Por eso yo me pregunto
excluyendo a los honestos:
¿qué cosa habremos hecho
para merecer esto?
Rudy-Sanz, "Cómo llegamos a esto".
Quizás recuerde usted, querido lector, que hace unos meses publiqué una tesis con el mismo título que esta columna, y, por eso mismo, me acuse usted de repetitivo, autoplagiador, desmemoriado; o piense que no tengo más nada que escribir o que, simplemente, me autopercibo loro.
Nada más lejos de la verdad, podría decirle, pero no lo haré, porque no tengo ni idea del paradero de dicha verdad, entonces no podría afirmar que su acusación esté lejos o cerca de ella. Lo que sí es cierto es que en aquella "nota-tesis" no terminaba demostrando absolutamente nada, y que me limité a proporcionar una extensa y apócrifa bibliografía que quizás me ayudara a quedar bien con algún tribunal académico, pero sé que eso no le alcanza a usted, mi lector. Usted quiere más.
Como realmente no tengo una respuesta que me conforme (y dudo que la haya), se me ocurrió convocar a una charla reflexiva sobre el tema, que se llevará a cabo hoy mismo, por la tarde, coprotagonizada por Ale Sanz y quien les habla, y que esperamos sea el inicio de una serie de encuentros que lleguen a una o a miles de conclusiones que nos permitan formular preguntas que nos lleven a plantear cuestiones que nos encaminen hacia algún tipo de interlocución que nos conduzca hacia ciertos interrogantes que nos promuevan ciertas dudas que nos propongan ciertos dilemas que nos hagan considerar ciertos enigmas que nos lleven, aunque indirectamente, hacia percepciones certeramente integradoras pero no confirmables de nuestra (y cuando digo "nuestra", no sé cuán amplio estoy siendo) inescrutable pero no por ello imposible de hipotetizar realidad actual.
Así de desorientado está el campo popular, ¡y los neuróticos, ni le cuento!
Porque, lector, lectora, lectorcito, acaso usted no se pregunta, cuando se despierta cada día, o cuando desayuna lo que no quedó de ayer, o cuando le llega la tarifa de la luz, o cuando un vecino le pide prestada un ratito la prepaga, o cuando su tía la jubilada o su sobrino el albañil o su hermano el que lo votó y ahora no sabe con qué cortarse la mano que puso el sobre en la urna lo miran con esa cara que usted y yo sabemos; digo, ¿usted no se pregunta, no eleva audaz su voz en vuelo triunfal y pregunta: "¿Cómo, cómo, cómo llegamos a esto?"
Pero para acercarnos al "cómo" y al "llegamos", quizás habría que empezar por delinear qué vendría a ser "esto".
Porque "esto" puede ser este desgobierno que nos privatiza hasta las ganas de comer, que quiere eliminar la producción nacional hasta de materia fecal, que excluye del sistema al mismísimo sistema y legitima el insulto como manera de comunicación entre las personas. Pero también puede ser el preguntarse cómo es posible que este gobierno haya llegado a ser gobierno. Cómo fue posible que más de la mitad de los votantes lo eligieran, siendo que no mintió: está haciendo lo que dijo que iba a hacer. Y también puede ser "esto" la razón de que no exista en este momento una estructura que de verdad le ponga límites desde lo legal, lo jurídico, lo legislativo, lo social, y siguen las firmas.
"Esto" también puede ser el vertiginoso cambio en los temas a discutir; por ejemplo pasar de hablar de "más derechos" a "necesidades extremas" en menos de lo que cantan un falso león y una falsa pata. "Esto" puede ir por lo económico y preguntarse qué pasa con quienes no llegan a fin de mes, de semana, de día. "Esto" puede ser preguntarse por la salud, la educación, el cambio climático, las riquezas. "Esto" puede ser preguntarse por la tristeza, por la salud mental, por el diálogo; puede ser el debate o su ausencia, las creencias, el esperar "que venga alguien y haga algo". O puede ser las peleas internas, la epidemia de narcisismo, los conflictos serios por cuestiones imaginarias. "Esto" puede ser hablar del mundo, de "la rebeldía se volvió de ultraderecha", de las guerras, del ingenio de les poderoses en inventar "grietas, brechas, precipicios" para tapar su propia ambición sin límites. "Esto" puede ser la tecnología reemplazando a la vida humana, ya no "los aparatos estando a nuestro servicio", sino volviéndonos a nosotros parte de ellos. El celular parece el nuevo Dios: antes de irse a dormir, los creyentes, en vez de rezar, ponen a cargar la batería.
Y sin duda, lector, hay miles de "esto" más. Está en nosotros ir descubriéndolos.
Sugiero al lector acompañar esta columna con el video-estreno de Rudy-Sanz; “Cómo llegamos a esto”: