Una vez más, el viento esperanzado llega desde Uruguay. Las imágenes de los multitudinarios festejos del domingo, cuando Yamandú Orsi ya era presidente electo, traen alegría, confianza y también preguntas. ¿Cómo leen esta victoria las compañeras feministas del Frente Amplio? ¿Cuáles son los desafíos que dejan cuatro años de un gobierno de derecha para retomar las políticas públicas?
“Las implicancias del triunfo son muy favorables porque el programa del FA está atravesado por la perspectiva de género en todos los ejes en que se desarrolla y este fue un trabajo profundo y transversal que se realizó durante dos años y medio en las direcciones estratégicas y las propuestas concretas”, responde Margarita Percovich, feminista histórica del FA, senadora hasta 2010, que integra Casa Grande.
El 29 y 30 de julio de 2023 se realizó el primer Encuentro de Feminismos del FA, con unas 1600 asistentes. “El Programa se publicó a principios de 2024 y está al alcance de quien lo quiera consultar y hacer el seguimiento de esos compromisos. Las propuestas se trabajaron desde las instancias de género que tiene el FA y se debatieron con todos los ámbitos para lograr concretar lo que el movimiento de mujeres y de las feministas uruguayas reclaman”, sigue Percovich.
A Irene “Pepi” Gonçalvez, concejala de Maldonado, también integrante de Casa Grande le parece un gran desafío lograr que las políticas públicas del Frente puedan llegar a todos los rincones del país. “Este candidato en particular ha conseguido tantos votos en el interior profundo, que vienen del norte y del litoral. Hay un montón de problemas que atender”, asegura, pero también hay masa crítica: se formaron frentes feministas en muchas localidades pequeñas. “De pronto tenés un colectivo luchando, es un fenómeno nuevo”, dice la concejala, trabajadora de la cultura y la educación.
La fórmula Orsi-Carolina Cosse recibió 138 mil votos más el domingo pasado que en la elección general de octubre, y 100.390 provinieron de los departamentos llamados del interior del país.
Ahora viene la reconstrucción, especialmente en políticas de género. Si hubo una característica de estos cuatro años, fue el retroceso en derechos. “En el último gobierno progresista se había declarado la emergencia por violencia de género. Sin embargo, en este último período no se dotaron recursos para la fiscalías especializadas ni se implementaron las tobilleras electrónicas. Hubo un recrudecimiento de femicidios, casos de violencia vicaria, empezó a tomar forma el narcotráfico, con todas esas modalidades de asesinatos por los llamados ajustes de cuentas”, expresó Gabriela Segovia, mesa directiva de la Agrupación de Funcionarios de las Usinas y Transmisiones Eléctricas del Estado (AUTE), sindicato en el que también es responsable de la Comisión de Género y Equidad.
El balance de Percovich es detallado: “Han sido 4 duros años de resistencia de los movimientos sociales que, en el Uruguay, están organizados en conjunto y que integran a los colectivos feministas. La coalición conservadora que gobernó lo hizo desconociendo la interlocución tradicional que las diferentes administraciones tienen con los movimientos sociales, sobre todo con las más representativas como la Central de Trabajadores y la Organización Nacional de Jubilados y Pensionistas”, contextualizó.
Las organizaciones sociales feministas trabajaron “muchísimo” con “estas dos grandes bases organizadas populares y hoy tienen en sus direcciones a muchas mujeres feministas y con perspectiva de género”.
“De todas maneras, a pesar de esta fortaleza de tácticas y estrategias conjuntas, el gobierno -sigue su descripción Percovich- desarmó todos los programas de trabajo de cercanía territorial que se habían construido en los gobiernos del FA, eliminó a los equipos técnicos integrados por referentes universitarios, recortó notoriamente presupuestos e ignoró el rol del Ministerio de Desarrollo Social de coordinación de las instituciones del Estado que tienen competencias sobre las poblaciones con mayores vulnerabilidades”.
Percovich analiza que esas avanzadas conservadoras debilitaron “las respuestas que se daban a los problemas de violencia especialmente y que surgen en el sistema educativo y a nivel del territorio. Eliminó la educación sexual integral del sistema educativo, debilitó el organismo de control de trata, no dio apoyos presupuestales ni políticos para el sistema de Cuidados ni al Instituto de la Mujer”.
Nada de esto suena extraño: parecido a la pesadilla cotidiana del gobierno de Javier Milei. Hasta las iniciativas legislativas tienen sus correlatos. “Y lo peor es que le dio entrada a los grupos de varones abusadores que denuncian el SAP y que son víctimas de denuncias falsas y lograron las mayorías para modificar la ley de Tenencias Compartidas en una regresión lamentable y en contra de todas las recomendaciones de los magistrados, organismos de las UN, la participación masiva de delegaciones sociales al parlamento y con el voto en contra de la vicepresidenta de la República y de la opinión expresada públicamente de la Directora del INMUJERES”, puntualiza Percovich.
La ley de corresponsabilidad parental contó con el apoyo del presidente Luis Lacalle Pou. “Como feministas de clase nos manifestamos en contra de esta ley, porque implica que, si hay una denuncia de maltrato hacia la madre de los niños, el progenitor pueda tener régimen de visita con los gurises. Se desconoce que si ejerce violencia contra las madres, violenta a les niñes”, siguió Segovia.
La experimentada referente feminista asegura que “la reparación no será fácil porque hay que reconstruir equipos y volver a trabajar sobre el funcionariado del Estado en Educación, Salud, Seguridad Social, etc. Y la oposición conservadora sigue siendo muy fuerte, somos prácticamente dos mitades, y los medios de comunicación y las redes digitales hacen lo suyo”.
Confía en que se podrá revertir. “Tenemos a favor una bancada electa de legisladoras guerreras y una vicepresidenta convencida de la agenda de género”.
Los efectos de estas embestidas fueron concretos: “El aumento de la violencia vicaria es una de las cosas más notorias de este período. Lacalle Pou se comprometió con los grupos que luchan por el falso SAP, estuvo atrás de todo ese proceso. Hubo una verdadera promoción de la agenda de los violentos”, sostiene Gonçalvez.
Otro gran retroceso con efectos en las vidas concretas de las mujeres y disidencias sexuales fue que “se desmanteló el sistema de cuidados”. “Los gobiernos progresistas lo habían creado y lo empezaron a poner en marcha, faltaban un montón de recursos. Ahora no se está dando capacitación para nuevos acompañantes para personas con discapacidad o de edad avanzada. Eso repercute porque las mujeres trabajamos 14 horas semanales más que los hombres en cuidados y reproducción de la vida”, subraya Segovia.
La reforma del sistema jubilatorio y la ley de urgente consideración (LUC, una especie de ley Bases, que modificó legislación en seguridad pública, asuntos laborales, educación y libertad financiera) son dos avanzadas nodales del proyecto neoliberal. Hubo dos referéndums para dejarlas sin efecto. El de la LUC fue en 2021, el de la reforma jubilatoria el 27 de octubre pasado. Ninguno de los dos logró las mayorías necesarias.
Cada una de estas leyes fue nociva. “Les sacan las pensiones a las viudas, imaginate los daños que hace y, como las mujeres estamos en lo más bajo de la escala, cuando hay empobrecimiento, a mujeres nos perjudica más”, sumó Gonçalvez.
En cuanto a los márgenes del Frente Amplio sobre el sistema jubilatorio, lo que se espera es una “equiparación de los salarios mínimos con jubilaciones mínimas”. En campaña, uno de los fantasmas que agitó la derecha tuvo que ver con las AFAP (Administradoras de Fondos de Ahorro Previsional). La prédica del gobierno fue que el FA quería “kirchnerizar” Uruguay.
El futuro ministro de Economía, Gabriel Oddone, habló de “profesionalizar la gestión de fondos de ahorro previsional”. En las Bases Programáticas del FA, hay varios puntos destinados al tema. Uno de ellos plantea “impulsar un sistema de seguridad social con tres pilares: solidario (no contributivo), de reparto intergeneracional (contributivo) y de ahorro (no lucrativo) y en modalidades consistentes con el marco constitucional vigente”.
Lo que sabe Gonçalvez es que “no se van a eliminar las AFAP”. “Hay una propuesta de regularlas de otra forma, que la cuestión administrativa sea menos indecente, sobre todo por los gastos de administración”, sigue.
Las Bases Programáticas también volver a la edad jubilatoria de 60 años. “Los jubilados con las jubilaciones más bajas cobran menos que un salario mínimo nacional, que son 22.000 pesos y no alcanzan para nada, porque Uruguay es un país muy caro”, expresó Segovia.
Está claro que la reforma previsional fue más lesiva para las mujeres. “Generalmente tienen menos aportes, ya sea porque trabajan en la informalidad, dejan de trabajar cuando tienen hijos o trabajan menos horas. En la reforma no se tuvo en cuenta nada de eso”, señala Segovia.
Por su parte, la LUC, entre otras cosas, centró la persecución penal en el microtráfico, y llenó las cárceles de Uruguay, con altos índices de prisionarización en relación a sus habitantes. “La LUC llenó las cárceles de mujeres, porque recrudecieron las leyes contra el microtráfico, porque nunca se persigue a los grandes narcotraficantes. En la cárcel de Maldonado, que tiene espacio para 35 mujeres, teníamos en la pandemia 38 y ahora hay 74. Están las cárceles hacinadas pero especialmente los módulos femeninos”, señala Gonçalvez.
El diagnóstico es abrumador, pero hay esperanza. “Tenemos a favor que somos un país esencialmente laico y por eso no hay casi resistencia a los derechos sexuales y reproductivos o a la aceptación de la diversidad sexual”, dijo Percovich, quien señaló: “Hemos logrado que nuestros economistas varones de izquierda (gracias a las economistas) entiendan que es imposible un desarrollo sostenible sin la inclusión de más de la mitad de la población, que la pobreza estructural del Uruguay que afecta a la población infantil, pasa por los apoyos de inclusión como ciudadanas de sus madres y que la violencia machista es la base de la inseguridad ciudadana”.
Una de las novedades de esta última elección es que las mujeres votaron mayoritariamente por el Frente Amplio. El trabajo de las feministas “ha trascendido en los mensajes de los medios y programas locales en el interior del país y, con una organización aceitada de las militantes de izquierda, con las trabajadoras y con el apoyo argumental de las académicas, se ha logrado revertir el tradicional voto de las mujeres para la derecha”.
Percovich sabe que no hay un paraíso conquistado: “No nos engañemos. La ola de ultraderecha patriarcal que recorre el mundo también tiene sus representantes en este laico y democrático paisito donde no puede crear un outsider de los viejos partidos políticos uruguayos, pero pueden dar resultado esos intentos en algún momento. Sobre todo porque los varones jóvenes se resisten a que sus compañeras negocien con ellos los términos de la relación y no les gusta salir de la zona de confort. El futuro dirá y nosotras seguiremos resistiendo y proponiendo cambios”.
Como un mensaje para las feministas argentinas, Gonçalvez “A mí una cosa que me alentó un montón, cuando ganó Lacalle, fue una cuenta que hizo un boot que decía faltan X días para que se vaya Lacalle. Fue un mecanismo para decir que todo va a pasar. Esto se va a ir, va a terminar. Hay que resistir, hay que aguantar”, dice la militante de Maldonado. Como una soga para las compañeras argentinas, alienta: “Hay que empezar a pensar en cómo van a reconstruir”.