El submarino San Juan tenía una misión. Existe por lo menos una persona en el Estado que la conocía con exactitud. Esa persona es la misma que tiene acceso a todos los detalles de la inteligencia argentina y la logística de las tres Fuerzas Armadas. Es el funcionario que, si mediase una orden presidencial, podría impulsar una investigación a fondo sobre qué ocurrió con el submarino: su poder es inmenso y se articula con áreas sensibles del Ministerio de Defensa, también estaría en condiciones teóricas de torpedearla. Se llama Bari del Valle Sosa y es el jefe del Estado Mayor Conjunto.
- ¿Cuál es el perfil de Bari del Valle Sosa?
Nacido en 1959, a los 23 participó como teniente en la guerra de Malvinas. Infante, es general desde 2010 y teniente general desde 2016. Oficiales en actividad y en retiro dijeron a PáginaI12 que está relacionado con el general retirado Daniel Reimundes, conocido como “El Dragoncito”. Reimundes fue el operador político de Ricardo Brinzoni, que ocupó la jefatura del Ejército entre 1999 y 2003, bajo la Presidencia de Fernando de la Rúa, de sus sucesores fugaces del 2001 y de Eduardo Duhalde. Brinzoni acudió a Reimundes para cumplir con el objetivo de reposicionar al Ejército en funciones de política interna y garantizar la impunidad para los represores de la dictadura. A Bari del Valle Sosa le espera un trabajo intenso el año que viene. En 2018 el jefe del Estado Mayor Conjunto y su colega del Comando Sur de los Estados Unidos, que tiene influencia sobre América Latina, serán los anfitriones en la Argentina de la Conferencia Sudamericana de Defensa 2017. “Estamos en un proceso de reconversión, lo cual no significa que estamos para perfeccionar lo que venimos haciendo, sino que en realidad lo que estamos intentando es definir el instrumento militar que permita satisfacer las exigencias que va a enfrentar Argentina en el siglo XXI”, dijo el teniente general a “Diálogo, revista militar digital”. “Así que nuestro desafío es mirar cuáles son esos desafíos y diseñar nuestro instrumento militar conforme a estas exigencias”, agregó con cierto misterio pero con la señal de que él también tiene una misión encomendada.
- ¿Qué funciones tiene el Estado Mayor Conjunto?
En su página web puede leerse: “Asistir y asesorar al Ministro de Defensa en materia de Estrategia Militar y realizar el Planeamiento Estratégico Militar, a fin de contribuir en forma coordinada con las otras Fuerzas de la Nación al Sistema de Defensa Nacional”. El EMC es el ente que articula las operaciones de todas las fuerzas. Las operaciones navales, por ejemplo, son propuestas por el Estado Mayor Naval y coordinadas con el Estado Mayor Conjunto y con el viceministro de Defensa. La Dirección de Inteligencia del Estado Mayor Conjunto, a cargo del brigadier Raúl Maldonado, tiene incumbencia sobre la decisión acerca de las partidas presupuestarias. El jefe del Estado Mayor Conjunto es quien reúne la mayor información operativa del país. En los hechos actúa junto con la Secretaría de Logística del Ministerio de Defensa. Puede ocurrir que saltee a la Secretaría y trabaje con áreas afines del Ministerio en las segundas y terceras líneas, a nivel de direcciones, tanto en Logística como en otras secretarías. Un alto oficial dijo a este diario que la conformación del Ministerio de Defensa desde el 10 de diciembre de 2015 revela un peso notorio de ex directores y agentes de la Agencia Federal de Inteligencia, AFI, la antigua SIDE.
- ¿Cómo debería investigarse el caso del submarino?
Los oficiales y expertos consultados para esta nota a cambio de la reserva de identidad dijeron que dejarían en su puesto, en principio, al ministro Oscar Aguad. No emitieron esa recomendación por una opinión negativa o positiva sobre sus condiciones sino por motivos prácticos. Uno es que debería ser el principal testigo de una investigación. Otro es que, si el Presidente quiere saber la verdad e imparte las órdenes correspondientes, el ministro debería dar las instrucciones pertinentes de brindar información. La investigación tiene varias aristas. Una es el análisis de la misión del San Juan. Otra es la hipótesis de a quién beneficia la pérdida del submarino, país por país, se trate de amigos o enemigos. Qué desequilibraba o qué equilibraba el artefacto. Otra línea más de investigación es la que tiene que ver con lo que en la jerga se llama “confirmabilidad de los actos previos, simultáneos o posteriores al siniestro”. Consiste en pesquisar los niveles de certeza, las partidas, los viajes al exterior de cada uno de los oficiales y funcionarios civiles del Ministerio de Defensa, el detalle de la logística prevista y la aplicación del presupuesto a cada ítem programado. Naturalmente nadie puede descartar una hipótesis de sabotaje u otra de ataque. Deben ser investigadas.
- ¿Cuál es el marco jurídico de la navegación internacional?
Para los barcos en general hay pautas estrictas y normas que se homologan. Cuando los tratados están en vigencia se cumplen a rajatabla. Y todo se expresa en protocolos aplicables a la navegación marítima internacional. El marco se explica incluso por el costo de los seguros internacionales. Las grandes compañías aseguradoras naturalmente quieren correr el menor nivel de riesgo posible. Quienes navegan trabajan con lo que se conoce como “principio de consistencia”: todo lo que se actúe en el agua, sea en el río o en el mar, se ajusta a un protocolo. También existe el “principio de certeza”, que regula la navegabilidad de los buques y material de cualquier naturaleza. Tiene que ver con las exigencias necesarias para navegar. Los buques de guerra están incluidos. Y los submarinos.
- ¿Un barco de guerra debe ser homologado?
Sí, porque las exigencias son aún mayores. Incluso una nave puede perder la homologación y reconquistarla después. Por ejemplo, la Argentina desechó el portaaviones Independencia, que había pertenecido primero al Reino Unido y después a Canadá. En 1971 fue comprado como chatarra, remolcado y la India lo reconstituyó y navega. Lo reconstituyeron por completo. Más que la reparación de media vida del ARA San Juan. Aprovecharon la estructura. El principio en navegación es que las naves no se hunden. Las hunden los hombres. O los propios o los enemigos.
- ¿Cuáles son las condiciones para que un submarino emprenda un viaje?
Severísimas. El protocolo es más rígido que el de un avión. El primer oficial a cargo es el responsable de hacer un check list, un chequeo parte por parte, sobre las diferentes áreas: comunicaciones, comandos, máquinas y seguridad. En esa cadena de chequeo hay que incluir los motores, que trabajan con grupos electrógenos, los sistemas de transmisión (hélices) y el sistema de manejo telemétrico, que maneja las palas del timón. El chequeo es la primera aplicación del principio de certeza y seguridad para navegar. Abarca las comunicaciones y la entrada y salida en y desde el sistema de claves.
- ¿Cuál es la cadena de mandos antes de zarpar?
El oficial de guardia le dice al comandante del submarino: “Señor, todo en condiciones”. El comandante se lo repite en forma de pregunta y el oficial de guardia repite a su vez su frase. El comandante entonces hace preguntas al azar, sobre el personal, o sobre las condiciones de equipamiento, o sobre el grupo electrógeno o sobre las cuadernas, que son las costillas de la nave. Luego informa al jefe de la flota, si la navegación se hará dentro de una flota, y el jefe de la flota combina con el comando de tierra y con aviones y helicópteros. El comando en tierra de la orden de partir.
- ¿Es conocido el camino?
No, lo que se conoce como derrota no se anuncia, salvo condiciones de navegación libre, porque se trata de naves de guerra que emprenden una operación. Esa operación lleva un nombre que la identifica.
- ¿Los submarinos tienen un protocolo específico?
Sí. Las revisaciones incluyen los ámbitos de cualquier nave, como las máquinas y la parte eléctrica, pero son aún más estrictas. Hay un cuidado especial por las baterías de alto voltaje y por las pérdidas de agua. El protocolo es más exhaustivo porque salvo que tengan inconvenientes no navegan en superficie. Lo natural es que naveguen bajo el agua. O a 12 metros o a distintas profundidades de acuerdo a sus propias condiciones.
- ¿Qué tipo de operaciones puede desarrollar un submarino?
Variadas. De salvataje, de no detección, de instrucción. La tripulación de un submarino es de élite. En tierra tuvo que haber pasado el curso de submarinista. Pero al submarino entran solo los mejores promedios. El resto queda en el arma de submarinos sin navegar. Se requiere una gran estabilidad emocional y todos los años hay un examen tras el cual la única información recibida es un Sí o un No.
- ¿Los submarinos actúan siempre en secreto?
Su razón de ser es que naveguen sin emitir señales de presencia para que nadie pueda detectarlos. Las operaciones de los submarinos son clasificadas. No sale un submarino sin la orden de la fuerza de submarinos y sin el comando naval. Las operaciones constan de objetivo y objeto. El comandante recibe un sobre que dice “Clasificado y calificado”. Tiene las firmas del área de inteligencia, del comandante, del subcomandante, del comando naval y del responsable de la fuerza. Según los casos, o está autorizado a abrir el sobre en puerto delante de sus oficiales, siempre ya a bordo del submarino, o puede hacerlo recién luego de zarpar.
- ¿Cuál es la principal utilidad de un submarino?
Cumplir con una tarea de custodia de soberanía en el mar. Es fácil entender qué significa la violación del espacio aéreo. Cualquier persona puede ver un avión o comprender cuando un aparato extranjero cruza el cielo. En cambio es más difícil imaginar qué ocurre en las profundidades. Si, para citar un país hoy muy mencionado, estuviese navegando por el Mar Argentino un submarino atómico norcoreano, un submarino podría llegar a descubrirlo. O podría saber si entró en las 200 millas de mar territorial argentino una nave británica. Las tareas de un submarino siempre tienen que ver con el alerta de combate, como los aviones que hacen trabajo de reconocimiento por encima de los 10 mil metros o las patrullas solitarias del Ejército. Es la primera fuerza que toma contacto con el enemigo. La Argentina tiene uno principal, justamente el ARA San Juan, y dos submarinos de rescate. Contar con submarinos para un país con un mar como el Mar Argentino es clave para la estrategia de prevención contra una guerra.