La historia que se cuenta es la de un abuelo y su nieto en una ciudad balnearia, en invierno. Las imágenes de escena configuran los recuerdos fragmentados de ambos personajes pero el reencuentro entre los dos sucede por fuera del tiempo, porque el nieto abandonó la casa hace muchos años y el viejo ya no vive. El joven viaja con un amigo íntimo y una solícita compañera de ruta y todos son testigos del relato de la vecina sobre los últimos días del hombre que intentó terminar de criarlo. Obra escrita y dirigida por Toto Castiñeiras, Las lágrimas de los animales marinos es el espectáculo de gran despliegue que hasta mediados de diciembre se ofrece en la sala María Guerrero del Teatro Cervantes, interpretado por un nutrido elenco de actores y performers. En el rol del abuelo se destaca el excelente trabajo de Guillermo Angelelli.

Con una larga trayectoria en el género del clown, tanto Castiñeiras desde los ’90, como Angelelli desde los ’80, fueron singularizando sus respectivas carreras hacia el terreno multiforme del teatro físico siendo ésta la primera vez que trabajan juntos. Angelelli aceptó enseguida el convite al tratarse de “un personaje que está por fuera del repertorio que venía haciendo”, según cuenta en diálogo con Página/12. Por su parte, Castiñeiras aclara en la misma entrevista que aunque él tiene una historia muy ligada a la comicidad –durante 20 años giró por el mundo junto al Cirque du Soleil- cuando escribe las obras que dirige (Ojo de Pombero y Gurisa, valen como ejemplo) son otros los temas que le interesa explorar. Y si la gente se ríe, dice, “es porque eso es lo que se espera de mí”.

Una constante en la dramaturgia de Castiñeiras es proponer en escena una tensión vinculada a la identidad de género. Y ese asunto es una de las características de la obra que a Angelelli lo capturó desde el vamos: “Simple y a la vez conmovedora”, describe el actor, “la obra no hace una exposición sobre ese tema sino que fluye la idea de género de un modo orgánico”, explica y en relación a cómo el abuelo considera los años idos advierte que “las cosas son como uno decide acordárselas”. Es que abuelo y nieto tienen un registro diverso y “es que en esa relación hay un juego de contradicciones y permisos que hacen pensar en cuáles son, en realidad, los límites del amor”. Pero no son sólo ellos los que abren su interioridad, también lo hacen quienes acompañan al nieto y hasta la vecina del abuelo: “Todos los personajes hablan de la soledad, de la dificultad de comunicarse y de la necesidad de superarlo”.

Angelelli y Castiñeiras hacen referencia a la tragedia que a pesar suyo vive el clown sobre el escenario, lo cual es precisamente el desencadenante de la risa del público. Algo de eso hay en Las lágrimas…: “La obra presenta un trasfondo trágico pero está contado desde un lugar amoroso, desde una levedad que le da vida y respiración a lo que va sucediendo y ahí en el contraste es donde aparece el humor. La obra aparece por sí misma dejando al espectador que haga sus propias lecturas”, concluye el actor. En ese sentido, el trabajo de la troup de performers tiene mucho que ver. Es porque en casi todas las escenas una legión de seres diversos crea un energético coro alrededor de los personajes principales, acompañándolos, comentando la acción y movilizando el dispositivo escenográfíco.

“Los dos fuimos formados por Cristina Moreira, una maestra que nos hablaba de Jung y del inconsciente colectivo. Y muchas veces en estos ensayos sentí que estaba participando de un acto psico mágico más que del armado de un espectáculo”, cuenta sonriendo Angelelli. Por su parte, Castiñeiras explica cómo surgió este montaje nacido entre la situación de pandemia y una experiencia previa, una sesión de hipnosis que experimentó: “Quise jugar con planos superpuestos, atendiendo a lo poético, al cuerpo, a lo lumínico, lo escenográfico. El relato fue surgiendo de una imagen que me llevó a Mar del Plata, a la casa donde viví, donde está lo clandestino, lo traumático, lo violento y lo amoroso que encierra el espacio de la infancia. Quise indagar sobre eso. Y haber hecho una sesión de hipnosis consciente me ayudó a reflexionar sobre qué piezas uno junta para armar un recuerdo. Algo que se hace en el cuerpo y en la memoria, que se hace por capas y que fui viendo como si fueran espacios visuales. El mar y la ciudad vacía de visitantes me hicieron reflexionar sobre la tristeza, la nostalgia y el tiempo. Y sobre quienes viven teniendo una mirada diferente de las cosas”.

Aquel unipersonal mágico

Estrenado en 1993, varias veces premiado, Asterion fue un espectáculo que Guillermo Angelelli continuó interpretando a lo largo de esa década. Hacia fines de los ’90 Toto Castiñeiras lo vio en Mar del Plata, su ciudad. Según cuenta en la entrevista, vio varias veces aquel unipersonal mágico con textos de Boris Vian, Henry Miller y Jacques Rigaut, “y quedé atrapado por la conmoción de verlo actuar a Guillermo y de saber que eso, actuar solo, era lo que yo quería hacer”. Tiempo después Toto estrenó su Finimondo!, un espectáculo que también lo acompañó durante años.

*Las lágrimas de los animales marinos, Teatro Cervantes (Libertad 815) de jueves a domingo, a las 20 hs.