Suele pensarse a la dictadura militar implantada en Brasil por más de una década como algo alejada o apartada de los demás procesos militares de Sudamérica, principalmente por las fechas: mientras que los últimos golpes de Estado se dieron en esa época en Bolivia en 1971, en Uruguay y Chile en 1973, y en Argentina tres años después, la dictadura comenzó en Brasil bastante antes, en 1964. Pero si se amplía el período histórico, incluyendo la década de 1960 -aún antes-, hay todo un ciclo represivo y dictatorial que incluye gran cantidad de países de América Latina. Valga como ejemplo el listado que hizo en su momento el escritor Juan Filloy en Vil & vil (1975), novela de satírico humor sobre la conspiración y el golpismo castrenses y la vida cuartelaria, secretarial y oculta de un “colimba enamoradizo”. Con una nota en portadilla titulada “Historia reciente”, Filloy se apartó de la ficción para dar cuenta, a modo de realista introducción, de una docena de “presidentes derrocados”, comenzando con José María Lemus, de El Salvador, en octubre de 1960. Una segunda edición de la novela de Filloy (rescatada por El cuenco de plata, publicada en 2005) tiene incluso como agregado a Juan Domingo Perón, depuesto en septiembre de 1955. Llamada por su autor “novela de anticipación”, preveía en esa nota: “Por el curso que llevan las cosas en los países latinoamericanos, esta novela acontece a menudo y, forzosamente, variando detalles y circunstancias, acontecerá”. Y así “aconteció” en el propio país, nuevamente, en marzo de 1976, a menos de un año de publicada la novela, y su autor tuvo que comparecer para dar explicaciones ante un tribunal militar por la misma.
En 2014, al cumplirse medio siglo del Golpe militar, la Biblioteca Nacional de Brasil organizó un seminario en su sede en Rio de Janeiro: “El Golpe de 1964, 50 años: debates en la Biblioteca Nacional”. Diez años después de aquel evento, y “congelada” la publicación por varios años, una parte de esas ponencias se han reunido en el flamante volumen titulado El golpe de 1964: herencias y reflexiones (O golpe de 1964: heranças e reflexões), organizado por Rafaella Bettamio. Con una edición de la Fundação Biblioteca Nacional en papel, el libro se encuentra también disponible gratuitamente en su web (gov.br/bn/pt-br). Divido en secciones, estas se titulan: “La prensa alternativa en la dictadura militar”, “Las relaciones entre Estados Unidos y las dictaduras militares en el Cono Sur”, y “La relación de la prensa, de la literatura y las artes con la censura”, junto a un par de textos introductorios. La apertura de Bettamio, Doctora en Historia, Política y Bienes Culturales e investigadora, plantea entre varios temas que “todavía hoy, son muchos los reflejos del régimen dictatorial en la sociedad brasileña”, y que el libro pretende o intenta entonces “contribuir para que importantes cuestiones y abordajes del período estimulen nuevas investigaciones, de modo de iluminar aspectos significativos de aquel pasado y crear, así, mejores condiciones para la interpretación y la actuación de los sujetos en el presente”.
La primera intervención que se publica es la conferencia inaugural dada por Dulce Chaves Pandolfi: “Fui invitada para hablar sobre cómo el Brasil de hoy lidia con su pasado dictatorial en base a mi experiencia como historiadora y, al mismo tiempo, víctima del Estado represor implantado por la dictadura civil-militar”, dice al comienzo, poniendo en juego un doble rol, donde la memoria de la experiencia vivida/padecida, y el oficio de historiar, se combinan o complementan. Arriesgada intervención, donde las figuras de “víctima” y “sobreviviente” se superponen con las tareas de la reconstrucción de lo acontecido: un presente y un futuro (que se aguarda con expectación) que reconstruyen y resignifican -en relaciones de constante tensión- el pasado.
Chaves Pandolfi narra lo que fue su época de juventud en Recife, Pernambuco, y el activismo y optimismo que campeaban entonces: Paulo Freire, Ligas Campesinas, reforma agraria, Movimiento de Cultura Popular y campañas de alfabetización para adultos eran parte de los movimientos reformistas de entonces, junto al accionar -y las perspectivas confiadas, triunfalistas- del Partido Comunista Brasileño. Y la llegada del golpe, como brutal corte, y las muchas noticias sobre torturas y desapariciones, especialmente de trabajadores rurales de la zona. Y una disputa, en el presente, por la memoria: “Para los militares y sus aliados civiles, los militantes eran y continúan siendo calificados como ‘terroristas’. Muchos negaban la existencia de ‘presos políticos’. Los que admitían la tortura, decían que hubo ‘excesos’ cometidos por algunos pocos. Algunos de nosotros, por medio de relatos autobiográficos, películas, libros y, sobre todo, de organización que fueron siendo creadas, como el Grupo Tortura Nunca Más, buscaban (y continúan buscando) reafirmar la existencia de la práctica de la tortura y exigir la responsabilidad del Estado por los crímenes cometidos”.
PRENSA APRESADA
Bruno Brasil, periodista, técnico en documentación e investigador de la Biblioteca Nacional, recrea lo que fue la censura a la publicación Ex-, hacia fines de 1975 en Sao Paulo. La policía llega a la redacción para aprehender un número especial, decir que en adelante la revista no podría seguir circulando, y que sus responsables deberían comparecer a una sede policial. “Era tácito que la visita de los policías se debía a lo que había sido publicado en el número 16 de Ex-: la noticia, de primera mano, y un reportaje profundo sobre el asesinato del periodista Vladimir Herzog en los sótanos de la dictadura civil-militar”; “una ‘exclusiva’, ya que el asunto pasó desapercibido para el resto de la prensa brasileña. Cuando fue publicado, el número agotó su tiraje inicial, de 30.000 ejemplares, y también el segundo, de 20.000. En contrapartida, los raros anunciantes del periódico, por miedo, pasaron a cancelar sus anuncios, al paso que los lectores comenzaron a cancelar sus suscripciones”. Valiosa oposición a la dictadura, reconocida décadas después, Ex- fue la única publicación que, a diferencia de la “gran prensa”, tuvo un carácter “independiente e inconformista”. Dice Bruno Brasil: “es posible afirmar que la prensa de resistencia a la dictadura civil-militar brasileña, de la cual Ex- era parte, revelaba un trazo de legitimidad crucial. En ciertos aspectos, fue ella (y no la gran prensa, salvo excepciones, ya durante la redemocratización) que, en aquel período, siguió la tradición del primer diario brasileño, el Correio Braziliense (Londres, 1808), de Hipólito José da Costa, crítico de la Corona portuguesa en Brasil y editado, por esa y otras razones, en el exilio. Fue esta ‘prensa enana’ la descendiente directa de los pasquines panfletarios de crítica virulenta al Primer Reinado y de la prensa obrera y anarquista que circuló en Brasil entre las dos últimas décadas del siglo XIX y las dos primeras del siglo XX”.
Por su parte, Hugo Bellucco, Doctorando en Historia Social y profesor, sigue la división que en general se hace en dos períodos de la prensa durante la dictadura: de 1964 a 1968, anterior al llamado Acto Institucional nº 5 (AI-5), y el posterior. En el primero, se encuentran el semanario Pif-Paf y diversos diarios de la izquierda, y, en el segundo, un “momento en el que podemos identificar, sustancialmente, un movimiento: periódicos como Pasquim, Movimento, Versus, Extra, Opinião y Em Tempo fueron un verdadero fenómeno cultural y político, cuya importancia colectiva para una franja diversificada de sujetos sociales, posicionados tanto en la condición de lectores como en el de autores”. Mientras las redacciones de la gran prensa -Realidade y Veja- se alineaban con los gobiernos militares, otras figuras del periodismo inauguraban sus propios proyectos. Escapando de autocensuras, acomodamientos, y limitaciones de temas y lenguajes -e incluso muchos habiendo trabajado en esa gran prensa-, se “realizaron proyectos periodísticos más osados, desde el punto de vista gráfico, formal y político, como la intención de llevar al frente la tentativa de construir un espacio editorial que consiguiese reunir creadores de todas las franjas de la producción cultural más crítica e innovadora y cobijase a militantes de las diversas organizaciones de izquierda”. Así, todo un sector de periodistas insatisfechos, militancia de izquierda buscando “espacio de actuación en las condiciones políticas desfavorables de los años 1970”, e intelectuales universitarios identificados con el marxismo y/o el socialismo, fueron el núcleo de lo que Bernardo Kucinski llamó “aventura alternativa”.
METODOLOGÍAS, CENSURAS Y CONTROVERSIAS
Desde otro ángulo, Norberto O. Ferreras, Doctor en Historia y profesor de Historia de América, analiza las relaciones entre Estados Unidos y las dictaduras militares del Cono Sur, proponiendo “superar el nacionalismo metodológico” y enmarcando a Brasil en una situación política y económica internacional en donde el poder y la hegemonía norteamericana estaba cuestionada y contestada en África y Asia, al igual que en América Latina, donde había “un proceso de crisis y de crítica a los poderes establecidos”. Así, ni el golpe militar en Brasil fue algo propio, meramente “endógeno”, así como tampoco fue directamente ordenado y llevado adelante por la diplomacia y las órdenes de un poder externo: Estados Unidos. Proponiendo tomar “decisiones analíticas”, huyendo del Estado-nación como escenario privilegiado y único, Ferreras sostiene la combinación de elementos sincrónicos y diacrónicos, observando que la relación de Brasil y América Latina con Estados Unidos no provenía sólo del período de la Guerra Fría, o poco antes, sino de algo más lejos: una relación que ya comienza en el siglo XIX y, por lo tanto, hay que revisitar esa historia.
En “El Golpe de 1964 y la(s) censura(s) a los libros”, el profesor Flamarion Maués pone el acento en el AI-5, creador de una “cultura del miedo”. Siguiendo a Maria Helena Moreira Alves, destaca dos elementos fundamentales que la constituyeron: la censura y la tortura, y da como ejemplos de los primeros actos de los golpistas contra los libros, el cierre de Editorial Vitória, ligada al PCB, y la censura a los libros: ya en 1965 comenzó a circular una primera lista con 33 “libros de naturaleza subversiva”, entre ellos los de la editorial Civilização Brasileira (de Marx y Engels, por ejemplo), y O golpe em Goiás y Torturas e torturados. Tras el AI-5, a fines de 1968, se federaliza el accionar criminal: “la censura se volvió constante en la prensa, en la televisión, en la radio, en el cine, en el teatro y en la música. A partir del 26 de enero de 1970, el sector librero sintió más agudamente los efectos del cierre político, con la edición, del Decreto-ley nº 1.077, que extendía la censura previa a los libros”. Entre la reacciones y oposiciones al decreto militar, Maués destaca a Jorge Amado y a Érico Verissimo, quienes declararon públicamente: “en ninguna circunstancia enviaremos los originales de nuestros libros a los censores; nosotros preferimos parar de publicar en Brasil y sólo publicar en el exterior”.
Otros trabajos de El golpe de 1964: herencias y reflexiones siguen buceando entre la historia y la memoria, como “El golpe de 1964 y la vida política en Brasil”, de Luiz Costa Lima, y “La dictadura cumple 50 años: controversias”, de Daniel Aarão Reis Filho, entre otros más. Allí se sigue analizando el transcurrir histórico de Brasil, detallando y pormenorizando acciones y situaciones, así como las discusiones en torno al “doble carácter”, militar y civil, del Golpe y la dictadura. Una historia que (se) cuenta con sus particularidades, a la vez que resulta dolorosamente similar, hermanada, con las del Cono Sur y América Latina.