Desde Brasilia

Un no a los golpistas. Durante el encuentro que mantuvo el viernes pasado con el  presidente electo uruguayo Yamandú Orsi, del Frente Amplio, Luiz Inácio Lula da Silva recibió un mensaje de apoyo en medio de la seguidilla de revelaciones de la Policía Federal sobre el intento de golpe de Estado orquestado por Jair Bolsonaro que derivaron en la prisión de cinco seguidores del ex presidente, cuatro de ellos militares.

La conversación entre el jefe del Partido de los Trabajadores y el pupilo José Mujica, el frenteamplista de mayor proyección internacional, se realizó en el tercer piso del Palacio del Planalto, sede del gobierno brasilero. Lula dio a la visita una importancia apenas inferior a la de un jefe de Estado en funciones: estuvo acompañado de cuatro funcionarios con rango de ministro.

Esta fue la segunda conversación entre ambos en cinco días. La anterior, hecha por teléfono, ocurrió el lunes posterior al triunfo de Orsi ante Álvaro Delgado, del Partido Nacional, apadrinado del mandatario Luis Lacalle Pou.

Cumbre

El tiempo en la agenda de un presidente es un bien escaso: y Lula conversó durante aproximadamente una hora y media con Orsi en menos de una semana. Y tal vez vuelva a hacerlo este jueves durante la cumbre del Mercosur en Montevideo. En esa reunión que cerrará la presidencia semestral del bloque por parte del mandatario saliente, Lacalle Pou, se espera la presencia del argentino Javier Milei, que no recibió ni un telefonema de Lula en casi once meses de gobierno (sin olvidar el saludo glaciar en la cumbre del G20 celebrada en Rio).

Volvamos a lo ocurrido en el Planalto el viernes al mediodía, cuando el futuro presidente uruguayo llegó al despacho de Lula con tres colaboradores importantes, de los cuales dos serán ministros a partir de marzo al iniciarse el cuarto gobierno del Frente, una coalición de fuerzas de izquierda bastante diversas, que ha demostrado su vigencia a pesar de la marea derechista y ultraderechista global, que no logró ser hegemónica en América Latina. Al menos por ahora.

Luego de conversar con Lula, Orsi hizo un pronunciamiento de cuatro minutos a los periodistas que lo aguardábamos en la planta baja de Palacio, en torno de quienes fue reforzada la presencia de efectivos de seguridad. Mientras tanto en la Plaza de los Tres Poderes, ubicada entre la Presidencia y el Supremo Tribunal Federal, acaban de instalarse más vallas y se estacionaron vehículos de la policía.

La situación parece estar bajo control en Brasil aunque hay una tensión difusa tras las graves denuncias harto documentadas sobre la planificación del alzamiento militar finalmente fallido. Nadie subestima el tono amenazador de las declaraciones de un Bolsonaro acorralado - puede ser condenado y, de no haber un pacto de impunidad, detenido - así como de su hijo el senador Flavio Bolsonaro.

Saludo político

"Por supuesto traje un saludo de Mujica (...) Hay una relación muy estrecha, de afinidad entre mi partido y el propio Lula da Silva (..) fue una conversación entre amigos (...). Y, por supuesto, nuestra solidaridad con el gobierno de Brasil por todas las cosas que han ocurrido a lo largo de este tiempo" declaró Orsi.

Sobrio, vistiendo un traje azul, camisa a rayas con el último botón desprendido y el nudo de la corbata flojo, al hablar con la prensa no abundó sobre el golpe y la conmoción brasileña posterior a la imputación de Bolsonaro. Pero el asunto obviamente preocupa en la izquierda uruguaya. Por otra parte fuentes consultadas por esta diario indicaron que en la reunión del Planalto, y en las conversaciones entre representantes de Lula y Orsi, el golpe fallido no fue un asunto menor.

De todos modos, el tema principal de la conversación fue el interés de Orsi y Lula en que el Mercosur avance hacia un acuerdo con la Unión Europea en la reunión de la semana próxima en Montevideo, donde es aguardada la presencia de la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Leyen.

Onda expansiva

El plan para acabar con la democracia en Brasil , estuvo a un pelín de concretarse, y en ese caso todos los países del subcontinente habrían sufrido los coletazos.

La conspiración contemplaba asesinar a fines de 2022 al entonces presidente electo Lula, a su vice y a un juez del Supremo. También, decretar un estado de excepción, montar un campo de concentración comparable al de Auschwitz (según consta en las casi 900 páginas de la denuncia de la Policía Federal) y designar una junta compuesta por generales como el anciano Augusto Heleno, en cuyo prontuario aparece el haber servido a los militares más duros dentro régimen que gobernó de facto entre 1964 y 1985.

Es decir, Brasil se encaminaba hacia una dictadura de libro. Como las del siglo pasado, cuando desde el el Planalto los militares además de reprimir y matar en Brasil exportaban la inestabilidad hacia sus vecinos. Así ocurrió en 1973 con el respaldo dado al golpe de estado uruguayo.

Antes , en 1971, el dictador Emilio Garrastazú Médici ideó la invasión de Uruguay en caso de que el recién creado Frente Amplio se impusiera en las elecciones de aquel año. Lo cual no ocurrió debido al triunfo conservador. Se lo llamó "Plan 30 Horas", porque era el tiempo estimado para que las tropas venidas de la vecina provincia de Rio Grande do Sul dominaran el "paisito". Con tal demostración de fuerza advertirían qué tipo de escarmiento les esperaba a otros países si la izquierda llegaba al poder. El golpe de Estado en Chile, en 1973, fue otra demostración de hasta dónde llegaba el brazo terrorista brasileño.

Nombres clandestinos

Según documentos desclasificados por Estados Unidos , el presidente Richard Nixon y su consejero de Seguridad Nacional, Henry Kissinger fueron informados del Plan 30 horas. La noticia no contrarió al gobernante republicano ni a su consejero. Al contrario, este plan de ataque militar contra Uruguay se ajustaba al papel de gendarme regional atribuido a Brasilia.

La costumbre de bautizar a las conspiraciones con nombres clandestinos, observada en la Operación 30 Horas permaneció hasta 2022, cuando la trama para matar a Lula y perpetuar a Bolsonaro fue bautizada como "Operación Puñal Verde-Amarillo".

Fuga de Bolsonaro

El jueves a la noche, cuando Orsi aterrizó en Brasilia aún repercutía una entrevista en la que Bolsonaro declaró su intención de refugiarse en alguna embajada ante el riesgo de ser preso.

Al hacer esa afirmación, que más parece una confesión, confirmaba las especulaciones surgidas en diciembre del año pasado sobre la posibilidad de que se asilara en Argentina durante su viaje para la toma de posesión Javier Milei. Otra especulación, que ganó fuerza en estos días, habla sobre un refugio en la embajada argentina en Brasilia.

Factor Trump

A Bolsonaro se le templa la voz y por veces grita como cuando intimidaba a los periodistas en Palacio de Alvorada, la residencia presidencial, cada vez que habla de Donald Trump. Se sospecha que cuando el republicano asuma, el 20 de enero, dos meses antes de que Orsi haga lo propio en Uruguay, habrá que reforzar la atención sobre lo que pueda ocurrir en la inmensa, y en fase de ampliación, embajada norteamericana en Brasilia. Ya que la posibiidad de un refugio está en boca de todos.

El triunfo del empresario republicano , a quien Bolsonaro llamó recientemente como el "colorado", haciendo notar cuánta confianza hay entre ellos, será un factor que jugará en favor de la ultraderecha hemisférica. Y se hará sentir en Brasil. Bolsonaro cree, y no está errado, que este Trump 2.0 presionará en favor de una amnistía que lo libre de todo cargo por el golpe que no fue.

El inicio del segundo mandato trumpista coincidirá con una nueva fase del proceso judicial contra el expresidente, que estará a cargo de la Procuraduría General de la República, bastante conservadora, y permeable a las presiones.

Las presiones sobre el proceso también proceden de la actual cúpula militar interesada en que la institución no sea manchada por el juicio. Esa preocupación habría sido uno de los temas planteados este sábado por los comandantes del Ejército, la Marina y la Aeronáutica durante la reunión mantenida con Lula. El encuentro no había sido anunciado en la agenda oficial.