A casi una década de publicada en Buenos Aires su novela mayor, Ferdydurke, a tres lustros de exilio involuntario en el país, donde quedara varado por la guerra, aquel que sería considerado uno de los grandes autores de la narrativa polaca y fuente secreta de las vanguardias literarias sesentistas sobrevivía malamente en una errancia con la que huía de los espacios de consagración, fiel a su ética