Los monstruos son invenciones mitológicas para representar aspectos negativos de los seres humanos.
Los ogros, "las brujas malas", las madrastras envidiosas y toda la cohorte de personajes que pueblan mitos y leyendas que atormentan son parte de los dispositivos de disciplinamiento social.
En el presente, y sin máscaras que encubran, estamos ante la presencia de una serie de personajes que ejecutan planes siniestros que hacen cada vez más miserables las vidas de niñas, niños y de miles de mujeres y hombres de edad avanzada o bien que, superando los 60 años, se encuentran inermes padeciendo carencias de todo tipo.
En efecto, las políticas gubernamentales son siniestras, siempre orientadas a precarizar vidas.
El Estado gasta cada día más en artefactos como los que usa contra las y los jubilados en la represión de sus manifestaciones de protesta.
Entre las últimas medidas estatales, una de ellas exhibe un nivel de perversión inaudito. Priva de más recursos a personas con discapacidades físicas, además, expone a un número cuantioso de mujeres que no pudieron realizar aportes jubilatorios a cobrar el 80% de un haber mínimo de $ 350.000, lo cual es violencia explícita material y simbólica.
A todo lo antes descripto hay que sumar la actitud de los burócratas sindicales quienes, fieles a su conducta cómplice con la dominación capitalista y la explotación, exhiben su obsceno servilismo.
No es posible callar nada de lo dicho.
Existen monstruos de no ficción.
Carlos A. Solero