A unas pocas cuadras del Malba, rodeada por colegios ostentosos de nombres escoceses, iglesias ofrendadas a santos desconocidos por la plebe y embajadas de países exóticos, se erige la casa que alberga el estudio de los productores musicales Orodembow y 0-600. No tiene letrero que la identifique, ni nada por el estilo. 

De hecho, hay que tener cuidado al subir por las escaleras de la entrada, porque no anda la luz. Sin embargo, pese a su modestia y bajo perfil, ahí se manufacturaron algunos de los álbumes fundamentales del trap argentino. Al frente de la sala de control, en el living, hay una suerte de altar con lucecitas de colores en el que conviven imágenes de San Miguel Arcángel, de algunas vírgenes y de lo que el tándem llama “sus dioses de la producción”.

Ninguna de esas deidades de la música urbana norteamericana aún murió, aunque algunas de ellas estuvieron cara a cara con la muerte o trabajaron con artistas que ya no están en este plano. Destacan las fotos de Zaytoven, responsable de la estética sonora de Gucci Mane (pionero del trap); Scott Storch, quien alcanzó notoriedad en el mundo del hip hop por preferir usar música compuesta por él antes que apelar al sample; y Pharrell Williams, conocido en la Argentina hasta por el que no curte el palo. “Lo religioso fue gracioso porque se fue dando solo”, explica Orodembow. “No somos creyentes, pero en algo hay que creer siempre”. A lo que 0-600 añade: “Ellos aparecieron por lo celestial que hay en su sonido”.

A propósito de la simbología que gira en torno al ara, Casi ángeles, título que fue expropiado de la popular telenovela de Cris Morena para una cruzada aún más noble, es el primer disco de la dupla, que decidió firmarlo bajo el nombre del proyecto ORO600. Salió el 8 de diciembre del año pasado pero nunca lo presentaron en vivo. Es por eso que, para celebrar el primer aniversario de su lanzamiento, prepararon un show este miércoles 4 de diciembre en Deseo (Avenida Chorroarín 1040), a partir de las 20.

Y vaya que ese trabajo lo merecía porque se trata de una de las obras maestras no sólo del trap, sino también de la música urbana nacional. Sin embargo, el toque célico del repertorio lo dio un sample del Pastor Jiménez. “No es fortuito”, reconoce Orodembow. Alrededor de tres años duró la confección de este material digno de la arquitectura sonora, que además cuenta con feats de Neo Pistea, El Doctor, Pablo Chill-E, C.R.O., Saramalacara y la artista electrónica Lupe, entre otros.

“A mí me conocieron por la música que hice para terceros. Nunca pude mostrar lo mío y el disco fue un lugar para eso”, justifica 0-600. Y su socio ahonda: “Siempre nos sentimos huérfanos. Nuestros proyectos nunca tuvieron escena. Hoy en día, siendo productores y tras hacer música con muchos artistas que están recontra pegados, aún no encontramos nicho. Cada vez que algo empezó a caminar para salir de ese lugar, volvimos a sentirnos huérfanos. Nos juntamos porque no nos entendía nadie y para ver qué podía salir”.

  • ¿Y qué salió?

  • Orodembow: El disco es un orfanato. Por eso jodimos con lo de “Casi ángeles”, porque le pedimos a todos estos “basuroquios” que vinieran para hacer música nuevamente. La industria les lavó las caras a todos los raperos y nosotros volvimos a buscar la mugre que hay en ellos. Lo peor que nos pasó fue demorarlo tanto. Ni te imaginás las piedras que tuvimos en el camino, pese a que podría parecer fácil que nosotros sacáramos un disco. Si hubiéramos sabido que íbamos a demorar lo que nos demoramos en hacerlo, habríamos hecho sólo dos o tres temas. Debés tener una voluntad zarpada para sacar material.

Orodembow, álter ego del artista y productor sanmartinense Roque Ferrari, es precursor en la Argentina de la nueva impronta que experimentó la música urbana en este siglo. Una más lúdica y menos machirula. Su laboratorio sonoro Coral Casino, en el que compartió roles con la hoy también célebre Lara 91k, estuvo entre los primeros llamados de atención de lo que estaba por suceder con el género en esta parte del mundo. 

En tanto que 0-600, alias de Federico Arcade, le voló la peluca a más de uno porque en su manera de comprender y producir el trap y el hip hop no existían límites para nada. Quizá por su pasado en la música house. De lo que puede dar constancia uno de los himnos de la escena: Tumbando el club, de Neo Pistea.

Foto: Cecilia Salas

“La historia de cómo nos conocimos es buenísima porque la misma persona que me presentó a Lara me lo presentó a él”, evoca Orodembow. “Eso fue en 2015, en una fiesta que organizaron en un sótano de San Telmo. Nuestra amiga en común me decía que tenía que escuchar lo que él hacía. La verdad es que me daba embole. Pero cuando lo hice, me pareció que estaba re bueno. Al igual que yo, tenía un par de álter egos, lo que me dio risa. Aunque lo que más recuerdo era su finura para crear música. Y empezamos a hacer cosas juntos para Coral”. Casi en paralelo, 0-600 entró en contacto con Neo: “Eso me llevó a conocer al resto. Neo vino a casa y esa misma noche ya estábamos grabando”.

  • ¿Por qué les dio por dedicarse a la producción musical?

  • Orodembow: La producción para nosotros es crear ideas. Si lográs hacerlo, ya empezaste a ser productor. Un dato concreto, y esto involucra a productores más jóvenes, es que tuvimos que explicarles lo que significaba asociarse en SADAIC, y que cobren y peleen por sus regalías. Los ayudamos porque sentimos que se los iban a comer crudos.

  • ¿Ustedes buscan a los artistas o ellos los contactan?

  • Orodembow: Cuando arrancamos no existía el quién es quién. Los íbamos a buscar y tenías que demostrar además lo que hacías. Pueden pasar un montón de cosas siempre, pero tenés que saber identificar. Nosotros escuchábamos tanto, y no nos gustaba casi nada. Neo fue uno de los primeros que dio muestras de un sonido local. 0-600 entendió y vio algo ahí.
  • 0-600: Cuando hice el primer EP de Neo, era una rareza. Generalmente, se hacían los beats, se montaban y se acabó. Sentarme con el artista y descartar temas era algo atípico. En unos días sacamos Medusa y varias canciones más. Luego vimos que podíamos girar con eso y empezamos a tocarlo. Era todo muy marginal.

  • ¿Qué desencadenó el auge de la música urbana en la Argentina?

  • Orodembow: Omar (Varela) hizo ese clic con el tema Loca. Acá todos lo saben. Mueva Records fue el semillero del primer boom. Ellos ya estaban usando YouTube para captar a sus seguidores. No sabía que eso se podía hacer hasta que llegaron y empezaron a salir un montón de nombres que no conocía.

  • ¿Cómo capitalizaron ese momento?

  • Orodembow: Fue quizás el mejor momento de nuestras vidas. Había mucha plata de pronto, pero a mí no me tentaba eso porque lo que me gustaba era lo que pasaba. Esos pibes me dieron vida, 0-600 me dio vida, todos nos dábamos vida. Nos llamábamos casi llorando diciendo: “No puedo más”. Llegó un momento en que estábamos hechos pija porque no parábamos de laburar. No dormíamos, pero a la vez era increíble lo que vivimos porque no lo íbamos a vivir más: estábamos haciendo música.
  • 0-6000: Neo me hizo conocer a Ysy A y a Duki. Además, un día estaba en una plaza y adentro de uno de esos puntos reciclables sonaba Hello Cotto. Eso, y escuchar en la calle los temas que hicimos Oro y yo, me volvió loco.

  • ¿Por qué el rap no despegó como el trap?

  • Orodembow: Porque se encerró mucho. Quiso hacerse muy fuerte y sólido a partir de sus bases. Cuando ves que todo es una mierda y se vuelve comercial, y los mensajes se mueren en un segundo, querés cerrar la puerta y quedarte con los tuyos. Pero eso lo que genera es que quizá no podés conectar con otra gente que te pueda ayudar y que además es copada. En parte, eso es lo que nos pasa a nosotros dos: terminamos cerrando la puerta porque sólo queremos estar con la gente que nos hace bien.

Mientras los iconos de la música urbana local intentan reinventarse (incluso con banda) en pos de la prolongación de sus carreras, dejando de lado el autotune, el sample de la calle y la intención dance, ORO600 les sacó lustro a los recursos característicos del trap en las 13 canciones del álbum. “Cuando sos joven querés comerte todo. Pero no tenés resistencia al fracaso o a la caída”, reflexiona 0-600. Entonces Orodembow completa: “Podemos vivir de esto, comer y expandirnos gracias a la posibilidad que crearon. Al artista urbano, en general, le duele sentirse menos porque cree que al no tocar un instrumento no es músico. Eso lo entiendo, lo que no puedo comprender es cómo le vas a meter rock a un tema que hiciste en una compu”.

Foto: Cecilia Salas

  • ¿Por qué se mantuvieron estoicos?

  • 0-600: Porque queremos que la música que hacemos suene así.
  • Orodembow: Porque tenemos amor, identidad, bagaje y años en esto. Hay quienes tienen una cara visible y otros que no, entre los que estamos él, yo, Halpe y algunos mártires del género.

El disco debut de ORO600, acto soporte (DJ set mediante) de Travis Scott en el show que el rapero brindó en septiembre en el Movistar Arena, vio la luz en una época en la que los productores de música urbana tuvieron un protagonismo casi a la altura de los artistas a los que producían. Sin embargo, cuando el trap parecía que tenía los días contados, se atrevieron a demostrar lo contrario. “Como nadie lo hacía, salimos a defender el trap con este disco”, advierte Orodemobow. “Defendemos los beats, los productores y las voces, y entendemos que el trap y el rap buscan flows diferentes, contagiar el mainstream y el under, y seguir peleando por eso”.

  • ¿A qué se debe que no lo sacaran antes?

  • Orodembow: Venía de trabajar con Duki y 0-600 con Neo, y nunca nos veíamos, pese a tener este lugar.
  • 0-600: La pandemia nos ofreció ese espacio, e inicialmente iba a ser un compilado. Teníamos un montón de música que nos sobraba de artistas como Cazzu y Bhavi. Pero decidimos empezar de cero. A partir de revisar ese material, dijimos: “Si vamos a trabajar juntos, hagámoslo bien”.
  • Orodembow: En el disco queríamos mostrar algo diferente, ser alternativos de vuelta e hincharle las bolas a todo el mundo. Nos están obligando a hacer las cosas como Spotify quiere, y nosotros no nacimos con Spotify. El disco salió para demostrar que hay otras maneras de hacer las cosas. Esto va para largo. 


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