Le patearon cuatro penales y atajó los cuatro para que su equipo salga campeón. Y nada menos que en una final de Champions League -por entonces Copa de Campeones de Europa- ante el Barcelona. El arquero rumano Helmut Duckadam, legendario por su actuación en la definición europea de 1986 con el Steaua Bucarest, murió este lunes a los 65 años según informó la prensa de su país.

Según el diario rumano Gandul, Duckadam había sido hospitalizado el miércoles pasado en el hospital militar de Bucarest y venía de someterse a varias intervenciones médicas en los últimos años. La más reciente, una operación a corazón abierto en septiembre.

Desde ese 7 de mayo de 1986 en adelante a Helmut se lo conoció como "el héroe de Sevilla", dado que la final se jugó en esa ciudad, por lo que podría decirse que el Steaua se consagró de visitante (50 mil de los 60 mil hinchas en el estadio eran culés).

Eran tiempos de un fútbol mucho más parejo y competitivo en Europa gracias al límite de extranjeros por equipo, cosa que cambiaría a partir de 1995 con la Ley Bosman que - sobre todo- terminó perjudicando al fútbol sudamericano.

Aquel Steaua Bucarest que alineó a once rumanos y venía de eliminar, por ejemplo, al Bayern Múnich se enfrentó en la final al Barcelona -todavía no había sido campeón europeo- donde despuntaba dos extranjeros, el alemán Bernd Schuster y el escocés Steve Archibald. Fue 0 a 0 en tiempo regular y el alargue y, a la hora de los penales, llegó la hora de lucirse para Helmut.

Arrancaron a patear los rumanos, que fallaron sus primeros dos remates, pero no hubo de qué preocuparse con las cuatro atajadas del uno. Fue 2 a 0 final para el Steaua.

En diciembre de ese año el elenco rumano enfrentó en Tokio al River de Pumpido, Ruggeri, Alonso y Alzamendi por la Intercontinental -gol del uruguayo para el 1 a 0 final- pero ya no tenía a su héroe en el arco. Duckadam, de 27 años, se retiró del fútbol apenas unas semanas después de conquistar Europa por una trombosis en un su brazo. Años después tuvo un regreso a las canchas que no duró demasiado y donde no destacó.

De acuerdo a los medios rumanos, su estado de salud tampoco fue bueno en las últimas dos décadas, con problemas en los brazos y en las rodillas que lo obligaron a tomar una veintena de pastillas diarias.