“Todo porque somos amigos”, reconocen con sencillez. Los tres tienen puntos de contacto hace rato, aunque vengan de vertientes distintas de la música: grabaron discos juntos o fueron invitados de los demás. Incluso juntaron plumas para crear canciones. Y ahora que Elbi Olalla vive en Barcelona, que Alejandro Guyot se va mucho de gira por Europa y que Juan Pablo Fernández está enfocado en mover su nueva banda (Los Techistas del Apocalipsis), verlos juntos sobre el escenario puede parecer una quimera. Pero no, sucederá este jueves 28 a las 21 en el Torquato Tasso (Defensa 1575) en un show que llamaron, muy apropiadamente, “El rato juntos”.
“Así quienes vengan a vernos, girarán su cabeza para ver qué pasa en esos pequeños momentos, precisos instantes, ratos de eternidad mientras nos escuchamos. Eso es ‘El rato juntos’. Y es también el momento de cruce, la frontera entre los viajes de Alejandro Guyot, la vida en Barcelona de Elbi Olalla y nuestro andar de Techistas del Apocalipsis, con toda la música que cada uno de los tres hacemos, traemos y compartimos”, plantea Fernández.
Olalla cuenta que ya hacen música habitualmente debajo del escenario, que hacerlo sobre las tablas “no es algo muy planificado porque básicamente ya existe en nuestra vida”. La mendocina, cofundadora de Altertango, ahora motor fuera de borda de la escena tanguera catalana, grabó disco a dúo con Guyot (ahí hay versiones de “Corazón delator” de Soda Stereo, y de “Héroes” de Brian Eno y David Bowie, que son increíbles) y colaboró en una placa del anterior proyecto de Fernández, Acorazado Potemkin. “No es algo que haya que armar especialmente para la ocasión”, confía. “Los puntos de encuentro son medio los mismos: afinidades musicales, afinidades estéticas, afinidades ideológicas, y mucha buena onda, mucho cariño, mucho divertirnos cuando estamos juntos”.
“Yo voy a tocar con una banda que es decididamente tanguera”, anticipa Guyot. A su micrófono se sumará la ascendente Mica Sancho. Olalla sumará a Diego Wagner y Edgardo González (Bombay Bs.As.). Los Techistas, en tanto, forman con dos guitarras, dos bajos y el propio Fernández como frontman de una formación inusual.
Y aunque los tres frecuentan otros escenarios, que la sede del encuentro sea el Tasso no es casual, cuenta Guyot. Allí tocaba hace años con 34 Puñaladas (ahora rebautizada Bombay Bs.As.) y solía cruzarse con la Pequeña Orquesta Reincidentes, donde revistaba Fernández. Para sumar coincidencias, tanto uno como el otro comparten editorial: Contemporánea Ediciones publicó los libros de poemas y canciones de ambos.
“El núcleo, el carozo de ‘El rato juntos’, es justamente esta serie de cruces, que son muy espontáneos y que a la vez no tienen absolutamente nada de aleatorios. Son como la arqueología de toda una amistad. La lista de temas funciona como una especie de cartografía de esta amistad tripartita entre Elbi, Juan Pablo y yo”, afirma Guyot.
En cuanto al evidente cruce de géneros, entre el tango y el rock, que supone el encuentro entre los tres, Guyot considera que por formación tanto él como la pianista mendocina tienen una impronta rockera y, a la inversa, Fernández tiene en su formación mucho tango, que deriva en la raigambre urbana de su poética. “Ahí es donde empiezan a diluirse un cacho las fronteras y nos empiezan a arrimar más las coincidencias que las diferencias”, celebra.
"Vivimos cada vez más una vida de instantes, así que tratamos de hacer que cada show sea algo unico, irrepetible, con momentos y cruces que no sean los habituales de cada proyecto", se explaya Fernández. "Armamos una lista de todas las canciones que queriamos tocar y se armó un espectáculo que tendríamos que sacar de gira..." El guitarrista y cantante apunta además los beneficios del lugar: "El Tasso te permite momentos de sonido fuerte y otros de intimidad, así que estamos trabajando esa intensidad y esos momentos de cerrarse y de abrir. Alejandro y Elbi son hermosas personas y grandes músicos, así que en seguida armamos una amistad. Y los admiro y quiero tocar con ellos, por eso insistimos en concretar estos encuentros que no son fáciles, y no lo digo por la distancia. Ellos son muy generosos y aprendo mucho de como salen del tango con una libertad que yo no tengo; me siento más del rock, pero en esos pliegues, en esos saltos de las fronteras de los géneros me parece que hay un universo común. Un espacio que ya no es ni tango ni rock ni urbano ni popular ni nada. Es lo que pasa cuando escuchás al otro y decidís hacer algo distinto."