El gobierno nacional celebra un aumento del poder adquisitivo de los trabajadores refiriéndose a los últimos datos disponibles de agosto y septiembre de este año. Incluso, el presidente, Javier Milei, dijo que los “salarios del sector privado suben sin parar” en el 47° aniversario de la Fundación Mediterránea, el 30 de octubre anterior. Pero ¿qué es lo que festeja Milei? Como veremos, se trata de un incremento salarial muy leve, que habría que matizarlo, en una economía que se desbarranca.

Para poner en contexto histórico: el salario promedio del conjunto de los asalariados de la economía de lo que va del 2024 está por debajo del reducido salario del año 2023, el cual representa apenas la mitad de lo que un obrero promedio percibía durante el año 1974. Luego, si comparamos con la crisis del 2001, el aumento salarial que tanto festeja Milei es leve y no llega siquiera a los niveles de aquel estallido.

Si tomamos la Remuneración Imponible Promedio de los Trabajadores Estables (RIPTE), el salario del mes de septiembre de este año se encuentra un 12,3% por debajo de diciembre de 2001 (estamos peor que con De La Rúa) y un 23,9% por encima del mes de abril de 2003, luego de la mega devaluación del peso. Peor es la situación de los asalariados “en negro”. Según el Índice de Salarios elaborado por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INDEC), el salario promedio no registrado está por debajo del peor momento después del estallido de 2001: si en septiembre de 2024 fue de 100, en mayo de 2003 era de 123, es decir, hoy está un 18,5% por debajo de aquel entonces.

Por el piso

Pero, veamos la evolución del salario en los últimos meses, que es la estrategia del gobierno para hallar “mejoras espectaculares” allí donde no las hay. En el corto plazo, el incremento salarial no llega al peor momento del gobierno anterior, en noviembre de 2023, en un contexto en el cual toda la economía se hallaba en picada.

El índice de salarios publicado por el INDEC muestra que el poder adquisitivo del salario privado (registrado y no registrado) y público se incrementa al menos desde el mes de abril hasta septiembre de este año. Pero, si comparamos los salarios de septiembre de 2024 con los niveles de noviembre de 2023 se observa una reducción en el salario promedio (-5,7%) y en el sector privado registrado (-1,5%). El sector privado no registrado muestra un leve aumento del 1,5%, aunque, como ya se mencionó, ese valor no llega al peor momento de la crisis del 2001. Por su parte, el más ajustado de todos, el sector público, muestra una rebaja del -16,1%. Los más afectados fueron los docentes de las universidades nacionales.

Un profesor adjunto con dedicación exclusiva con 10 años de antigüedad perdió un poder adquisitivo de un -25,1% en septiembre de 2024 respecto de noviembre de 2023. Durante el mismo período, el salario real de los investigadores y personal de apoyo del CONICET, tanto como los becarios del organismo, se redujo un -28,2%.

Los jubilados y beneficiarios de planes sociales también sufren el ajuste. Algunos funcionarios del gobierno nacional se atreven a decir que el poder adquisitivo de los jubilados no estaría perdiendo contra la inflación. Sin embargo, es un análisis sesgado e inútil, toda vez que el ingreso previsional no alcanza ni siquiera para garantizar los bienes y servicios que componen la canasta de pobreza de una sola persona. El haber mínimo más el bono sumaron en octubre 314.321 pesos, mientras que, la canasta de pobreza para un solo adulto fue de 319.284 pesos.

En peor situación está la mayoría de los perceptores de pensiones no contributivas. Por su parte, los desocupados beneficiarios de planes sociales, a quienes ahora les cambiaron el “Potenciar Trabajo” por el “Volver al Trabajo” y por el “Acompañamiento Social”, son quienes padecieron el mayor ajuste sobre sus espaldas. Tienen sus ingresos congelados en 78 mil pesos desde diciembre de 2023 y ahora el gobierno les prometió, aunque sin decir a partir de cuándo, un aumento de apenas 12 mil pesos. El incremento real de la AUH apenas complementa un porcentaje de la pérdida del beneficio del plan de empleo.

Un aumento real en los salarios debiera dar por resultado un incremento en el consumo. Sin embargo, sucede todo lo contrario. Según el INDEC, entre noviembre de 2023 y agosto de 2024 las ventas cayeron entre un 10% y un 13% según el centro de compra, y en los últimos meses, aquéllas se estancan o incluso se reducen. Paralelamente, el uso de la tarjeta de crédito habría crecido notablemente. En efecto, el Indec señala que, entre noviembre de 2023 y agosto de 2024 las compras pagadas con crédito habrían crecido de un 24% a un 30% en autoservicios y de un 39% a un 46% en supermercados. Esto podría estar expresando que las familias aún buscan sostener cierto nivel de consumo de productos básicos para la subsistencia por la vía del endeudamiento y del crédito, situación que no estaría expresando un aumento del poder adquisitivo.

*Investigador del CEICS