Por primera vez en la Argentina se está llevando a cabo la Semana de Cine de Festival de San Sebastián y Festival de Málaga en la Sala Leopoldo Lugones del Teatro San Martín. El ciclo está integrado por seis largometrajes galardonados e inéditos en nuestro país que formaron parte de las más recientes ediciones de dos de los encuentros cinematográficos mas importantes de España. Para presentarla viajaron el director de la muestra donostiarra, José Luis Rebordinos, y su colega del Festival de Málaga, Juan Antonio Vigar. Ambos darán una masterclass este viernes a las 10.30 en Torre Macro, Av. Eduardo Madero 1170/72. El ciclo está producido por OrcaFilms y cuenta con el apoyo de la Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de la Argentina y está organizado por el Complejo Teatral de Buenos Aires, junto con Fundación Cinemateca Argentina, Festival de Málaga, Festival Internacional de San Sebastián, e ICAA.

"La idea del ciclo viene de hace un tiempo por parte de Bernardo Bergeret, un buen amigo que dirigía Ventana Sur y que un buen día nos planteó la posibilidad de hacer algo con festivales españoles en una semana como la que hace Cannes en Buenos Aires. Y durante varios años lo pensamos un poco, pero esperamos porque queríamos ver un momento para hacerlo y este año ya nos decidimos", cuenta Rebordinos en la entrevista con Página/12. "Y fundamentalmente porque también en nuestro ADN está la promoción y el apoyo al cine español. Y en este caso, en el ámbito internacional, nos parecía perfecto armar un proyecto conjunto de dos festivales complementarios. Así estamos ayudando a que el cine español tenga buena visibilidad", explica Vigar.

-Ambos festivales precisamente le dan importancia a la programación de cine latinoamericano. Sin más lejos, por ejemplo, San Sebastián tiene la sección Horizontes Latinos, pero no solamente eso, porque hay películas latinoamericanas en la competencia oficial. Y desde que en 2016, el Festival de Málaga amplió su abanico a películas del mercado latinoamericano, el certamen se ha convertido en un referente del cine hispanohablante. ¿Hay un público en España para ese cine una vez concluida cada edición de los festivales?

Juan Antonio Vigar:-Bueno, como has dicho, nosotros dimos un abrazo al mundo del cine iberoamericano. Yo concibo los festivales desde la utilidad. La utilidad para un territorio es obvio y evidente, pero también para un sector. Y el sector del cine español había evolucionado con el paso del tiempo hacia un encuentro con el mundo Iberoamericano porque a través de las coproducciones y de diferentes vías la conexión es muy estrecha. Entonces, para seguir dimensionando ese concepto de utilidad, decidimos abrir nuestra competencia oficial para que también tuvieran presencia películas Iberoamericanas. En ese sentido, nosotros trabajamos para ser ventana calificada, igual que San Sebastián en el año que permita abrir hacia Europa todo este tremendo talento que hay en el cine Iberoamericano, en general, y de manera específica, ya que estamos aquí, del cine argentino, que siempre tiene un peso específico importante dentro de las secciones. Nuestro esfuerzo por el ámbito industrial va dirigido también a que estas películas tengan posibilidad de ser distribuidas ya no solo en el ámbito español, sino en el ámbito europeo e internacional, en general, porque en nuestra área de industria, el año pasado tuvimos 1700 invitados de 61 países que están ahí para ver cine español y también el cine iberoamericano que programamos. Desde ese punto de vista, fortalecemos también, damos nuevas oportunidades de distribución y de exhibición al cine Iberoamericano y, en ese sentido, es una siembra. De la misma manera que quizás el cine español aquí no tiene un porcentaje de taquilla importante, el cine iberoamericano todavía no lo tiene en España y en Europa. Pero trabajamos con ese objetivo, que ese porcentaje crezca y que las oportunidades de ganar visibilidad para películas hechas con tanta calidad y talento cada vez sea mayor.

José Luis Rebordinos:-Es un fenómeno muy curioso. Hace unos años, el cine español funcionaba muy en taquilla. Se hablaba del término "españolada". Hoy en día, se ha diversificado tanto que hay público para todo el cine español. De hecho, en estos momentos algunas de las películas más taquilleras del año son españolas, pasando a algunos de los grandes éxitos norteamericanos. Eso es una cosa positiva. En cuanto al cine latinoamericano, como dice mi compañero, realmente todavía es un cine que tiene poca presencia en taquilla. Hay algunas películas que salen bien, Puan tuvo un recorrido, pero es difícil. Vamos a ver ahora qué pasa, por ejemplo, con El Jockey. Pero no es fácil. Es curioso, porque es una lengua común, pero ha habido con el cine latinoamericano un poco lo que pasaba con el cine español: que el público, de a pie, que va a los cines el sábado o el domingo, lo asociaba con un cine complicado. Nuestro trabajo es intentar cambiar eso, por un lado; nuestros festivales sí se llenan de público para ver cine latinoamericano, tanto en Málaga como en San Sebastián, y eso va ayudando a cambiar un poco la percepción, ¿no? Por otro lado, cuando él habla de industria es muy importante. No solo ponemos películas para su promoción y difusión. También hacemos un trabajo con la industria, para que la industria intercambie experiencias y para que haga negocio. Entonces, por ejemplo, tenemos un foro de coproducción donde hay proyectos que empiezan y que muchas veces acaban en Cannes, en Venecia o en San Sebastián, tenemos un work in progress. El año pasado fueron 2300 y pico de personas de la industria, que vienen a esas actividades. De ellos, una gran parte latinoamericana. Y muchas veces, hay un distribuidor internacional que la ve y la compra. Desde hace un tiempo Málaga y San Sebastián van de la mano. Tenemos una cosa muy buena, no somos competencia por las fechas. Si fuéramos uno 15 días antes que el otro, pues podríamos ser muy amigos, pero sería más complicado (risas). Tengo una relación estupenda con el director de Venecia, pero competimos en nuestra pequeña posibilidad porque obviamente Venecia es un festival más importante y más grande que San Sebastián, pero competimos y, de vez en cuando, le arrebatamos alguna joyita (risas).

-Como directores de dos muestras muy importantes, ¿qué opinan del ajuste al cine y a la cultura argentinos por parte del gobierno nacional?

J.L.R: -Hago una apreciación primera porque creo que es importante para que no se entienda mal. Jamás como director del festival me definiría por un partido político u otro en mi país y menos en la Argentina. Yo no soy quién para decir para dónde tiene que ir la cultura argentina. Pero sí creo que, como director de un festival que trabaja con cine y con cultura, tiene que defender la cultura, tiene que defender el cine y tiene que defender los derechos humanos. Entonces, de la misma manera que me he posicionado en España en contra de Vox, que es un partido fascista que reivindica un dictador como Franco, siempre estaré en contra de un señor como Milei, cuyas gentes están dispuestos a defender la dictadura militar. Es una línea roja inadmisible. Es decir, yo pienso que alguien que defiende una dictadura militar como la de los militares en Argentina o la que defiende la de Franco debería ser ilegal. Y lo digo porque un día nos vamos a arrepentir de ser absolutamente tolerantes con aquellos que aprovechan la democracia para luego ir subvirtiendo sus propios principios. Eso por un lado. Segundo, la política económica o respecto al cine que lleve Argentina le corresponde al gobierno que hay en cada momento. Lo que pasa es que, claro, cuando oigo a un director de un Instituto del Cine decir que torturaría a la gente con unas horas de películas de esas argentinas que han visto menos de 1000 personas, no lo puedo entender. Porque creo que debería ser cesado inmediatamente. En España gobierne la derecha o la izquierda, si un director de un Instituto del Cine es capaz de decir eso, lo van a cesar inmediatamente. Da igual que sea el sector más conservador o progresista. Hay unos principios básicos. Alguien que se tiene que ocupar del fomento del cine argentino no puede estar deslegitimándolo todo el rato. Entonces, insisto, nosotros hemos trabajado con el INCAA durante años. Hemos trabajado con gobiernos conservadores y con gobiernos kirchneristas. No hemos tenido ningún problema con ninguno. Seguro que en Argentina a unos les parecían horribles y a otros maravillosos, pero nosotros hemos podido trabajar con toda normalidad y con sus diferencias y sus cosas el apoyo al cine argentino afuera era claro. Nosotros lo vivíamos. Nosotros trabajábamos con ellos sin problemas. Esto se ha acabado. Este año no había ayudas para que los directores y la gente pudiera venir a San Sebastián, hemos tenido que armarlo de otra manera. San Sebastián es un festival -y Málaga también-, donde hay una gran presencia del cine argentino porque probablemente sea el más poderoso de todo el arco iberoamericano. Bueno, ¿qué va a pasar el año que viene y el siguiente? Obviamente, estoy totalmente en contra de una política que, de alguna forma, está destruyendo el tejido industrial y el cine argentino, clarísimamente.

J.A.V.:-El talento es algo que siempre ha existido en este país. El talento en el cine argentino es algo emblemático y lo que define en su ámbito artístico y de producción un cine sólido y un cine que ha recorrido el mundo entero llevando la imagen de un país de cultura audiovisual. Creo que el gran problema que tiene ahora mismo el cine argentino es la definición de sus estructuras industriales y de financiación. Y desde ese punto, quizás los modelos anteriores no han funcionado, y bueno, entiendo que se planteen hacer ajustes en ese sentido. Pero está claro que hay que construir. Y para construir tiene que ser desde el diálogo con el sector y analizando la diversidad y la riqueza. No se trata tan solo -y he tenido oportunidad de comentárselo al presidente del Incaa estos días que estuve en en Mar del Plata-: no solo se puede cimentar un sistema de ayuda sobre los rendimientos de taquilla. De algún modo, hay que entender que un cine autoral, un cine de las regiones, de las identidades y de la vanguardia y de la experimentación tienen que tener también sus cauces y sus canales. Y todo eso tiene que dialogarse. No se pueden imponer las cosas sencilla y llanamente porque alguien considere que está en posesión de la verdad. Desde ese diálogo constructivo hay que hacer que esa diversidad, esa riqueza del cine argentino y, por lo tanto la cultura argentina, lleguen otra vez al ámbito internacional con la nitidez y con la claridad que define a un país.

J.L.R: -Estoy totalmente de acuerdo contigo, lo que pasa es que tengo la impresión que estas decisiones no son realmente económicas, sino son políticas. Realmente hay una forma porque son contra la ciencia, contra la educación pública, contra el cine; es decir, no son inocentes. Hay detrás una ideología de ataque al mundo de la cultura que, por lo que sea, no lo consideran próximo o les molesta, porque si no no se entiende. Y luego, si ese tipo de argumentos que se hacen, de que el Incaa necesita una reformulación, la industria argentina, se hicieran con gente que cuando lo oyes hablar dicen cosas que puedes no estar de acuerdo, pero que puedes entender, bueno, pero es que esta declaración del presidente Incaa diciendo lo de las torturas, es demencial.