Cuál es la mejor manera de mostrar una fotografía parecería ser una de las preguntas que recorre toda la obra de Cecilia Szalkowicz, un artista que desde que comenzó su trayectoria en el mundo del arte –hace más de dos décadas– ha explorado diversas formas y materialidades para darle cuerpo a sus obras. Entrar en una exhibición suya siempre contrae una sorpresa, es poco habitual llegar a una muestra de Szalkowicz y encontrarse con un puñado de fotos perfectas, prolijamente enmarcadas sobre una impoluta pared blanca. Su trabajo como artista no se limita únicamente a disparar con la cámara hacia distintas direcciones, sino que también se trata de pensar, diseñar y crear un soporte específico para que esas fotos existan. Su actual exhibición en la Fundación Larivière, Ideas fijas, parece ser otro capítulo más de esta historia: en el medio de la sala, doce bloques de concreto colocados uno al lado del otro guardan un puñado de retratos de diferentes objetos. De esta manera, Szalkowicz crea una obra en donde las categorías para englobarla son poco útiles; cuando un espectador mira esa mole gigante no puede saber si está frente a una escultura, una instalación o directamente un monumento.
La curaduría de esta muestra estuvo a cargo de Mariano Mayer, poeta y curador argentino que actualmente reside en España y que formó parte de Suscripción, el colectivo de artistas del que también formó parte Szalkowicz y que durante varios años cruzó el mundo de la poesía con el de las imágenes. Además, el diseño y desarrollo de la estructura de concreto que alberga las fotos de la artista fue realizado en colaboración con los arquitectos Leticia Virguez y Gabriel Huarte, del estudio Mater. La exhibición se inauguró en el marco de la Bienal Internacional de Arquitectura de Buenos Aires y se podrá visitar hasta el mes de febrero de 2025.
Esta muestra no empieza y termina con esas fotos en esos bloques majestuosos, sino que continúa con una publicación que contiene otro conjunto de imágenes que dialogan con las que se pueden ver en la sala. Todo el trabajo de Szalkowicz está vinculado con el mundo de la edición editorial, no solo porque estudió diseño gráfico en la Universidad de Buenos Aires, sino porque muchos de sus trabajos se desplegaron en este formato. Estas “ideas fijas” que presenta la artista reúnen su manera de mirar y también su manera de trabajar, ya que su obra se expande también en hojas impresas, accesibles para todo el mundo, y no se circunscribe únicamente al espacio expositivo. Con esta muestra se puede conocer a la artista, fotógrafa, diseñadora y editora.
PELIGROSA OBSESIÓN
Cecilia Szalkowicz nació en Buenos Aires en 1972. Si bien se formó como diseñadora gráfica, también pasó por varias instancias de formación vinculadas a la fotografía y la práctica artista. A mediados de los noventa asistió a los talleres de Alberto Goldenstein en el Centro Cultural Rojas y luego, a comienzos de los 2000, fue parte de la Beca Kuitca. Desde entonces, ha habido una constante en su trabajo y sus exhibiciones siempre mezclaron el mundo de la moda con la fotografía, el arte contemporáneo y la forma de exponer, es decir, siempre le preocupó la manera en la que las imágenes se mostraban. En este sentido, la expresión “ideas fijas” parece ser un eufemismo de la palabra “obsesiones”. Esta muestra de Szalkowicz viene a confirmar –¿y tallar en piedra, tal vez?– todas estas líneas de trabajo que siguió durante años. Su reciente exposición es una conversación muy clara con muchos trabajos suyos anteriores en los que todos estos mundos se mezclan.
Algunas de las fotos emplazadas en los bloques de concreto que habitan en la Fundación Larivière muestran guantes sosteniendo fotos, como si fueran imágenes de un catálogo; pliegues de pantalones, a la altura de la rodilla; y luego una serie de objetos más inconexos: un huevo, una bolsa de plástico, planos detalles de diferentes esculturas. Muchas de estas fotos fueron tomadas en museos de Francia, cuando Szalkowicz se quedó varada por culpa de la pandemia en ese país, durante meses, con su familia (conformada por el artista y diseñador Gastón Pérsico y la hija que tienen juntos). Esa situación fue la famosa “desgracia con suerte” porque este trío argentino encontró, rendida a sus pies, a una París sin turistas. Ese vacío fue el ticket de entrada para que Szalkowicz pudiera tomar, en distintos museos de ese lugar, algunas de las imágenes que ahora se encuentran en exhibición.
La artista enaltece todos estos objetos cuando los retrata. A su vez, los iguala: tiene la misma importancia un huevo que una obra del Museo de d'Orsay o del Louvre. Un poco de justicia poética para esas cosas de la vida cotidiana que los ojos olvidan apenas dejan de verlas. En sus fotos es recurrente ver prendas de ropa, poses muy marcadas y accesorios. El universo de la moda sobrevuela su trabajo, de hecho su exhibición Soy un disfraz de tigre, que se realizó en el año 2019 en la Fotogalería del Teatro San Martín, no sólo incluía una serie de fotos similares a las de Ideas fijas –aunque un poco más coloridas–, sino que también estaba formada por una acción en la que un grupo de performers desfilaba con cada una de esas fotos por ese majestuoso hall que antecede a la sala Casacuberta, siguiendo un diseño ideado por ella misma. En ese mismo año, su obra Cosmos –la que la llevó a ganar el premio Braque que la dejaría varada en París– hacía entrar a los espectadores en una sala completamente oscura, en la cual diferentes luces se prendían y se apagaban iluminando de manera alterna fotos, objetos y esculturas emplazados en diferentes lugares. En todos estos trabajos y en el que actualmente está en exhibición, Szalkowicz experimentó con diferentes maneras de mostrar imágenes y buscó, para cada oportunidad, un dispositivo diferente.
Lo que genera su trabajo no es transformar un objeto “menor” –como una bolsa de plástico– es algo de alta cultura, sino en devolverle el misterio a algunos objetos de la vida cotidiana. Todas las fotografías incluídas en Ideas fijas resultan, por lo menos, inquietantes y habilitan muchas preguntas sobre su origen de esos objetos o el lugar en el que fueron retratados. Al descontextualizar cada cosa, abre la puerta de la imaginación y cada retrato, cada objeto, contiene una historia en potencia.
MUNDO DE PAPEL
Desde 1999 y hasta 2005, Cecilia Szalkowicz integró el colectivo Suscripción. Durante esos años los artistas que integraron el grupo fueron cambiando, pero otros se mantuvieron de manera más estable, como Gastón Pérsico y el propio Mariano Mayer. El proyecto surgió como una iniciativa para mezclar el mundo de la poesía con el de las artes visuales. En varias oportunidades, Szalkowicz contó que su manera de trabajar con la fotografía es como si se tratara de algún tipo de escritura y que con su trabajo intenta armar un relato que sólo pueda existir con imágenes.
Atendiendo el espíritu de la época, que surfeaba como podía los embates de la crisis del 2001, Suscripción creó muchas piezas que eran baratas de producir y también de adquirir. El colectivo creó publicaciones, fanzines, cajitas con fotos impresas en minilab y algunas intervenciones específicas, nacidas de invitaciones que le hacían al colectivo. Si la ropa, la moda y las poses son una constante en el trabajo de esta artista, el mundo editorial también lo es (actualmente trabaja, principalmente, como editora de libros de arte).
Ideas fijas incluye una pequeña sala en la que se ven los pliegues de una publicación con otro conjunto de fotos tomadas por Szalkowicz. Esta otra instancia de la exhibición parece ser la contracara de la sala principal. De un lado, la megalomanía del monumento y el cemento; del otro, la liviandad de una pequeña publicación hecha en papel. Esos pliegues que se muestran en una pared como si fueran obra, también se pueden adquirir en la librería de la fundación. Otra vez, las dos caras de una misma moneda: Ideas fijas es esa gran obra de varias toneladas, casi imposible de mover, y una publicación a la que accede todo el mundo y que cualquiera puede llevarse a su casa. De alguna manera el espíritu que apareció en Suscripción sigue operando en la producción de Szalkowicz, aunque el colectivo ya no exista como tal.
El lugar en el que todo se une es en esa capacidad que tiene la fotografía de detener el tiempo. Ese superpoder también lo tienen los monumentos y las publicaciones. Una vez que algo sale de la imprenta ya no hay marcha atrás y todo queda inmortalizado en el papel, de la misma manera que en una escultura. Esta parece ser la verdadera habilidad de la artista, lograr eternizar en diferentes formatos y dispositivos distintas imágenes que, una vez que entran en su obra, dejan de ser de un tiempo y de un lugar específico. Quizás, cuando Cecilia Szalkowicz ve sus propias fotografías, ya no sabe si es hoy, ayer o mañana.
Ideas fijas se puede visitar de jueves a domingo, de 12 a 19, en la Fundación Larivière, Caboto 564. Hasta febrero de 2025. Entrada: $4000.