzo o abril de 1977 no tenía que quedar ninguno de nosotros en pie. Así, ellos lograrían un éxito social a explotar políticamente, como era el Mundial, para después de eso convocar a elecciones”, detalla Firmenich. Sin embargo, ese plan no prosperó y cuando llegó el momento del Mundial la organización política seguía en pie, aunque diezmada. “Nosotros imaginábamos que la represión tendría un incremento cuantitativo, que sería el doble o triple que las dictaduras anteriores, pero no creíamos que tuviera una calidad diferente”, reconoce el líder de Montoneros sobre el plan de desaparición y exterminio que impuso la dictadura militar entre 1976 y 1983.

Francois Géze, fundador del Comité para el Boicot del Mundial en Argentina subraya que “el Mundial para la Junta iba a ser una oportunidad mayor de propaganda y de acción psicológica, no solo a nivel nacional sino a nivel internacional”. Para ello, la dictadura impuso una estricta censura que, en algunos medios y periodistas, se convirtió en autocensura. El control de la comunicación incluía que algunos de los secuestrados en la Esma escribieran en su sótano artículos periodísticos para enaltecer la tarea de la Junta. Primero para que se publicaran en la revista Informe cero (“un pasquín editado por los marinos para tratar de mostrar que en Argentina se respetaban los DDHH”, detalla el sobreviente Ricardo Coquet) y después con la construcción de la “pecera”. “En base a sus aspiraciones políticas, Massera habrá hecho algún acuerdo con el Tigre Acosta para que los prisioneros le aportaran la materia gris que no tenían los marinos”, suma en la producción Raúl Cubas, otro de los secuestrados en la Esma.

“El Tigre Acosta era la cabeza, el jefe indiscutible del jefe de tareas”, analiza Miriam Lewin, sobreviviente y escritora obligada de esas notas por parte de sus secuestradores y torturadores. “Nosotros en la pecera funcionábamos como una redacción", detalla la periodista. "Venía el tigre Acosta y nos decía ‘quiero que escribas una nota sobe el Mundial y la solidaridad de los argentinos, de la Argentina como tierra de paz’… y me iba cantando todo, dictando todo, y yo escribía en una hoja pautada. Y se la llevaban por mensajería, por moto, a la redacción de Canal 13. Y despues hacía que los periodistas prestigiosos de Canal 13 leyeran las notas escritas, dictadas en un campo de concentración por un represor”.

No son las únicas entrevistas de las que se vale Argentina `78. Los jugadores mundialistas extranjeros también dan su parecer sobre cómo era jugar un Mundial en medio de una dictadura militar, con las palabras de los holandeses Johnny Rep y Ernie Brandts, y de los peruanos German Leguía, José Velasquez y Ramón Quiroga. La riqueza discursiva de la serie se complementa con las entrevistas a James Neilson (editor del Buenos Aires Herald), Sergio Torres (juez de la “Causa Esma 2003-2019”), la antropóloga Lía Ferrero, la historiadora Paula Canelo y los periodistas Ezequiel Fernandez Moores, Ailín Bullentini (de Página/12), Matías Bauso y Víctor Hugo Morales. Voces de protagonistas y analistas que intentan dar cuenta del verdadero “costo” -económico, social, cultural, político- que tuvo la realización de aquel Mundial, la consagración albiceleste y todo lo que pasó después del evento deportivo del que la dictadura se quiso aprovechar y que terminó exponiendo el genocidio del que un año después la vista de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos iba a denunciar ante los ojos de todo el mundo.