Hace algunos años brilla en la cartelera del off “Paquito (la cabeza contra el suelo)”, comedia musical sobre la vida de Paco Jamandreu que corre como un secreto. Lucía Adúriz, la actriz magnética del momento, se encarga de que así sea cuando nos despide al final con un suspicaz discurso. Casi nos susurra al oído un encantamiento que nos desarma como grupo y nos vuelve individuos, en el mejor sentido de la palabra, porque acaso se trata de devolvernos una cuota de responsabilidad para que el arte siga existiendo y sosteniendo banderas que parecen estar desapareciendo.
Un bahiense
Con humor y ritmo y sin solemnidad, la obra se adentra en la vida de Paco Jamandreu: marica, diseñador, modisto, crítico, performer, personaje público, poeta, vestuarista y amigo íntimo de Eva Perón. La obra está escrita por Natalia Casielles sobre la idea original de Juanse Raush, con su dirección. Él es oriundo de Bahía Blanca y rápidamente pudo identificarse con la biografía de Paco, que también nació en la Provincia de Buenos Aires, en un pequeño pueblo llamado Mamaguita.
Rausch dio sus primeros pasos en el teatro en el colegio religioso al que iba en Bahía, donde todos los años se montaba una obra, con nula experiencia según él, pero donde rápidamente armaban grupos y tomaban roles para llegar con una función a fin de año. Fue así como se fue forjando su oficio.
“Paquito” tiene una puesta en escena imponente y a partir de las canciones y las luces, logra armar un show muy vistoso estéticamente. “Yo empecé a consumir teatro en Bahía y más allá de algunas producciones locales para infancias, lo que más había era teatro comercial. Un teatro que tenía una estructura de producción que le permitía hacer una gira. También veíamos teatro comercial cuando viajábamos a Buenos Aires. Era el circuito al que podía acceder, entonces fue el primer contacto que tuve, y creo que algo de esas escalas, esa forma de producción, esas historias, todo eso de alguna manera repercute en mi estética” dice Rausch, que el año que viene estará llegando a la Avenida Corrientes con “Paquito…”.
La idea de la obra surgió de la mano de una de sus maestras, Alicia Durán, profesora de la Universidad Nacional de las Artes. Ella le sugirió que leyera “La cabeza contra el suelo”, las memorias de Jamandreu, publicadas por Caballo Negro. Luego conoció a un actor cuya madre había sido una de las modelos de Paco y quien le contó anécdotas alucinantes, como que Jamandreau pasó una temporada preso y cuando salió, nombró a sus modelos de ropa con los nombres de los presidiarios con los que había compartido condena.
“Cuando leí sus memorias, me di cuenta de que ya estaba escrito como una obra. En una primera persona despampanante, con un tono de café concert que pedía pista” recuerda Rausch. En la obra, serán los poemas de Paquito, sus amores y desamores, sus amigas, sus maestras y sus tías, lo que irá trazando el recorrido del chico de pueblo que se vino a la ciudad con un sueño.
Antes que nada, performer
“Paquito, por un lado, era un performer. Fue uno de los primeros en convertir sus desfiles en performances. Hablaba del café concert en sus memorias, del tango. También me parecía una linda cita de época usar el estilo del cabaret. La obra funciona como una especie de mamushka donde todos los personajes son ellos y a la vez otros. Las tías son, por momentos, actrices de Hollywood, argentinas, son maestras y son amigas. Quise agregarle una capa más a ese juego y por eso hay un momento biodrámatico. Maiamar Abrodos cuenta una anécdota personal e interpela al público” relata Rausch, haciendo alusión a una de las interrupciones más interesantes de la obra, en donde pareciera se rompe el registro y el truco, para ingresar en una zona distinta, más profunda, que nos corre del lugar de espectadores pasivos, gesto que se replica sobre el final.
En este universo a lo Puig, también habrá lugar para revisitar la historia de la Coca Sarli, Fanny Navarro y Azucena Maizani. Personajes maltratados y olvidados por el mundillo que vuelven a viajar en el tiempo para decirnos algo que hasta casi duele escuchar. Son esas personajas: las que brillaron o no, las que tomaron el protagonismo a costa de hacerse un lugar en un mundo patriarcal que se las comió crudas, las que en vez de alzar la voz y hacer un chiste o sonreír, deciden abrir su corazón y diseccionarlo frente a un público que puede oír el otro lado del show, por primera vez, acaso.
Una nube de humo violeta persigue a Paco y a los espectadores nos observa y encandila. La nube que lo ahoga cada vez que un chongo-amante lo abandona para cumplir con el mandato heterosexual de la familia y los hijos. Durante toda la obra, que sucede como si de un circo se tratara, Paco irá enfrentando sus miedos hasta llegar al más temido: la soledad.
En esta obra hay reconciliación con el dolor como si se tratara de un animal herido al que hay que cuidar. Acaso pareciera sugerir que alojarse en la fantasía como en un hotel no es siempre un problema y que alojar la mitad de la verdad del otro puede ser un gesto de amor. Que somos cómo nos queremos ver, más que cómo nos ven.
La composición musical de Teo López Puccio y el piano de Sebastián Sonenblum acompañan la velada y dan ganas de vivir. Gesto que se agrade en estos tiempos tan aciagos, es que Rausch propone reivindicar la ternura, pero sacarle el sabor a vainilla. Una ternura que no se muerde la boca, y que diga lo que haya que decir. Mensaje importante a pasar en momentos de cristalería fina y sustancias livianas. Personajes que muestran lo que está roto y se cosen una flor roja encima.
La obra ya colecciona varias nominaciones. En la última semana se llevaron el Premio María Guerrero a “Mejor actuación de reparto” (Lucía Adúriz) y “Actuación Revelación” (Nicolás Martín). También ganaron los premios Teatro del Mundo, Adúriz como Actriz y Juanse Rausch como Director.
El espectáculo acaba de terminar sus funciones en el Galpón de Guevara y vuelve en enero con ocho únicas funciones al Teatro Met (Av. Corrientes 1343, CABA), los jueves a las 20:15. Las entradas ya salieron a la venta y están por agotarse, se pueden adquirir a través de PLATEANET y en la boletería del teatro.
Saraos Uranistas
Pero para quienes quieran degustar otra de las maravillas de Rausch, está en cartel hasta el 13 de diciembre “Saraos Uranistas”. En esta obra, Raush se propuso indagar el sistema médico y policial higienista de principios del siglo XX en Argentina. También vuelve sobre el género del café concert y el teatro musical. “Saraos Uranistas” imagina un improbable evento histórico: el encuentro de La Bella Otero, travesti porteña, y sus amigas con Francisco De Veyga, médico de la policía de Buenos Aires. El delirio se filtra en el discurso médico. Entre labiales y facones, entre sonrisas indiscretas aparecen y permanecen ellas: las amigas, las dicharacheras, las delincuentes, las lloronas, las absurdas, las olvidadas, las inolvidables. La fantasía se infiltra en el discurso psiquiátrico, en la organización política, en el relato histórico y aparece de nuevo una forma distinta de vivir.
El material nació después de que Rausch leyera el libro de culto “Médicos, Maleantes y Maricas” de Jorge Salesi, un estudio de los archivos de psiquiatría y criminología de principios del siglo XX. “Leer a Salesi es fascinante y quise retomar a esos personajes, de la vida real, que él va nombrando. Los nombres de ellas son reales. Lola Mora es un personaje de la obra y he tomado muchas cosas de su biografía. Lo más interesante para mí es la escritura de la Bella Otero. Eso fue así efectivamente, ella escribió su historia sobre los archivos de psiquiatría De Veiga y así es como llegó a nosotros. Ahí ella se nombra como travesti y marica. Estamos hablando de principios del xx, 1905, algo así. Es muy valioso. Esa voz trascendió y se olvidó, me interesaba volver a traerla a la escena” reflexiona Rausch, quien se ha convertido en un historiador, que desde la praxis, nos hace volver a mirar al pasado para encontrar algunas respuestas o más preguntas, para fantasear, por qué no, también con aquella sirena del río de a Plata que canta todos los miércoles en un teatro de villa crespo.
Actúan en Saraos Uranistas: Maiamar Abrodos, Lucía Adúriz Bravo, Manuel di Francesco, Emiliano Figueredo y Tomás Wicz. El piano y la composición musical son de Gabriel Illanes.