El mal avanza a medida que tambien avanza la definición del campeonato y se lucha por el título y el ingreso a las copas continentales (ya no por el descenso). El negocio de la mayoría de los equipos es que los partidos se jueguen lo menos posible y que los noventa minutos reglamentarios se diluyan en un desagradable espectáculo de demoras por caídas, protestas, lesiones y simulaciones que irritan a jugadores, técnicos, árbitros, público y hasta a algunos periodistas que todavía dicEn febrero, esta columna apuntó en dos ocasiones que algo había que hacer con el tema