El juicio por el espantoso caso de abuso sexual que involucra a Dominique Pelicot conmocionó a la sociedad francesa. Pelicot, acusado de drogar y someter a su esposa Gisèle a décadas de violencia sexual, enfrenta cargos que describen uno de los crímenes más desgarradores de los últimos años.
En su alegato final, la abogada Beatrice Zavarro, defensora de Pelicot, intentó humanizar a su cliente, pidiendo al tribunal que recordara a su defendido como el "buen marido" que fue al principio de su matrimonio, y no solo por los actos aberrantes que más tarde marcarían su vida.
La defensa de un hombre marcado por el dolor
En un juicio cargado de testimonios devastadores y pruebas impactantes, la abogada no negó en ningún momento los hechos. En lugar de eso, se centró en el contexto personal de Pelicot, apelando a los traumas de su infancia como una posible explicación para los horrores que habría cometido en su vida adulta.
La abogada explicó que su cliente había sido víctima de abuso sexual durante su niñez, lo que según ella contribuyó a la construcción de una personalidad compleja, capaz de ser un "buen marido" y un "padre devoto" en su vida familiar, pero también un hombre que, alimentado por fantasías oscuras, terminó sometiendo a su esposa a una tortura indescriptible.
Con estas palabras, la abogada trató de presentar a Pelicot como un hombre marcado por el dolor, pero no como un perverso desde su nacimiento. Según Zavarro, los traumas que arrastró desde la infancia, particularmente los abusos sufridos por su padre y otras figuras cercanas, fueron claves en la formación de una psique fragmentada, que lo llevó a cometer los atroces crímenes que hoy se le imputan.
Apelación al arrepentimiento
Zavarro no solo centró su defensa en los traumas pasados de Pelicot, sino también en su aparente arrepentimiento. Durante su alegato, la abogada leyó varios textos escritos por Pelicot desde la cárcel, en los que él expresaba su pesar por el sufrimiento que causó a su esposa. Uno de los fragmentos de estas cartas decía: "Un día, en otro lugar, nos volveremos a ver".
La letrada interpretó como un signo de arrepentimiento sincero y de su deseo de redención. Aunque el intento de Zavarro por mostrar a Pelicot como un hombre arrepentido buscaba suavizar la imagen del acusado, la realidad de los hechos fue imposible de eludir. Gisèle Pelicot, la víctima, fue drogada repetidamente a lo largo de más de una década por su esposo, quien la ofreció a más de 90 hombres para ser violada, una práctica que se extendió desde 2011 hasta 2020.
Las pruebas presentadas en el juicio dejaron claro que la víctima no solo sufrió abusos físicos, sino también una devastadora manipulación psicológica que la mantenía en una constante situación de vulnerabilidad.
Un pedido de clemencia
En el final de su alegato la abogada de Pelicot no pidió la absolución de su cliente, sino que solicitó una pena más leve, apelando a los traumas que, según ella, marcaron la vida del hombre. Zavarro sugirió que el tribunal debería considerar la infancia de su cliente y su aparente arrepentimiento al momento de dictar sentencia. Sin embargo, esta solicitud de clemencia no logró borrar el sufrimiento de la víctima ni la gravedad de los crímenes cometidos.
Este juicio, que se extenderá hasta mediados de diciembre con las declaraciones de los defensores, no solo determinará el futuro de Dominique Pelicot, sino que también marcará un precedente importante en la lucha por la justicia en casos de violencia sexual. La sentencia final, que se conocerá a finales de diciembre, servirá como un testimonio de la fortaleza de las víctimas y la necesidad de una sociedad más justa y equitativa, que no permita la impunidad de los agresores, por más compleja que sea la defensa que se intente construir en su nombre.