Para evitar que lo sigan cuestionando por su silencio en la crisis del submarino, el ministro de Defensa, Oscar Aguad, hizo ayer una visita sorpresa a la base de Puerto Belgrano y envió un comunicado. El ministro sostuvo que no inició sumarios internos, sino “un sumario administrativo” y advirtió que la etapa de determinar responsabilidades queda para más adelante, después de que se encuentre el submarino. “El compromiso es que hasta que no lo encontremos no vamos a dejar de buscar”, afirmó Aguad, cuya anterior aparición había sido para anunciar siete comunicaciones con el submarino que luego resultaron no ser reales.
Aguad viene siendo muy cuestionado dentro del Gabinete y dentro de Cambiemos por su rol en el Gobierno. Cuando fue ministro de Comunicaciones, se desató el escándalo por la deuda del Grupo Macri al Correo Argentino, en la que finalmente se dio marcha atrás y se planchó la causa (sin que el Estado cobrara nunca esa deuda que tiene la familia presidencial). El Presidente disolvió ese ministerio y a Aguad lo ubicó en Defensa, un lugar para el que –señalan en Cambiemos– no tiene ninguna experiencia previa. Aguad llevó personas de confianza de Córdoba, que están igual que él ante las cuestiones técnicas. Cuando comenzó la crisis del submarino, debió adelantar el regreso de un viaje por Canadá y no pudo ocultar las internas que tiene con la Armada, que ya se venían gestando antes de la tragedia actual.
No obstante, el Presidente le reserva un lugar especial en el plan de reconvertir a las Fuerzas Armadas para la lucha contra el terrorismo y contra el narcotráfico, por lo que se buscó preservarlo. Eso explica por qué toda la comunicación recayó sobre las espaldas de un vocero de la Armada y Aguad no apareció durante buena parte de la crisis (sus últimos tuits sobre el tema lo llevaron a dar información que luego probó ser falsa, como las supuestas siete comunicaciones con el submarino). Su silencio, por supuesto, también le trajo críticas de la oposición. Mientras buscan interpelarlo en el Congreso (ver aparte), la ex ministra de Defensa Nilda Garré lo cuestionó por ser un “ministro invisible”.
Ayer Aguad buscó revertir esas críticas con una visita a la base de Puerto Belgrano. Allí, según informó a través de un comunicado, supervisó las tareas de búsqueda. “Hemos venido a la Base a acompañar a los militares argentinos que están trabajando en esta tarea de la búsqueda del submarino. Hemos estado con ellos, con el comando especial que se ha formado”, afirmó. “Nuestra única preocupación es encontrar al buque, nuestra única preocupación son las familias, y estamos informando en tiempo casi real”, sostuvo Aguad. “Todo lo que tenga que ver con especulaciones sobre las responsabilidades vendrá después. Hoy nuestro único interés es encontrar el submarino, llevarle una respuesta a sus familias y al resto de la comunidad que también está angustiada y conmocionada con este evento”, sostuvo el ministro de Defensa.
El funcionario radical desmintió que haya abierto sumarios disciplinarios a miembros de la Armada. “No tengo idea de donde salió esa información. Nosotros hemos iniciado un sumario administrativo que corresponde de acuerdo a la ley para averiguar lo que pasó”, indicó.
También se ocupó de asegurar que no tiene “ninguna diferencia” con el jefe de la Armada, Marcelo Srur. Según comentan en el Gobierno, en verdad Aguad tiene previsto desplazarlo cuando termine la crisis, junto con otros marinos (el pedido de pase a retiro del jefe de la base de Mar del Plata, Gabriel González, se adelantó a las decisiones políticas que vendrán).
En rigor, Aguad ya pensaba desde antes de la crisis del submarino en remover a fin de año a toda la cúpula de las Fuerzas Armadas, excepto al jefe del Estado Mayor Conjunto, Bari del Valle Sosa, cuya cercanía con el militar (retirado) Daniel Reimundes, ex jefe de inteligencia del Ejército, no parece preocupar al ministro. Reimundes fue pasado a retiro por el gobierno de Néstor Kirchner, que lo sindicaba como uno de los operadores en contra de la política de juzgamiento de los represores, y que en mayo de 2004 –como informó en su momento PáginaI12– organizó una cena secreta en el Regimiento de los Patricios con militares y políticos, como Enrique “Coti” Nosiglia que, al verse sorprendido en plena tertulia por el entonces ministro de Defensa, José Pampuro, aclaró: “Ojo que no estamos conspirando”. Según informó el periódico cooperativo Tiempo Argentino, hoy Reimundes fungiría como asesor en las sombras del único jefe de las Fuerzas Armadas que Macri se propone dejar en su puesto.