El actor Luis Machín pasó por los estudios de la 750 y dialogó con Víctor Hugo Morales acerca de sus comienzos en la actuación en su Rosario natal y lo que significa interpretar a Sigmund Freud en el teatro.
“Siempre sentí el llamado a la vocación y el deseo muy fuerte de actuar, porque considero que si no lo hago me va mal”, sostuvo el artista en La Mañana.
“Comencé en la escuela secundaria, en una adaptación de El avión negro, de Roberto Cossa. Hacíamos varias funciones y nos iba a ver toda la escuela. Ese fue el primer estímulo teatral. Y el primero en un teatro grande fue en el Normal N°1, en Plaza Sarmiento en Rosario, haciendo un recorrido desde la llegada de los españoles hasta el Rosariazo. Eso mostramos en una época donde los coletazos de la dictadura eran muy fuertes. Nos miraban raro”, recordó.
“En TV hice mucha publicidad. Cuando vine a Buenos Aires pagué la pensión con trabajos de publicidad. El primer contrato que tuve fue en Son Amores. Fue un personaje no protagónico, pero estaba ahí con Mario Pasik, hacíamos una dupla muy divertida. Ese fue el primero por el que se me empezó a conocer más en la ficción”, agregó.
La última sesión de Freud
En la actualidad, Machín lleva adelante el segundo año teatral de La última sesión de Freud, en donde interpreta al padre del psicoanálisis.
En ese sentido, recordó los comienzos de la obra, cuando interpetaba al otro personaje, C.S. Lewis.
“La hice hace 13 años con Jorge Suárez, que hacía de Freud y yo de Lewis. Ahora hago a Freud. Con Jorge la hicimos un año y medio y no podíamos seguir porque él tenía otros compromisos. Luego quisimos reponerla pero no se pudo, y a mí siempre me quedó eso”, dijo.
“A medida que pasaron los años a mí me dieron más ganas de abarcar el personaje de Freud. Y se lo comenté a (Daniel) Veronese", remarcó.
Y agregó: "Es el segundo año de la obra, la gente responde. Ahora estamos haciendo función domingos y lunes. El lunes pasado había 194 personas. Suscita un interés muy impresionante”.
“En la versión anterior estaba contentísimo con el personaje de Lewis. Era un seguidor de Freud. Un personaje contradictorio, pero cuando abrazó la fe, ahí se quedó. Freud tiene más prensa. La discusión que se da en la obra tiene que ver con los puntos de vista teológicos y científicos, pero es una discusión profundamente humana”, explicó.
“Mi discurso tiene que ver con el de Freud ahora. Abracé la religión católica hasta avanzada mi adolescencia, cuando empecé teatro. Conozco la vida de la religión, por decisión, no por imposición de mi familia. Hacer La última Sesión de Freud y hacerlo a Freud es agradecerle de alguna manera todo lo que siento que él hizo por mí”, cerró.