"Love is Blind" se ha convertido en una tendencia global, un formato que, en su esencia, promueve una premisa sencilla: el amor puede surgir a través de una conexión emocional y no necesariamente física. Sin embargo, lo que en un principio podría parecer un experimento social genuino, rápidamente se convierte en un reflejo distorsionado de las relaciones destructivas. Pero, ¿qué es lo que realmente estamos observando cuando vemos este tipo de reality shows? ¿Es un amor verdadero, o simplemente un espectáculo diseñado para satisfacer nuestra necesidad de drama y entretenimiento?
Sin importar en qué parte del mundo se realice, la premisa se mantiene intacta: hombres y mujeres compiten por encontrar su "alma gemela" en un plazo de tiempo extremadamente corto. Es una propuesta intrigante, pero también inquietante. Al fin y al cabo, ¿en qué momento llegamos a aceptar que el matrimonio, un acto tan complejo y profundo, se puede reducir a un juego de selección? Un juego en el que los participantes, motivados por la presión de los medios y el raiting, parecen más interesados en lo que los demás piensan de ellos que en una conexión genuina.
En cada episodio, lxs participantes se ven "obligados" a pedir perdón, a disculparse por sus actitudes o reacciones, mientras las tensiones crecen. Celos, inseguridades, la necesidad de revisar celulares, y el eterno reclamo de exclusividad. Nos encontramos con personas que dicen no ser opciones, pero que, paradójicamente, se inscriben a un show donde son precisamente eso: una opción entre muchas.
Este formato binario, que presenta únicamente relaciones heterosexuales, se enfoca en el juego de las expectativas. Los hombres buscan a una mujer "perfecta" y las mujeres buscan un hombre que se ajuste a sus ideales de pareja. Este enfoque perpetúa el ideal de monogamia como única forma de amor y compromiso, sin ofrecer un espacio para otras formas de relación o identidad. La narrativa binaria se extiende también al deseo de ser elegidos, el miedo al rechazo y la constante comparación entre las diferentes opciones. Y en medio de todo esto, surgen preguntas sobre el narcisismo y el amor propio ¿Realmente buscan estos individuos un amor sincero, o están más interesados en la validación social que se obtiene a través de la aceptación del otro?
Además, existe una gran contradicción entre lo que los participantes dicen y lo que realmente sienten. En el programa, muchos se abren al amor, pero a su vez, se sienten incapaces de mostrarse tal como son, temerosos de lo que podría opinar la audiencia. En sus momentos más íntimos, surgen confesiones de culpa, inseguridad y miedo, algo que refuerza la idea de que en realidad lo que buscan no es tanto el amor verdadero, sino el cumplimiento de lo preestablecido por el sistema patriarcal o el hambre del televidente. El miedo a ser juzgados por la sociedad, a ser etiquetados como "demasiado" o "insuficientes", está siempre presente ¿Acaso el amor genuino puede existir cuando la presión por ser aceptado y aprobado por todos es tan fuerte?
El éxito de este tipo de contenido, que ha logrado capturar la atención de millones a nivel mundial, radica precisamente en esa contradicción constante: el anhelo de un amor verdadero que, por su propia naturaleza, se ve distorsionado por la necesidad de cumplir con las expectativas sociales y mediáticas ¿Seguiremos alimentando estos contenidos que, aunque reflejan un trozo de la realidad humana, terminan por exagerar sus aspectos más negativos? ¿O comenzaremos a cuestionar estos formatos y a demandar representaciones más auténticas y diversas de lo que realmente significa el amor, el compromiso y las relaciones personales?
"Love is Blind Argentina" es solo un esbozo de un fenómeno más grande que va más allá de la pantalla. Es un reflejo de las inseguridades y contradicciones que definen las relaciones contemporáneas, y aunque nos brinda una dosis de entretenimiento, también nos deja con más preguntas que respuestas sobre lo que realmente significa amar y ser amado.
* Integrante de La Exalta Cultural