Salta/12
La fiscalía llegó a la conclusión de que el 8 de julio de 2011 Héctor Romero levantó a María Cash con la intención de abordarla sexualmente y en el trayecto desde la rotonda de General Güemes a Joaquín V. González, la atacó y luego hizo desaparecer su cuerpo.
María Cash está desaparecida desde ese día. La hipótesis inicial apuntaba a que había sido víctima de trata. Trece años después, la fiscalía apunta a la hipótesis del femicidio. Tras la imputación al principal sospechoso, el fiscal general Eduardo Villalba requirió que se rastrillen distintos puntos en busca de sus restos. Uno es El Tunal, a poco más de 30 kilómetros de González, donde el camionero se detuvo ese día y volvió un mes de la desaparición, según se desprende del analisis de su celular.
Romero recorría esa ruta a diario, transportando mercadería para el supermercado Miguelito de propiedad del empresario y finquero Miguel Segura, que tiene otro supermercado en Güemes.
La fiscalía insiste en que la desaparición de María Cash nunca dejó de investigarse, pero estuvo "signada por pistas falsas o datos falsos" que protegieron al sospechoso.
En el dictamen fiscal citándolo a indagatoria por homicidio calificado --al que Página/12 tuvo acceso-- se sostiene que Romero tiene el comportamiento de un culpable. Su entorno --su hermano y su empleador-- hacen afirmaciones reveladoras. "No sé cómo zafará", "el quilombo está hecho hace 13 años", "ya no hay marcha atrás", dijo su hermano. "Ha hecho una cagada", dijo Segura.
El fiscal viene repitiendo que es llamativa "la protección del círculo íntimo hacia Romero y sobre todo, la de Miguel Segura". El fiscal Villalba adelantó que podría haber más detenidos en la causa.
La acusación a Héctor Romero se basa en análisis de las comunicaciones telefónicas de la línea que utilizaba al momento de los hechos y datos de las antenas en las que impactó esta línea; informes del Cuerpo Especializado de Investigadores; testimonios recibidos y la inspección ocular realizada en la zona de la Gruta Difunta Correa donde el camionero asegura haber dejado a María Cash.
Entre los indicios que llevaron a convencer a la fiscalía de la culpabilidad del chofer se reseña que nunca comunicó haber visto a María el día que desapareció. Los investigadores llegaron a Romero por el lugareño René Torres, que el 14 de julio de 2011declaró haber visto a una mujer haciendo dedo al costado de la ruta y la describió: “vestía pantalón crema sucio, pullover color rosado, cabello con colita", parecía "asustada", dijo llamarse María y "se dirigía al sur”. Este mismo testigo vió que se subió a “un camión Mercedes Benz blanco con acoplado", que en la parte de atrás tenía la leyenda "Catita", y siguió por la ruta nacional 34 hacia el sur.
Este camión pertenecía al supermercado Miguelito y el chofer era Romero, que recién fue convocado como testigo y declaró cuatro veces en esa calidad, tres en 2011 y una en 2019.
La fiscalía sostuvo que en todas "se evidenciaron contradicciones", a diferencia de los otros testigos. Reconoció que levantó a una joven que hacía dedo en General Güemes cerca del cruce con la ruta que va a Torzalito pero dio tres ubicaciones diferentes del lugar donde se bajó: antes de llegar a la Difunta Correa a la altura de la finca El Estanque; en el paraje Palomitas, un poco antes en diagonal a la Difunta Correa, y en la misma Gruta. Romero recorría esa ruta desde hacía 20 años, por lo que llamó la atención que no pudiera recordar el lugar exacto donde la dejó. Además, en la inspección advirtieron que en ese tramo con pendiente ascendiente en plena curva, es imposible frenar un camión casi de repente, como dijo el chofer.
Por otro lado, se hizo un análisis de los impactos de la línea telefónica de Romero desde un año antes al día de la desaparición de María Cash. Así se pudo establecer la rutina de los viajes, su duración, su periodicidad y el patrón de conducta del camionero. Y así se determinó que el 8 de julio de 2011 Romero salió de Güemes a las 15.54 y llegó a González a las 18.42, es decir, que el trayecto le demandó 2 horas y 47 minutos.
Sin embargo, el encargado del supermercado de González, Gustavo Lemos, declaró que Romero llegó a las 19.15, horario que quedó anotado en las planillas de registro de la empresa. Los investigadores repararon en esos 33 minutos de ventana entre las 18.42 y las 19.15, mucho para hacer el recorrido de un kilómetro y medio que separa el ingreso de González al súper.
Romero dijo que ese día emprendió el regreso a Güemes a las 22 y llegó 30 minutos después de la medianoche, es decir que el trayecto le imsumió dos horas y media. Pero el impacto de celdas y antenas de telefonía muestra que salió de González a las 21.07, lo que implica que en realidad el recorrido a Güemes le demandó tres horas y 23 minutos. Esta es otra ventana de tiempo (entre las 21.07 y las 22) sin explicación. Esa demora de casi una hora fue "en el trayecto de la Ruta 16 hacia la ruta 34" donde está El Tunal.
La revisión minuciosa de los impactos del teléfono del sospechoso mostró también otro dato llamativo: el día que se cumplía un mes de la desaparición de María Cash, la línea de Romero se detuvo "durante aproximadamente 1 hora y 20 minutos, en la zona de la ruta 16 ubicada en la localidad de El Tunal". Su teléfono impactó en esa localidad a las 17.14 y recién impactó en González a las 19.10. "Nuevamente se abre una ventana temporal sin explicación alguna". ¿Fue allí a hacer algo en el lugar donde enterró a María Cash?
Por otra parte, la fiscalía también consideró relevante que Romero siempre comienza describiendo a María desde abajo hacia arriba, haciendo hincapié en las botas y el pantalón. No recuerda cómo estaba vestida en la parte superior, incluso llegó a decir que no vio su rostro “porque estaba despeinada y porque el pelo suelto le tapaba la cara”. Para los investigadores, es anormal que habiendo conversado brevemente cuando María estaba en la ruta y él frente al volante, no le viera la cara. Y que tampoco recordara la ropa que llevaba en la parte de arriba, cuando compartieron la cabina del camión. Además, otros dos testigos que vieron a María ese día, aseguran que estaba con el pelo recogido y lo mismo se ve en la filmación en el ex peaje Aunor.
Otro dato que llevó a la fiscalía a descartar que María Cash se hubiera bajado en las cercanías de la Difunta Correa es que la familia que tiene una gomería casi enfrente, asegura que si alguien bajaba en ese lugar lo hubieran visto y esa tarde no vieron a ninguna mujer.
Otros datos de relevancia para confirmar las sospechas surgieron hace muy poco, en la intervención de líneas telefónicas de Romero y su entorno. El anuncio público de una nueva convocatoria a los testigos del caso, generó revuelo en un círculo cercano a Héctor Romero con epicentro en las empresas de Miguel Segura, donde también trabajaba su hermano, David Romero.
El 7 de julio Segura llamó a David Romero para advertirle que se había publicado esta noticia con una imagen de Héctor Romero y le recomienda que lo ponga sobre aviso. El 5 de noviembre Gustavo Lemos llama a Héctor Romero para avisarle que estaba citado a declarar. "Vos tenés que decir que vos no sabés", le dice el chofer. Por la tarde de ese mismo día, Segura llamó a Romero para avisarle que él también había sido citado a declarar.
El intercambio más interesante fue el 7 de noviembre en una conversación entre Federico Segura, hijo de Miguel Segura, y David Romero. "La tiene complicada", reconoce David sobre su hermano en relación al caso de María Cash. "No sé cómo zafará. Ahora lo único que queda es apechugar, porque ya no queda otra. El quilombo está hecho hace 13 años". "No podés zafar del quilombo". "Ya no hay marcha atrás", afirma.
Ese mismo día, mientras espera ser atendido en una llamada, Miguel Segura habla con David Romero, que está en la misma habitación: "No le hablés por teléfono (a Héctor Romero)", le recomienda. Esto evidencia que alguien los puso sobre aviso de la intervención telefónica porque el empresario, padre del diputado provincial Daniel Segura, dice que éste le advirtió que no se comuniquen por teléfono.
Ese mismo día, en conversación con el encargado de la flota de camiones y de la finca, Miguel Segura reniega: "el quilombo que tengo yo hoy en día por culpa de un chofer pelotudo que ha hecho una cagada". "Se ha mandado un moco de la mierda".