Desde Sevilla
El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) ha cumplido ya 145 años y a pesar de la transformación experimentada en todo este tiempo se mantiene fiel a sus liturgias. Una de las más arraigadas es la de concluir cada uno de sus congresos con todos los delegados entonando puño en alto las estrofas de La Internacional.
En un partido en que los militantes suelen estar muy a la izquierda de sus dirigentes y éstos más alineados pragmáticamente con sus millones de votantes, fue usual que durante muchos años este rito se siguiera con más entusiasmo desde la grada que desde el escenario donde las direcciones recién elegidas saludaban a los delegados. Ni a Felipe González durante su larga etapa como presidente del Gobierno ni a Rodríguez Zapatero se los vio levantar el puño durante una ceremonia a la que asistían con cara de desear que acabara cuanto antes. A Pedro Sánchez, sin embargo, se lo ve entusiasmado con la ceremonia.
La liturgia del PSOE, el partido socialdemócrata con más poder de toda Europa, sonó durante años desafinada en relación con muchas de las medidas que sus gobiernos tomaban, o dejaban de tomar, desde el poder. Especialmente las de carácter económico. Pero en esta ocasión, la imagen de Pedro Sánchez levantando el puño desde su metro noventa y convertido en la principal referencia de la izquierda europea parece más alineada que nunca con el giro que ha tomado el socialismo español, que se propone como faro frente al avance de la extrema derecha en todo el mundo occidental y como puntal de resistencia frente a lo que el propio líder ha definido como un acoso contra su Gobierno por parte del poder económico, mediático y judicial.
“Nos acosan porque el PSOE se ha convertido en una fuente de esperanza para millones de ciudadanos y ciudadanas de nuestro país y porque hay fuerzas progresistas en Europa y más allá que nos miran y ven en nosotros un modelo a seguir y una fuente de fortaleza y de inspiración”, aseguró Sánchez en la clausura del 41º Congreso del PSOE, celebrado en Sevilla, en el que fue reelegido secretario general para los próximos cuatro años.
Asedio judicial
El líder socialista llegó a este congreso en uno de los peores momentos desde que es presidente del Gobierno de España, con denuncias y procedimientos judiciales que afectan a su mujer, a su hermano, a su antiguo número dos en el partido y en el Gobierno, José Luis Ábalos, y después de que un empresario acusado de entregar dinero a varios dirigentes saliera de la cárcel tras un pacto por la Fiscalía para destapar una presunta trama de corrupción en el seno del Ejecutivo.
Giro a la izquierda
El secretario general socialista ha respondido a esta situación con un cierre de filas en su partido, al que convocó a librar un “combate histórico” y el anuncio de medidas que pueden entenderse como un nuevo giro a la izquierda, empezando por la creación de una empresa pública de vivienda desde la que pretende resolver uno de los principales problemas que atraviesa el país, especialmente en las capas más jóvenes de su población
Por ello, reivindicó el "paso al frente" que ha dado después de plantearse el pasado abril dejar la actividad política y defendió al suyo como un gobierno limpio, acosado y atacado con bulos y noticias falsas "por tierra, mar y aire". Advirtió, además, que su única prioridad es volver a ganar las elecciones, municipales, autonómicas y generales en 2027.
Reveló que en los últimos meses, especialmente después de que su mujer, Begoña Gómez, fuese imputada en una de estas causas, reflexionó con su familia sobre qué hacer, pero finalmente decidió continuar al frente del Gobierno y del PSOE. "Como podéis imaginar he hablado mucho con mi familia a este respecto, porque ellos, como todos nosotros y nosotras, también son víctimas del odio de los odiadores profesionales”, afirmó.
Aseguró que en la situación actual a todos los socialistas, comenzando por él mismo, les toca dar "un paso al frente, no un paso a un lado ni un paso atrás", y aseguró que tiene más ganas y fuerza que nunca.
El secretario general socialista denunció las agresiones verbales y físicas que han sufrido los socialistas en los últimos meses y los ataques a las sedes del PSOE en distintos puntos de España. La intervención de Sánchez presentándose a sí mismo y a su partido como víctimas corona un proceso de varios días en los que los dirigentes del PSOE fueron preparando el terreno denunciando una ofensiva de los poderes fácticos como respuesta a los procedimientos abiertos en los juzgados contra miembros de su gobierno y su entorno personal, algunos de los cuales saltaron a la luz a días de iniciarse el congreso socialista.
Así, aseguró que estos ataques son consecuencia del papel jugado por el PSOE en la defensa de las subidas salariales y de pensiones, los servicios públicos y avances sociales como el derecho al aborto, el matrimonio igualitario o la lucha contra el cambio climático.