La Argentina vive acaso el período más dramático de su historia como nación, porque a su crisis coyuntural de magnitudes asombrosas se superpone la de su estructura fundamental con un gobierno reaccionario fascista. Gobierno totalmente entregado a las corporaciones transnacionales. 

Hemos conocido en cuarenta años de seudodemocracia, varias expresiones en el ejercicio del gobierno con el saldo a la vista. Con saber que tenemos mas del 50% de pobreza y niños que comen una sola vez al día, es mas que suficiente para ver la situación en que estamos.

Nuestro pueblo lucha y ha luchado siempre, pero esta lucha no tiene alternativa porque la dirigencia política y sindical con pocas excepciones ha sido coptada, es corrupta,y cipaya. Lo mismo podemos decir de la justicia, hemos sido despojados de la ley.

Por ello no hay movimiento de masas que impugnen las propuestas neo-liberales que nos han hecho retroceder en nuestras condiciones de vida y han conseguido convertirse en el sentido común, en la conciencia básica que explica que no hay ninguna alternativa para el neoliberalismo. Este neoliberalismo que no es otra cosa que la encarnadura política,cultural y moral para legitimar el proceso de restauración capitalista que regula las enteras relaciones sociales.

La cultura de la producción material ha sido desplazada por el parasitismo financiero, el consumismo y el ultra individualismo. La desesperanza, la fragmentación, resignación, el miedo a perder lo poco que se tiene, sea empleo, un lugar social, o derechos elementales.

Tenés que vivir hoy, para poder vivir mejor mañana, infunde el terror y sabemos por experiencia que el terror actúa en silencio, disuelve los lazos sociales. Muchos sectores se dicen despolitizados, y sabemos que no hay nadie mas político que un despolitizado. El que dice que no le interesa la batalla política contra el liberalismo, es porque está con el liberalismo.

Debemos desechar de cuajo la idea que quieren imponer como la tercera vía, que no es mas que un capitalismo endulzado. La respuesta de los movimientos de masas siempre ha sido la lucha de clases. Por ello tenemos que tener presente que la conciencia no es suficiente para modificar nuestra conducta. Hay que crear nuevas ideas para que el pensamiento sea racional y conceptual. Para crear esta nueva fuerza antiimperialista y socialista hace falta mucho debate, mucha discusión, mucha apertura, hacer explícitas nuestras dudas y reconstruir el movimiento desde abajo. Se trata de partir de la realidad efectiva, no para someterse a ella sino elaborar una estrategia que permita dominarla y superarla. También empezar el reclamo, en la necesidad de volver a empezar, volver a pensar, volver a recordar, volver a actuar para que la tragedia no vuelva a repetirse y sigamos pagando con sangre las ganas de tener una patria.

Daniel Fillipelli