El slogan gubernamental “de regreso al mundo” enuncia una realidad que la certifica la buena recepción del endeudamiento externo. Aunque se apuren a aclarar que no se puede vivir endeudándose eternamente; de momento: más deuda, más “pertenencia” al mundo. Condición necesaria: políticas “amistosas con los mercados”. En crudo y sin comillas: estropear el mercado interno. Instrumentos: regulación estatal favorable a la oferta y desfavorecedora de los trabajadores. Las finanzas globales premian a los buenos y punen a los malos. Examinar el albur financiero global de Hungría, Egipto e Irak, países atravesando situaciones no precisamente encantadores, desnuda que la amistad con el mercado es una coartada, otra más, para ganar la puja distributiva.

Viktor Orban, el primer ministro húngaro, líder del muy derechista partido, Fidesz, encarcela opositores, persigue inmigrantes, censura a la prensa, desarma los controles del presupuesto estatal; suma y sigue. Se ha declarado enemigo acérrimo de George Soros, el financista norteamericano de origen húngaro, al que le quiere cerrar la universidad que puso en marcha en la tierra de sus antepasados. El mayor partido de la oposición, Jobbik, está aún más a la derecha, blandiendo un antisemitismo y anticatolicismo militante. Los dos conforman la mayor parte de la Asamblea Nacional de Hungría. Este país, miembro de la OTAN y parte de UE, fue puesto en la mira, incluso porque se ha convertido en santuario de la ultraderecha europea. Paradójicamente, los húngaros, en su gran mayoría, son firmes partidarios de la UE. Los magiares están haciendo todo lo que no se debe, tanto como el presidente egipcio, Abdel-Fattah al-Sisi, que en vistas de la elección presidencial el año entrante, intensificó su represión a los opositores y disidentes y no se priva de censurar la Internet. Por la dudas, a mediados de año, Donald Trump, lo recibió en la Casa Blanca y elogió la forma en que “tomó el control de Egipto”.

En Irak, su presidente, el kurdo Fuad Masum, y el primer ministro el shiita, al-Abadi, resumen el equilibrio en la conformación del gobierno de un país atravesado por la violencia sectaria étnica y religiosa, en la que casi todo tuvo que ver la presión internacional, en medio del conflicto por la independencia del Kurdistan, que tiene en vilo a Irán y Turquía. El 17 de octubre las agencias de noticias informaban que los bonos de Irak, denominados en dólares con fecha de maduración 2023 y 2028, aumentaron ese martes, compensando las pérdidas del lunes, luego de que las fuerzas gubernamentales de Bagdad retomaron territorio de los kurdos en el norte de Irak, incluidos los campos petrolíferos alrededor de Kirkuk. ¿Bonos soberanos iraquíes cotizando en los mercados globales al ritmo de la puntería de los cañones? Si.

En junio, la buena alumna Argentina convenció a los inversores de comprar deuda a 100 años, mientras que el penoso Irak, en agosto, vendió Eurobonos por mil millones, casi a la par por el exceso de órdenes de compra: 6 mil millones. Egipto y Hungría también emitieron y planean seguir emitiendo estos bonos, en ambos casos por montos bastantes superiores. El rendimiento promedio para los bonos de los tres desangelados, es de algo menos del 7 por ciento anual. El bono a 100 años argentino ofrece un rendimiento que llega a 7,9 por ciento.

El mercado financiero global está muy “bullís” y eso lleva ya ocho años y medio. Es ese raid alcista al haber valorado todas las especies financieras, que de una u otra forma alcanzaron un cierto límite, el que prácticamente obligó a ir a buscar negocios a la periferia, y aceptar riesgos bastante más allá de lo aconsejable. Feo, sucio y malo, o bueno y prolijito, no importa. Lo que determina el riesgo relativo es lo que va a cada país de los emergentes de ese volumen chico para Wall Street pero importante para la periferia. La gran magnitud relativa de la deuda actual argentina y su proyección es la que la vuelve más riesgosa que la mala puntería de la artillería iraquí, el tóxico nativismo húngaro y el extraviado sentido democrático egipcio. No obstante, el volumen del endeudamiento externo argentino no puede disminuir por la propia lógica de la política económica gubernamental. Intríngulis de pronóstico reservado, mientras se aguarda que las nuevas autoridades de la Reserva Federal de Estados Unidos  logren manejar la tasa sin romper el juguete al que lo perciben enclenque. Si la FED lo logra o no, no es harina de otro costal.

* Economista de la Universidad Nacional de Moreno.