En un mundo cada vez más polarizado, el teaser de la nueva película de Blancanieves en live action logró algo que parecía imposible: unir a todo internet contra una misma causa. Feministas, libertarios, nostálgicos ultra ortodoxos de la animación tradicional, sionistas, militantes por la liberación palestina y hasta colectivos de actores con discapacidad: todos tuvieron algo que decir de esta bomba de 1 minuto y 17 segundos, que hizo explotar una pesadilla de RRPP, inédita en la historia de esta productora. 

Esta semana se filtró el trailer oficial que, esta vez, tiene 2 minutos y 30 segundos y confirmó que todo lo que puede salir mal, siempre puede salir peor.

¿Qué es lo que falló?

Disney 2024: un museo de grandes novedades

Desde hace 15 años, Disney está ordeñando sus vacas sagradas para ofrecer nuevas versiones de sus clásicos canónicos, estrujando hasta la última gota la melancolía de sus fans ortodoxos de larga data. El sexo vende, pero la nostalgia más. Los CEOs tomaron nota de esto y, desde el 2010, motorizados el éxito taquillero de la remake de "Alicia en el país de las maravillas", la productora lanza todos los años una nueva versión en live action de sus grandes hits.

La remake del Rey León copia cuadro por cuadro la versión original. Pero, esta vez, los animales están hechos de forma hiperrealista, lo que le da a la película el aspecto de estar protagonizada por leones embalsadamos.

Pero como el cine no existe en el vacío, en el 2015 la cuarta ola feminista empezó a analizar con lupa y microscopio la filmografía Disney, haciendo tronar el escarmiento sobre esta poderosa fábrica de subjetividades y representaciones sociales. Empezaron a salir a la luz clips, secuencias y personajes dan cuenta de la construcción homofóbica y racista de este universo animado. Pero quienes más la ligaron fueron las Princess, que durante décadas se configuraron como horizonte de la deseabilidad femenina arquetípica, como también lo hizo Barbie.

Disney: Una fantasía racista

Para no caer en una temible y lapidaria cancelación, rápidamente Disney empezó a lavar sus culpas a través de sus nuevas remakes en live action, sumando a sus elencos personajes étnicamente diversos, y modificando algunos de sus diálogos para borrar cualquier atisbo “problemático”. En las nuevas versiones, los malos no son tan malos ni tan picantes; los diálogos irónicos que requieren un poquito de perspicacia para ser decodificados desaparecieron y las chicas empezaron a encarnar las características del feminismo corporativo neoliberal por antonomasia: girl bosses que todo lo pueden.

Obviamente, esto generó una contra-reacción de hate ultra violento, sobre todo proveniente de sus fans más ortodoxos y conservadores, que pusieron el grito en el cielo cuando apareció la Sirenita negra o la Campanita negra; o un Peter Pan muchísimo más sonso que el adolescente pícaro y atrevido que supimos conocer, y etc y etc. 

Después de casi 70 décadas de mostrar a personas afro caracterizadas como monos, y a identidades de pueblos originarios de forma grotesca, es entendible que ahora los productores caminen pisando cáscaras de huevo

Una pesadilla de RRPP que se coció a fuego lento

Y así llegamos a Blancanieves, la verdadera y original princesa de Disney. No solo porque fue la primera película importante de esta productora (recibió un Oscar en 1937), sino porque fundó la franquicia de “Las Princesas” y, en consecuencia, estableció la imagen mental de lo que es ser una “princesa Disney”. Una construcción simbólica transterritorial que habla el mismo idioma acá, en Corea o en Finlandia. No hace falta explicar a qué nos referimos cuando decimos que una chica parece "una princesa de Disney".

Pero esta nueva remake de Disney tiene la voluntad de patear el tablero.

La Reina Malvada, esta vez, está encarnada por la ex Mujer Maravilla, la israelí Gal Gadot y la princesa propiamente dicha, por la actriz de origen colombiano y polaco, Rachel Zegler. Primera disrupción: la nueva Blancanieves aparentemente no es lo suficientemente blanca, ni los fans la consideran lo suficientemente linda como para cumplir con la premisa de ser “la más linda del reino”. Algo no es muy diferente a lo que ya pasó con la oleada racista que despertó La Sirenita, y que comentamos en esta nota. Nada nuevo bajo el sol.

Los fans ortodoxos no están contentos con la elección de casting.

Pero después, otro cataclismo. Esta vez, por parte de la joven Rachel, que pecando de canchera, se metió en un berenjenal del que no pudo salir, ni siquiera con la ayuda de un ejército de relacionistas públicos tope de gama. En una conferencia de prensa, Rachel fue entrevistada y dijo, soberbia, que Blancanieves nunca fue su película preferida de Disney y que olo la había visto una vez, cuando era chica. 

Luego, comentó sobre la nueva versión: "Solo quiero decir que ya no estamos en 1937”, “hemos hecho una 'Blancanieves' que no será salvada por el príncipe ni soñará con el amor verdadero; soñará con convertirse en la líder que sabe que puede ser y que su difunto padre le dijo que podría ser si era valiente, justa, audaz y sincera". Líder. Tomen nota de esa palabra.

Gal Gador y Rachel Zegler. Se especula que no hay buena onda entre ellas.

Más tarde, en otra entrevista, expresó que “en la película original había un gran enfoque en la historia de amor de Blancanieves con un hombre que literalmente la acecha", y comentó: "no hicimos eso esta vez. Realmente no se trata de la historia de amor en absoluto, lo cual es algo realmente maravilloso".  Finalmente, manifestó que todas las escenas con el Príncipe Azul (de la nueva versión) "podrían ser eliminadas", y agregó: "¿Quién sabe? Así es Hollywood, baby". Basada la nueva Blancanieves.

Estos comentarios irritantes generaron una catarata de odio virtual inédita, que se tradujeron en no miles, sino en millones de reacciones negativas en todas las plataformas, que envolvieron este estreno, que Disney planeaba anunciar con bombos y platillos, en una papa caliente. Sobre todo, después de que Rachel haya hecho un hilo de tuiter invitando a sus fans a ver la nueva película, que coronó con un mensaje que decía “Y nunca se olviden: ¡Viva Palestina libre!”. Recordemos que su compañera de elenco, Gal Gadot, es israelí, y ya se especulaba con que había un mal clima previo entre ellas. Más que tirar leña al fuego, con esta frutilla del postre le tiró un camión cisterna de alcohol etílico.

Blancanieves no es una historia de amor

Blancanieves”, contrario a lo que piensa Zegler, no es una historia de amor. El príncipe aparece menos de dos minutos en pantalla y, más que tener un rol protagónico, cumple una formalidad: es personaje genérico que encuadra la historia dentro de los estándares del amor heterosexual. 

Blancanieves, un ser de luz

Blancanieves es una adolescente que vive en condiciones de esclavitud, trapeando adoquines y vestida con harapos, víctima de los celos de la Reina tirana. A pesar de eso, no pierde la esperanza de ser feliz algún día y que un príncipe la saque de su miseria. Es inocente y bondadosa. Canta bien y los pájaros la aman. Ella es la protagonista, pero quienes terminan verdaderamente transformados, al final del arco narrativo, son los Enanos. Más puntualmente Grumpy, el enano gruñón, que al principio de la película es básicamente un INCEL ultra misógino y no quiere saber NADA de Blancanieves. Pero que, a lo largo del relato, su bondad lo conmueve y, a la hora de la verdad, cuando la Bruja Malvada envenena a su joven amiga, él es el primero en tomar las armas para liderar su venganza.

Blancanieves no es una historia de amor. Es una pequeña historia de amistad entre marginales. Una alianza atravesada por el cariño y los cuidados, frente al poder monárquico despótico y amenazante. El príncipe es algo accesorio. 

En la nueva versión de Blancanieves, ella liderará una revolución masiva. Lo cual es válido, y hasta podría ser interesante. Pero que, por lo que se especula (y teniendo en cuenta los últimos antecedentes "woke" de Disney), posiblemente apelará a una perspectiva girl power neoliberal, “mujeril” y meritócrata. Esto tampoco convence a los conservadores de siempre, que se sienten traicionados con estas versiones “progres” de sus princesas favoritas.

¿Y los enanos? 

En un principio, se filtraron imágenes del rodaje y los enanos no iban a ser enanos, sino un cast de siete “criaturas mágicas” interpretadas por actores “diverses”, que parecían salidos de una publicidad de United Colours of Benetton. Pero como eso podría interpretarse como ofensivo, decidieron poner a los enanos en la misma categoría que los animalitos del bosque y hacerlos con CGI, como si fuesen gnomos o duendes. Porque la inclusión de Disney acepta la diversidad étnica, pero todo tiene un límite: enanos, no. ¿Si mostrar enanos en pantalla supuestamente es ofensivo, por qué eligieron hacer esta historia en primer lugar?

Las siete "criaturas mágicas"

Eso mismo se pregunta Peter Dinklage, que se manifestó a favor de la nueva voluntad de diversidad étnica en Disney, pero criticó que se siga representando a los enanos de una manera que considera “desactualizada” y “ofensiva”. Comentó: "Están siendo progresistas en un sentido, pero siguen contando una historia regresiva sobre siete enanos que viven en una cueva". Dylan Post, por otro lado, se manifestó en contra de las declaraciones de Dinklage, argumentando que la película eliminó siete oportunidades laborales que hubiesen sido un sueño para actores con enanismo. 

Peter Dinklage participó de la discusión manifestando que es regresivo que Disney haga una película de siete enanos viviendo en una cueva.

En definitiva, Disney usó la historia original como andamiaje para inventar un nuevo relato, con un lavado de cara progresista y expansivo, como si hubiese agrandado el combo de McDonalds: más efectos especiales, más canciones, más CGI, más personajes, más todo. Pero, en ese pasaje, algo se perdió en la traducción. Sobre todo, la idea de inocencia y la bondad que transformó a este filme en una historia icónica. Todo esto se manifiesta en las complicaciones de extrapolar los códigos de una historia de 1937 al 2024, lo que implica que, inevitablemente, contar otra cosa. 

Los enanos, como los animales del bosque, están hechos por computadora. Es fácil imaginarnos a Rachel bailando y dando vueltas en una habitación con una pantalla verde.

Evidentemente, el público quiere seguir viendo relatos de princesas y fantasías de romances. ¿Por qué no hacer historias nuevas y genuinas, más orgánicas y frescas, como ocurrió con "Frozen"? ¿O la moraleja de esta película es que, cuando le querés caer bien a todos, indefectiblemente estás juntando todas las fichas para no caerle bien a nadie?