Umberto Eco no murió, aunque la historia oficial se obstine en fechar su fallecimiento en 2016. Se siguen publicando en español textos inéditos del gran medievalista, semiólogo, filósofo y experto en medios de comunicación italiano nacido en Alessandria.
Es tan monumental su obra y se ha hablado y escrito tanto sobre, por ejemplo El nombre de la rosa, que muchas veces ha quedado de lado su costado más lúdico. Es el que aflora, para lectores descontracturados, en el "flamante" Filósofos en libertad, una bella edición en tapa dura lanzada por Libros del Zorro Rojo.
Se trata de textos y dibujos que fueron publicados por primera vez en 1958. Eco los firmó con un seudónimo que aludía claramente a Joyce: Dedalus. Eran una suerte de "viñetas cómicas", dedicadas a sus grandes amores intelectuales: la filosofía y las letras (se había doctorado en 1954). A estos comentarios sueltos e irreverentes les fue sumando una serie de poemas rimados que terminó leyendo en la plaza de San Marcos, durante el Congreso Internacional de Filosofía que se celebró en Venecia. Ante el "clamor" de su círculo más cercano, hubo una primera edición artesanal, a la que siguió otra, y luego una tercera y una cuarta, siempre de unos pocos cientos de ejemplares. Recién ahora es el momento de su publicación en español.
Eco definió el género que domina este libro como "ensayo ligero". Su peculiar trabajo puede leerse como una introducción hilarante a la historia de la filosofía o como un juego para iniciados. Sus compañeros y amigos de entonces, y sus lectores de hoy, celebran algunos de estos versos que rompen con la solemnidad de aquellos claustros académicos.
Así, por ejemplo escribió sobre Aristóteles: "De Andrónico a Tomás, estagirita / y de él hasta nosotros han cambiado /tus rasgos y ya nadie te hace caso. / ¡Oh, reencontrar aún inalterado / tan solo aquel amor por la verdad, / la cauta y preclarísima prudencia / que uniste a la noción del hombre entero, / contemplador y amante de la ciencia! / Más temo tanto que reencontraría /eso que finges ser y que no eres". O sobre Santo Tomás de Aquino: "El santo Tomás de Aquino / elabora con gran tino / un pensamiento rotundo / que reduce todo el mundo / a un sistema de respuestas, /calibradas, bien dispuestas, /que con fórmulas sagaces, /sin error sean capaces / de explicar al ser humano /desde Dios hasta el gusano."
En la introducción a la edición de 1992, Eco escribió, atajándose y advirtiendo: "el elevado ideal ético que ha dominado todos y cada uno de estos divertimentos ha sido siempre el de una absoluta corrección científica. Espero que sirvan de advertencia a las futuras generaciones: bromear, sí, pero seriamente".