Después de las fotos, Nazareno Casero propone ir a un café ubicado estratégicamente en la esquina más cercana al Multiteatro porque al finalizar la entrevista deberá correr a la función de Jardines salvajes junto a Carlos Portaluppi, Vivi Puerta e Inés Palombo. Sin embargo, no se sentó en la mesa del café para hablar de esa obra sino de la película que estrena este jueves 5 y lo tiene como protagonista: Reflejado, dirigida por Juan Baldana (Los del suelo, Sean eternos) y basada en la novela del platense José Supera, Limpiavidrios (Reservoir Books). Casero ya había trabajado con el director en Los ángeles (2009) y habían hablado sobre la posibilidad de volver a encontrarse en un set.

"Cuando Juan me dijo que todo giraba alrededor de un silletero, me pareció una propuesta muy interesante desde lo narrativo y el lugar que elegía para contarlo –explica el actor–. Esta es la historia de un pibe que se cuelga de un edificio para limpiar los vidrios en altura desde afuera y yo tengo un problema: me gustan los desafíos. Así que inmediatamente pregunté si había que colgarse y a qué altura. La respuesta fue: 'Lo que te animes'". Casero aclara que la película no sólo aborda lo que implica un trabajo de riesgo como el de los limpiavidrios en altura sino también "todo lo que puede generar en la psiquis verte todo el tiempo al limpiar un gran espejo".

El actor dice que este trabajo "tiene algo de libertad porque los que están adentro pueden llegar a tener ciertas comodidades y otra contención, pero uno podría preguntarse: '¿Quién es más libre? ¿El que está afuera colgado o el que está laburando en una oficina escuchando todo el día un teléfono?'". En la primera escena, Alejo firma el contrato laboral y da los datos de su compañero de trabajo para el seguro de vida porque no tiene a nadie más. Ese dato define al personaje, una suerte de paria, un lobo solitario perdido en la gran ciudad.

–Hablabas de tu gusto por los desafíos. ¿Cuáles fueron en términos físicos? ¿No hubo dobles para estas escenas?

–No voy a mentir. Me sedujo bastante la idea de colgarme en altura. En algún momento hubo un doble porque trabajábamos a dos unidades por cuestiones de tiempo. En cine el tiempo es guita y muchas veces no hay ninguno de los dos, entonces hay que optimizar el trabajo. Me interesaba aprender y ver de qué se trataba. Nos coachearon silleteros y entendí que es un laburo de mucho riesgo. Soy nacido y criado en la ciudad de Buenos Aires y poder verla desde esa altura me parecía muy atractivo. Siento que estoy acá para poner el cuerpo, no le puedo escapar a esas cosas. Además, hacer las escenas le da una verdad al plano, tenés que mentir menos con la cámara.

Casero agradece que su agenda le permitió participar del proyecto. "A veces hay cosas que quiero hacer pero no me dan los tiempos", dice, y cuenta que ahora tiene tres trabajos simultáneos y está preparando una pelea para fin de año contra el actor español Jaime Lorente (La casa de papel) en el marco de Párense de manos, un evento de box que organizan los integrantes del programa Paren la mano. "Pelearse es algo muy íntimo, no tenés mucha noción de lo que pasa alrededor ni de cómo se ve. Tampoco sabés cómo vas a reaccionar ante esa presión pero me parece espectacular entrar a Vélez a pelear frente a 50 mil personas", confiesa Casero, a quien después de la función le espera un arduo entrenamiento en el gimnasio de un amigo.

En Reflejado lleva el protagónico pero tiene contrapuntos interesantes con otros personajes que aparecen de manera fugaz  y son intepretados por Juan Palomino, Nancy Dupláa, Germán De Silva o Luis Ziembrowski. "Lo que le pasa a este personaje va por dentro entonces son los otros actores los que tienen que meter los goles. Por momentos, yo tengo que hacer las paredes para que ellos puedan jugar y eso me encanta: trabajar con otros, conocer nuevas formas de actuación. En el caso de mi personaje, ¿cómo mostrás lo que le pasa al pibe por dentro sin caer en gesticulaciones exageradas?". Casero piensa la profesión desde un lugar lúdico y varias veces define su trabajo como "una aventura". "Ya casi tengo 40 años y a veces me pregunto: ¿no seré un boludo? Pero para mí hay algo de juego en todo esto", asegura.

Desde su óptica, Baldana tiene la virtud de "narrar lo urbano, eso que está un poco al margen": Alejo deambula por las calles porteñas, no tiene un lugar para dormir y encuentra su libertad en las terrazas. Hoy muchas producciones audiovisuales tienden a lavar la riqueza visual de las ciudades para universalizar los relatos pero acá ocurre todo lo contrario: el director expone la ciudad con sus matices, sus luces y sombras; en el film hay varios rincones reconocibles como el pasaje del Teatro Picadero, Plaza Lavalle o Tribunales. En relación a este punto, Casero subraya: "Soy porteño y me encanta, no reniego para nada. Buenos Aires tiene algo muy cosmopolita. Es un quilombo y a veces puede ser muy agresiva, pero también te invita. Por algo hay gente de todo el país que viene a estudiar, a trabajar o a descansar en sus vacaciones. Es una ciudad un poco salvaje. No me gusta caretearla: obvio que hay mugre, ratas, quilombo y es insegura en algunos lugares, pero está viva". El actor vuelve a un recuerdo de infancia: a los 8 o 9 años, cuando vivía con su familia en una casa vieja de San Telmo, iba a la terraza y saltaba las barandas para rodear la manzana y ver esa parte de la ciudad desde lo alto. "Creo que es lindo poder mostrar esa belleza salvaje", sintetiza.

En relación a la actuación, alude a cierta economía de recursos para la gran pantalla. y señala que el oficio se nutre de todos los lenguajes y registros posibles para un actor. Hoy trabaja en una comedia como Jardines salvajes (aunque aclara que no se considera comediante) y presenta una película como Reflejado, donde juega en un registro mucho más dramático: "Hace tiempo no hacía teatro y necesitaba ese entrenamiento porque ahí estás una hora actuando con todo el cuerpo, no hay plano corto ni largo. Si querés que la gente vea el plano corto, tenés que dirigir la atención hacia ahí. Se parece mucho al entrenamiento físico en el que tenés momentos para ejercitar distintos músculos".

¿Cuál es tu mirada sobre la situación actual de la actividad cinematográfica?

–Creo que estamos en un momento difícil, pero sería injusto decir que empezó el 10 de diciembre del año pasado. En 2023 nosotros hicimos una serie que se llama Impotente, la produjimos con fondos nuestros y es increíble la cantidad de desincentivos que encontramos para filmarla. Hace años que se viene rodando en Uruguay y eso tiene una razón. Si no vemos ese porqué, estamos en problemas. El teatro funciona porque tiene un montón de exenciones impositivas y ayudas para que eso suceda. No pasa lo mismo con las producciones audiovisuales. Me alegro de que estemos preocupados por esta situación porque hace tiempo viene aquejándonos y si no producís por medio de los entes estatales es muy difícil hacerlo.