Laboratorios Rivero, que tiene una importante planta de producción en Junín y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sigue acumulando deudas por salarios impagos con sus trabajadores de ambos lugares, que denuncian una estrategia de vaciamiento.

La empresa nació como un emprendimiento familiar, creado en 1932 por Pedro Luis Rivero. Su primera sede aún funciona en el barrio porteño de Flores, pero décadas después se expandió a Junín.  Rivero padre la condujo hasta su fallecimiento en 1980. Desde entonces quedó en manos de la siguiente generación, encabezada por Pedro Luis Rivero Segura. Pero Segura falleció a comienzos de 2023 y allí comenzaron los problemas.

Entonces, los herederos de esta empresa que produce medicamentos, marterial descartable y biomédico, resolvieron “profesionalizar el management”, lo que en la práctica significó el fin del espíritu de armonía y cooperación que había reinado hasta entonces.  Empezaron primero a demorar el pago de sueldos, luego a pagarlos de manera incompleta hasta adeudar, en la actualidad, según el caso, entre seis y diez meses, en base a esa estrategia de pagos parciales y mínimos.

Lo primero que destacan los trabajadores es que Rivero está muy lejos de perder plata. “Es el único productor de bolsas para transfusiones de sangre, que provee a clínicas y hospitales, exporta a distintos mercados y tiene un catálogo amplio de fármacos”, dicen en estricto off the record.

La prevención se debe a que, meses atrás, como consecuencia de una protesta con bombos y volanteada dentro de la planta, dos trabajadores fueron despedidos. Siguen reclamando sus indemnizaciones.

Un trabajador sin militancia sindical previa, empujado por la situación a asumir roles cada vez más activos ante la falta de respuestas por parte de la comisión interna y del sindicato de Sanidad, cuenta a Buenos Aires/12: “Nosotros vemos que quieren vaciar el laboratorio o dejarlo morir y no sabemos exáctamente por qué. La consecuencia lógica de esta falta de pago es que los trabajadores más jóvenes, los de menor antigüedad, se van. Se están yendo por goteo, a medida que consiguen otros trabajos. Y obviamente no toman a nadie en su lugar. El tema es que la mayoría tenemos antigüedades muy altas, que van de veinte a treinta y cinco años, y no estamos dispuestos a regalar eso. No queremos irnos gratis después de tanto esfuerzo”.

El panorama entre los trabajadores es realmente proeupcante. Entre ellos, cuentan que hubo algunas audiencias en el ministerio de Trabajo de la Nación, pero los representantes de la empresa "sólo buscaban ganar tiempo, patear todo para adelante". "Ahora, encima, hay un clima de época más afín para esta clase de maniobras”, dicen y siguen enumerando ejemplo de la crisis: "Hay gente que sufrió desalojos, gente que está con cuadros de depresión o ansiedad". 

Buenos Aires/12 pudo comprobar el clima persecutorio que se vive en la empresa. Al consultar a un ejecutivo por la versión oficial, este primero se excusó y luego quiso saber, como condición para responder, quién había facilitado su contacto. 

En la web de la empresa, que no dice nada respecto del conflicto, se destacan algunos hitos de su historia. "En 1971 nos visitó el Dr. René Favaloro, que habiendo regresado de la Cleveland Clinic necesitaba que le produjéramos materiales descartables para utilizar en cirugía cardiaca. Nace así una colaboración de más de cuatro décadas, con el servicio de cirugía cardiovascular del Sanatorio Güemes primero y con la Fundación Favaloro después, que dio a la luz materiales biomédicos y soluciones para cardioplegia de uso hoy generalizado en cardiocirugía. Recientemente introdujimos Kantrilex, moderna solución para cardioplegia cristaloide y conservación de órganos para trasplantar".

Desde hace cuarenta años, la empresa sostiene además su propia fundación, bajo el nombre de Pedro Luis Rivero. La misma solía entregar un premio al mejor trabajo científico para la promoción de la donación de sangre, en el marco de los congresos argentinos de medicina transfusional. El último fue en 2021.