"Fue como si se hubiera hecho la luz en medio de la oscuridad total. Sentimos inmediatamente que era algo para nosotros, algo que salió de la nada. Decían que venían de Liverpool y no sabíamos ni dónde quedaba eso, era lo mismo que si hubieran llegado directamente de Marte". La frase del escritor Joe Queenan es un buen resumen de lo que comenzó a suceder el 7 de febrero de 1964, fecha oficial del fin del duelo estadounidense por el asesinato de John Fitzgerald Kennedy, dos meses antes. De Liverpool o de Marte, The Beatles estaban escribiendo el segundo capítulo de su revolución mundial: la conquista de Estados Unidos.
La primera visita de John Lennon, Paul McCartney, George Harrison y Ringo Starr al otro lado del Atlántico ya ha sido retratada por el género documental más de una vez. Pero el mero anuncio de que Martin Scorsese estaba detrás de Beatles '64, el proyecto que estrena la plataforma Disney+ este viernes 29, estimuló la curiosidad por una historia conocida. Si alguien podía encontrar matices en lo que significaron esas dos semanas era Marty, que no solo hizo genialidades como Taxi Driver, Toro salvaje y Buenos muchachos. El director tiene una fértil asociación con la música, expresada no solo en las bandas de sonido de sus ficciones sino en cosas como The Last Waltz (sobre The Band), No Direction Home y Rolling Thunder Revue (centrados en Bob Dylan), Shine a Light (The Rolling Stones), George Harrison: Living in the Material World o Personality Crisis, sobre David Johansen y los New York Dolls. Si Scorsese se proponía un nuevo retrato de esa conocida "invasión", cómo no extenderle un voto de confianza.
Y Scorsese y su socio, el director David Tedeschi, cumplen. La historia audiovisual deberá seguir agradeciendo a los hermanos Albert y David Maysles, documentalistas que acompañaron al cuarteto entre New York, Washington y Miami y registraron un material invaluable, con un grado de intimidad al que pocos podían acceder. A ellos está dedicada la nueva producción, que desempolva imágenes inéditas, retrata con criterio la locura y la frescura de esos días, pero además permite una interesante operación de viaje en el tiempo. Porque la dupla Tedeschi / Scorsese busca y encuentra a aquellos y aquellas fans en la puerta del hotel Plaza, los sienta hoy frente a la cámara y les permite reflexionar sobre lo que significó aquel momento en sus vidas, y el análisis de todo aquello que va más allá de la conocida teoría de The Beatles como antídoto a la tristeza por el magnicidio.
"Ahora quizá no puedo entenderlo, pero en ese momento fue todo natural, una conexión inmediata", dice entonces Vickie Brenna. "Elvis me gustaba pero no me tocaba el corazón, ellos eran distintos", señala Jane Tompkins. "Gritábamos, sí. Gritábamos porque lo que estaba sucediendo era indecible", recuerda Jamie Bernstein. Y a los testimonios anónimos se suman otros algo más célebres, como David Lynch tratando de explicar sus sensaciones en el show de Washington, Sananda Maitreya (antes conocido como Terence Trent D'Arby) asegurando que "descubrí que la música era mi iglesia, una porción significativa de por qué estoy acá; no eran solo las canciones, era la energía que emanaban". O Ronnie Spector y su relato de uno de los momentos que los Fab Four más disfrutaron en New York: cuando se escaparon por una puerta trasera del hotel junto a la Ronette y terminaron comiendo en un diner del Bronx hispano sin que nadie los reconociera.
Pero los mayores impactos llegan con las imágenes de época. La frescura con la que viven la experiencia esos cuatro pibes que muy rápidamente se agotarán del trajín de ser The Beatles. El regocijo al escuchar sus canciones salir de una radio de transistores (Pepsi nunca terminará de agradecer semejante product placement con ese logo tan visible). En una entrevista televisiva de los '70, Lennon recuerda que "no pensábamos en el asunto, era solo una cosa que estaba sucediendo en el momento". En el tren a Washington, un periodista le pregunta a McCartney sobre el impacto de la banda en la cultura, y Paul alza las cejas y dice "¿Cultura? Esto no es cultura, esto es una buena diversión". Con el mismo espíritu, en otra entrevista John analiza que "No creo que The Beatles lideraran una revolución cultural. Eramos figuras destacadas, sí, pero nosotros íbamos en un barco con otros, y un día simplemente gritamos '¡tierra!'".
Y varias perlas que distinguen al documental. En un momento casual en una habitación de hotel, John toca una melódica y el oído atento descubre que está jugueteando con la intro de "Strawberry Fields Forever", que vería la luz tres años después. Jack Douglas, productor de Lennon hasta el final de sus días, y una anécdota imperdible sobre su viaje a Liverpool. Ringo recordando la naturalidad con la que tomaban las precariedades tecnológicas, como su caprichosa plataforma de batería. La activista del feminismo Betty Friedan señalando que "estos chicos mostraban una sensibilidad, una ternura que en esa época no estaba permitida al macho". El músico Danny Bennett sacando a la luz cosas como la "auténtica peluca" y el talco Beatle. La deliciosa intimidad de los cuatro canturreando en una habitación frente al mar de Miami. Harrison recordando que "incluso los criminales se tomaron un respiro" durante las legendarias presentaciones en el Ed Sullivan Show, seguido por 70 millones de personas. La filmación casera de la familia González viendo ese programa, y el contraste entre la cara de las chicas y su padre. Leonard Bernstein analizando la música del cuarteto. Las raras imágenes de una visita a la embajada británica en la que el embajador fue muy cálido pero, detalla Paul, "los empleados nos trataron irrespetuosamente, y nos importó absolutamente un carajo".
Y por supuesto, las canciones, los primeros clásicos, esos "I Wanna Hold Your Hand", "She Loves You", "I Saw Her Standing There", "This Boy" que musicalizaron la conquista. ¿Historia conocida? Sí, seguro. Pero Scorsese y Tedeschi, y Paul y Ringo, y Olivia Harrison y Sean Ono Lennon -todos ellos figuran como coproductores- consiguen que Beatles '64 sea mucho más que otra ronda de exprimidos de la misma fruta. Que, otra vez, reencontrarse con esos cuatro melenudos llegados de Marte sea puro regocijo. Que sigan siendo, como entonces, un antídoto contra todos los males de este mundo.