Dalma Maradona asegura que aquella frase de que el tiempo lo acomoda todo con ella no corre. En una emotiva entrevista con Alejandro Apo a cuatro años de la muerte de Diego, la hija de Dios recuerda un sinfín de anécdotas con su padre, reflexiona sobre la figura del astro del fútbol mundial y reclama Justicia y pide paguen los médicos que debían velar por la salud del Diez.

Por eso dice que no, que esa frase con ella no, que al contrario, que lo extraña cada día más. “Eso que las personas dicen que con el tiempo te acomodás, yo no me acomodo a nada, no me acostumbro a nada. Me hago el cuento de que está de viaje”, afirma minutos antes de pedir que se haga justicia sobre su muerte y que se apliquen penas a los responsables de la mala praxis que hizo llorar a un país.

En una charla íntima, Dalma grafica esta situación en una escena: “Muchas veces él nos llamaba y nos decía ‘te regalo la luna’. Y ahora, cuando la luna está hermosa, nos llamamos con Giannina y decimos ‘la luna está hermosa”.

“Hablan de él como si fuera un trapo de piso”

Por eso, el pedido de justicia sobre la muerte de Diego Maradona cobra un peso especial, el de la herida que no se puede cerrar mientras, dice Dalma, su padre no encuentre justicia, “que es lo que se merece”. “Hablaban de él como si fuera un trapo de piso. Ahí dejamos de ser 'las locas que querían la plata de Maradona'. Él no estaba bien, con esa gente no estaba bien. La situación no daba para más”, sostuvo.

Obviamente con el diario del lunes hubiera roto todo”, explica Dalma, que asegura que todo lo que hicieron, lo hicieron “de la mejor manera sin exponerlo a él”, una persona ya de por sí bastante expuesta.

Pero, aun así, dice: “Yo puedo explicar mil historias contando lo que hice por él, pero me lo guardo para mí. Yo no le tengo que demostrar nada a nadie. Prefiero que piensen lo que piensen, pero prefiero no exponerlo. Pero yo me quedo con lo real, que cuando él nos veía se derretía. Si nosotros aparecíamos, ellos desaparecían”.

Ese “ellos” refiere al círculo que rodeó a Diego los últimos años de su vida, con personas como Matías Morla, quien fue su apoderado, y Leopoldo Luque, su médico personal.

“Esa fue la gran contra que teníamos, pero que es nuestro orgullo. Nosotros no tratamos nunca con esa mafia. Que ellos nos odien es nuestro tesoro. Porque hay gente que se dio cuenta tarde de quiénes eran ellos. Intentamos de diferentes maneras. Ojalá no hubiera tenido razón y mi papá esté acá”, dice, de todos modos, bajando nuevamente a tierra el descargo.

“Mi papá juega un poco bien al fútbol”

Pero la charla con Dalma no fue sobre el juicio ni sobre los últimos días del Diez, fue sobre la vida de Diego, una celebración de la vida de una persona que, sin duda, vivió su vida con intensidad y mucho cariño. Así lo grafica Dalma al habar de su viaje a Italia, donde fue a rodar un documental: “Me costó un montón entender. Porque yo decía que en Argentina mucha gente lo ama y mucha gente no. Allá no existe no amarlo”.

“Y cuando fui a hacer el documental, entendí un poco cuando una persona me dijo: ‘Con tu papá nos pasa algo que no tiene que ver con fútbol, tiene que ver con que nos puso en el mapa’. Él les da trabajo al día de hoy. Con esas cosas voy entendiendo la magnitud”, dice Dalma.

Una Dalma que, de chica, no entendía ni de cerca el fenómeno que causaba de su padre; y que ahora lo recuerda con emotividad: “Ahora me da mucha vergüenza la frase, pero la admití hace algunos años. Cuando me preguntaban qué hace mi papá, yo decía ‘juega un poco bien al fútbol’. Era una niña viendo el trabajo de su papá”.

Pero después llegó la historia: “Después sí, ver goles que hasta el día de hoy me emocionan. Ese gol (en alusión al gol del siglo) es una cosa inexplicable. También con el contexto de ese mundial. El segundo contra Inglaterra no tiene contra. Y mismo cuando él se vanagloriaba de ese gol y no sabía qué decir, decía que era otra época, que ahora no sabés si otro jugador te dejaría pasar así”.