En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, cuestionó la decisión del Gobierno de suspender servicios esenciales como el agua a las familias que no puedan pagar la tarifa, a la par que en las calles se agudiza la represión a los trabajadores que exigen el respeto de los derechos.
El editorial de Víctor Hugo Morales
Miraba a los policías pegándoles a los enfermeros, a Sandra Pettovello negándose ante la ley a dar los alimentos, a las personas con discapacidad insultadas. En ese momento apareció la gota que rebalsó el vaso, una gota final, sin la poética de Julio Cortázar, porque el aplastamiento ahora es el de la gente.
Aplastan a la gente. La tiran contra la pared. La tiran contra el piso. Le cortan el agua. Primero le aumentan cuatro veces, después Aysa manda un avisito y, a los dos meses, te cierran la canilla.
La última gota es esa que se quedó colgada en la ventana después de la lluvia. El único chorro es el que te cobra el agua. Y justo cuando llegó el verano, el gobierno estrangula las mangueras del verano con la que los chicos pueden jugar.
La sed del ajuste llega en medio de la sequía de los salarios, y esta sequedad en la boca, de la que ya no salen ni insultos, es el reflejo de la crueldad a pleno. La casta desreguló, alentó a los héroes empresarios a que ganen mucha plata, porque esa es su obligación, para eso están: para ganar mucho.
El héroe preferido de Milei se viste de policía para darle palos a los enfermeros. Los curan en salud a golpe limpio. El héroe es el empresario que se pone la capa de Aquaman y va cerrando grifos a pura carcajada.
Y mientras tanto, la gente se despierta sin agua para el mate, para una duchita rápida. Hace guiso seco porque sopa no hay. Mira el lento goteo de lo que quedó de la felicidad perdida, mientras la mafia de Clarín te muestra títulos y zócalos de los que no dieron quórum para la ficha limpia.
Y ahí salen a perseguirlos, a mansalva, a poner sus nombres, para ahogarlos de miedo para la próxima vez. La ficha limpia que vale es la de Aysa, la de Milei, la de Magnetto. Esa catarata de abusos, robos y extorsiones se transforma en la fuente con agua estancada, podrida, del sistema cerrando las canillas de los habitantes que no pueden pagar.