La relación de Javier Milei con el mundo industrial reconoce estas hipótesis:

  1. No conoce cómo funciona su entramado productivo y laboral.
  2. Ignora los componentes básicos que lo hacen estratégico en el desarrollo económico y en la innovación tecnológica.
  3. Tiene rechazo a empresarios y trabajadores del sector por dogmatismo ideológico.
  4. Está convencido de los estereotipos colgados sobre industriales, alimentados durante décadas por el discurso económico conservador.

Puede ser una, algunas o todas juntas estas suposiciones para abordar el vínculo tóxico de Milei con la industria. O, directamente, concluir que no le interesa aprender de la historia local e internacional ni escuchar a estudiosos del tema acerca de su importancia en el crecimiento de las naciones.

Hubo gobiernos y funcionarios con más o menos indiferencia sobre el mundo industrial, desde la última dictadura militar, pasando por el menemismo y luego el macrismo, que han impulsado medidas orientadas abiertamente hacia la desindustrialización. Pero ninguno expresó, como Milei, semejante comportamiento torpe y nivel de desprecio a la industria, acompañados de políticas para perjudicarla.

La última expresión de rechazo fue ausentarse de la 30° Conferencia Industrial organizada por la UIA, vacío que imitó el ministro de Economía, Luis Caputo, quien actúa en redes sociales como muñeco de ventrílocuo para congraciarse con su Chasman.

Desde el inicio del Gobierno, en diciembre de 2023, se perdieron 126.050 puestos de trabajo, de los cuales 40.000 pertenecen al sector manufacturero. Imagen: Carolina Camps.

El espejo opuesto de Brasil

En contraposición, un día después de la burla libertaria a la UIA, se desarrolló el 14º Encuentro Nacional de la Industria de Brasil, y el presidente Lula da Silva y el vicepresidente Geraldo Alckmin hablaron en la apertura del evento, reafirmando una alianza clave sostenida con un plan industrial de miles de millones de dólares para confirmar la vocación brasileña de consolidar su lugar de potencia regional.

La economía argentina de Milei se orienta a consolidar su rol periférico y subordinado como proveedor de materias primas para el mercado internacional.

El caso más patético de esta política de condenar al país a un atraso relativo es la construcción del ducto de exportación de gas desde Vaca Muerta hacia el polo industrial de San Pablo, Brasil. Materia prima argentina para fortalecer la expansión de la industria de Brasil.

Los libros de historia no muerden

Milei, antes de ningunear a los industriales, los había insultado en su propia sede, en el Día de la Industria, en septiembre pasado, al señalar que el período de mayor expansión industrial “fue durante el modelo agroexportador, y no con el modelo fracasado de sustitución de importaciones”.

Esta afirmación colisiona con el saber básico de la historia económica argentina. La industria nacional empezó el período de expansión en el mismo momento en que se agotó el modelo agroexportador, en la década del 30 del siglo pasado, derivado del crac bursátil de Wall Street y la posterior recesión global. Este proceso se aceleró desde mediados de la década del 40 hasta el freno abrupto provocado por la última dictadura militar.

El proteccionismo y el desarrollo industrial fueron las estrategias de muchos países durante varias décadas, entre ellos Argentina, conformando una estructura social integrada y de avanzada en comparación con el resto de Latinoamérica.

Milei agregó, en este discurso, que con la sustitución de importaciones “la industria quedó subordinada al Estado con subsidios y aranceles” en una relación de “tutela viciosa” que “arrastramos hasta hoy”.

La consecuencia de esa política “es que para proteger la industria se le robó al campo, y esta protección lo único que generó es un sector industrial adicto al Estado. Esta es una de las raíces de las crisis económicas estructurales que padecemos desde hace tantas décadas”, distorsionó Milei, de esta forma, la interpretación del estancamiento económico argentino.

La principal diferencia en relación a los ciclos de desindustrialización pasados

Existe la válida tentación analítica de asociar la deliberada política de desindustrialización de Milei con las aplicadas por Martínez de Hoz en la última dictadura militar, por Domingo Cavallo en el gobierno de Carlos Menem y por el equipo económico del gobierno de Mauricio Macri.

En la concepción y en la práctica, tienen los mismos rudimentarios ingredientes de fomento de las importaciones con la apertura comercial indiscriminada y atraso cambiario, y ensañamiento con la producción nacional, eligiendo como blanco la comparación de brecha de precios y calidades con productos del exterior.

Aparece, sin embargo, una diferencia fundamental que puede hacer de este proceso libertario una desindustrialización aún más devastadora que los intentos anteriores: la transformación estructural de la economía mundial, los cambios en la distribución del poder entre potencias y el proceso de (des)globalización.

Estados Unidos, y más atrás Europa, han lanzado una estrategia de reindustrialización en territorio propio, buscando dar marcha atrás con la deslocalización de plantas fabriles (para aprovechar costos más bajos de salarios y energía) en países periféricos asiáticos y europeos.

A contracorriente del ciclo económico global

Los tres procesos de desindustrialización argentinos anteriores se extendieron en un tiempo donde coincidían en la misma frecuencia de apertura comercial global y estrategias de las multinacionales de mantener o incrementar las ganancias con la deslocalización de eslabones de la producción, para luego integrarlos y ganar cuotas de mercado con este incremento de la productividad y competitividad.

El iniciado por Milei, en cambio, va a contracorriente de la tendencia global, haciendo aún más vulnerable el entramado industrial local en una economía mundial que está funcionando con otras reglas.

El siguiente dato resulta ilustrativo de los cambios y el reordenamiento global, que descoloca el relato económico libertario de Milei: en el año 2000, China representaba el 6% de la manufactura mundial; se proyecta que en 2030 será casi la mitad de toda la manufactura mundial, según la investigación "El futuro de la industrialización", de las Naciones Unidas. “Este tipo de cambio no tiene precedente en la economía mundial moderna”, señalan los autores de este documento.

En el mismo período, Estados Unidos retrocedió del 25% al 11%; Japón del 11% al 5%, Alemania del 8% al 3%. Porcentajes que explican el regreso del proteccionismo y la reindustrialización en las potencias económicas.

El ABC de la política industria

El economista jefe de la Confederación Sindical Internacional, el argentino Daniel Kostzer, escribió el texto “¿Qué se entiende por políticas industriales hoy en día?”. Podría ser utilizado como manual de educación básica para la comunidad liberal-libertaria, dedicada a exhibir sin pudor la soberbia de la ignorancia.

Los principales conceptos entregados por Kostzer son los siguientes:

  • La política industrial se refiere a las estrategias gubernamentales destinadas a influir en la estructura económica de un país mediante la promoción de sectores o industrias específicas para lograr el crecimiento económico, la competitividad y la transformación estructural.
  • En los últimos años, la política industrial ha evolucionado desde las formas tradicionales que se centraban en el proteccionismo y el desarrollo dirigido por el Estado hasta incluir una gama más amplia de herramientas que abordan desafíos contemporáneos como la globalización, el cambio climático, la salud mundial y la transformación digital.
  • Las políticas industriales modernas han evolucionado significativamente con respecto a los enfoques proteccionistas y estatistas del pasado, como la industrialización por sustitución de importaciones (ISI) en América latina y las estrategias orientadas a la exportación de los tigres del este asiático.
  • Hoy, las políticas industriales son más matizadas y se centran en fomentar la innovación, la digitalización, la sostenibilidad y la integración en las cadenas de valor globales.
  • Los gobiernos utilizan una combinación de mecanismos de mercado e intervenciones estratégicas para promover las industrias de alta tecnología, garantizar una transición ecológica y generar resiliencia en sectores críticos.
  • El Fondo Monetario Internacional y otras instituciones financieras internacionales, como el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio, tradicionalmente han sido escépticos respecto de las políticas industriales, en particular en sus formas más antiguas (por ejemplo, el proteccionismo y la planificación económica dirigida por el Estado). Sin embargo, en los últimos años, sus opiniones han evolucionado debido a la dinámica económica mundial cambiante, los nuevos desafíos para el desarrollo y el éxito de las políticas industriales estratégicas en varios países.

Qué está haciendo la mayoría de países con base industrial, menos la Argentina de Milei

Kostzer entrega una guía extraordinaria de los planes de industrialización que están impulsando las potencias económicas, un sendero opuesto al que ha colocado Milei a la economía argentina:

  • La Estrategia Industrial Europea busca aumentar la resiliencia en sectores clave (por ejemplo, semiconductores, suministros médicos) y garantizar la competitividad en las cadenas de valor globales, al tiempo que se adhiere a los objetivos de sostenibilidad. El enfoque está basado en innovación, liderazgo digital y sostenibilidad, con un gran énfasis en las asociaciones público-privadas y las inversiones estratégicas a través de iniciativas como “Horizonte Europa”.
  • En los últimos años, Estados Unidos ha adoptado una postura más proactiva en materia de política industrial, y el gobierno ha tomado medidas para remodelar las cadenas de suministro e impulsar industrias clave como los semiconductores, la energía limpia y los productos farmacéuticos. Las iniciativas clave son la Ley de CHIPS y Ciencia de 2022, destinada a fortalecer la producción nacional de semiconductores, un ejemplo de política industrial impulsada por preocupaciones estratégicas. La Ley de Reducción de la Inflación también apoya a las industrias verdes a través de subsidios para vehículos eléctricos y tecnologías de energía limpia. El objetivo es ganar competitividad en la carrera tecnológica global (en particular con China), la repatriación de industrias críticas y el fomento de la innovación a través del apoyo gubernamental.
  • El plan Made in China 2025 es un ejemplo por excelencia de una política industrial moderna que busca modernizar la base manufacturera del país centrándose en industrias de alta tecnología como la robótica, la industria aeroespacial, los nuevos materiales y la biofarmacéutica. Las características principales son la fuerte intervención estatal, subsidios y apoyo a industrias que son estratégicamente importantes para la competitividad global. China también se centra en el desarrollo de cadenas de suministro nacionales para reducir la dependencia de la tecnología extranjera. Está enfocado en la autosuficiencia tecnológica, liderazgo global en industrias emergentes y la reducción de la dependencia de las tecnologías occidentales.
  • La iniciativa Atmanirbhar Bharat (India autosuficiente) refleja el deseo de promover las industrias nacionales y reducir la dependencia de las importaciones, en particular en sectores como la electrónica, los productos farmacéuticos y la defensa. El plan de incentivos está vinculado a la producción, que ofrece beneficios financieros a las empresas que impulsan la producción manufacturera en sectores como los teléfonos inteligentes, la electrónica y la energía solar. El objetivo es fomentar la fabricación nacional al tiempo que se integra a las cadenas de suministro globales, con énfasis en la transformación digital y la energía verde.

La resistencia de los sindicatos industriales

Mientras la Unión Industrial Argentina exhibe un penoso comportamiento ante la deliberada política liberal-libertaria de destrucción, los sindicatos industriales se unen para resistir, reconociendo que son los primeros elegidos de la guillotina Milei.

Esta semana presentaron un informe sobre el sector que destaca que, desde el inicio del gobierno, en diciembre de 2023, se perdieron 126.050 puestos de trabajo, de los cuales 40.000 pertenecen al sector manufacturero, y se cerraron 2333 empresas, 1000 de ellas productoras de manufacturas y en su mayoría pymes.

La información es un relevamiento realizado por la Confederación de Sindicatos Industriales de la República Argentina (Csira), que engloba a 1.660.000 trabajadores, y está basada en datos de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo. Para el 90% de los representantes gremiales del sector industrial, la situación de la actividad empeoró en lo que va del año. El 70% consigna una caída en las ventas y solo el 3,8% afirma que mejoró.

La producción sigue el mismo comportamiento decreciente: casi el 80% de los referentes gremiales señala que hubo una caída en la actividad y más del 60% informa que esto se refleja en menos horas de trabajo. Para el 92%, el uso de la capacidad instalada en las fábricas sigue mal o ha empeorado con el actual gobierno.

El panorama impacta de lleno en la situación de los trabajadores: en el 60% de estos 31 sindicatos industriales hubo despidos en el último trimestre y un tercio da cuenta de problemas por parte de las empresas para afrontar los pagos de salarios. El 82% de los gremios relevados señala que hubo recorte de horas extras en su rubro y el 72% habla de suspensiones, licencias y adelanto de vacaciones para un porcentaje de los trabajadores.

Esta es la crítica situación del primer año de gobierno de Milei, siendo recién el inicio del proceso de desindustrialización liberal-libertario.