Desde Marrakech
La entrevista se lleva a cabo muy temprano por la mañana en el señorial hotel La Mamounia, uno de los más lujosos de la ciudad. El lugar donde se hospedan los invitados de perfil más alto y también los miembros del jurado del 21° Festival Internacional de Cine de Marrakech. En un salón apartado de los huéspedes, el grupo de periodistas se sienta alrededor de una mesa de madera maciza y en su cabecera hace lo propio Patricia Arquette, una de las nueve personalidades que asiste todos los días a las proyecciones de las catorce películas en competencia para discutir y elegir a los ganadores de los premios, que serán otorgados en una ceremonia de gala el próximo sábado.
Sin anteojos negros que oculten el celeste fulgurante de sus ojos, la actriz estadounidense conversa a lo largo de veinte minutos acerca de su carrera, con sus miedos y desafíos, y la labor de juraduría que la llevó a Marruecos. Aunque no se trata de una primera vez. “Siempre quise visitar este país, desde que era niña, pero las cosas nunca se alinearon. Finalmente estuve aquí hace un año y medio, aunque como turista, y me enamoré del lugar y de su gente. Ahora tengo la posibilidad y el honor de formar parte del jurado del Festival de Marrakech”.
La actriz de Escape salvaje, Boyhood y Carretera perdida comenzó su carrera en 1987, a los diecinueve años, participando de la tercera entrega de la saga de Freddy Krueger, Pesadilla 3, luego de un período en el cual dudó seriamente entre seguir la profesión actoral de su hermana Rossana (y la de gran parte de su familia) o estudiar para recibirse como partera. Con 56 años, su extensa filmografía como actriz cinematográfica supo también incorporar diversos papeles en series televisivas y otras producidas por plataformas de streaming, como la reciente Severance, de la cual en breve se conocerá su segunda temporada (en Apple TV+) y en donde encarna a una dura y fría ejecutiva, además de dirigir su ópera prima como realizadora, Gonzo Girl, el año pasado.
Respecto de sus tareas específicas dentro del jurado, compartido con nombres de la talla de Luca Guadagnino, Virginie Efira, Andrew Garfield y el argentino Santiago Mitre, la actriz considera que no tiene un preconcepto acerca de qué tipo de films debería ser premiado. “Documentales, ficciones… creo que lo importante es que la película me conmueva, me haga sentir cosas o me haga pensar. No me gusta poner las películas en cajitas o compartimientos. Al fin y al cabo, no soy mucho más que una parte de la audiencia, y si una película me hace cuestionarme cosas o incluso me hace pensar en mi propia vida, entonces cumplió su cometido”.
Respecto de sus compañeros de jurado, la actriz admite que los admira y respeta a todos. “Son todos extraordinarios en lo suyo, y estoy aprendiendo mucho a partir de sus puntos de vista”. Casi de inmediato las preguntas comienzan a girar alrededor de su extensa carrera, y lo primero que sale de sus labios es una confesión. “Siempre fui muy tímida y he luchado bastante durante mi vida con la codependencia, tratando de que todo estuviera OK con el resto de la gente. No me considero alguien valiente en el sentido tradicional, pero al mismo tiempo recuerdo que a los dieciocho años, cuando terminé la escuela secundaria, aún no sabía bien qué hacer con mi existencia. Sí sabía que la carrera actoral podía estar llena de fracasos y rechazos. Así que intenté ser una actriz, al menos para poder experimentar el fracaso, y luego seguir intentándolo. Me di a mí misma un año para hacerlo. Estudié, participé de castings, y muchas veces recibí en las audiciones respuestas horribles. Realmente, la peor devolución que uno puede llegar a recibir: ser el peor actor que alguien vio en su vida. Pero si bien eso me hizo sufrir, al mismo tiempo me permitió crecer, y finalmente conseguí mis primeros papeles”.
¿Qué cosas han cambiado en la industria audiovisual, para bien y para mal, a lo largo de estas casi cuatro décadas de carrera profesional?
-Ha habido tantos cambios. Cuando comencé a actuar las películas se filmaban en 35mm, y había que cargar y recargar la cámara con rollos de celuloide. Toda la tecnología ha cambiado. La iluminación es diferente, la postproducción es completamente diferente. La corrección de color, lo que la gente puede hacer con las computadoras. Si un sector del cuadro está demasiado oscuro se puede iluminar luego del rodaje. Ha sido muy extraño ver cómo han cambiado las cosas. Antes no existían las plataformas de streaming, apenas había algunas cadenas de televisión. Ahora hay cientos de canales y plataformas. Para bien o para mal… los dueños de muchas de esas plataformas son corporaciones, y las corporaciones se manejan a partir de algoritmos y análisis de costos y beneficios. No son necesariamente amantes del cine y en muchas ocasiones no toman riesgos. De hecho, su negocio se basa en no tomar riesgos, y eso, desde luego, va en detrimento de la industria.
Patricia Arquette ganó su único premio Oscar en la categoría Mejor Actriz de Reparto en 2014 gracias a su participación en Boyhood, el film de Richard Linklater rodado a lo largo de más de una década. La actriz recuerda que “fue una película muy personal. Yo fui madre soltera a los veinte y Richard fue un padre joven también. Nos conocimos en una fiesta hace mucho tiempo y conversamos acerca de eso, ser padres. Mucho tiempo después recibí un llamado suyo y me preguntó qué planes tenía para los doce años siguientes. Supongo, además, que ambos sabíamos qué significaba ganarse la vida y tener niños pequeños. Creo que también nos ayudó, de diversas formas, hablar de nuestras madres. Hay mucho de su madre en la película, y otras cosas autobiográficas. Ese rodaje fue maravilloso, porque la vida real formó parte del proyecto todo el tiempo. Ocurrieron casamientos, embarazos, nacimientos, muertes”.
Respecto de otro de sus trabajos más recordados, Carretera perdida, afirma sin dudarlo que se trató de la película más difícil de hacer. “Hay poca gente que pueda ser descripta realmente como visionaria. David Lynch es uno de ellos. Creo que es una película muy, muy interesante. Realmente, él no te dice demasiado cuando estás filmando, te da muy poca información. Recuerdo preguntarle si yo era dos personajes o un fantasma, y su respuesta fue un simple ‘¿Vos que pensás?’ Tuve que inventarme una lógica, y esa lógica tenía que ver con el hecho de que esas dos mujeres eran vistas a través de los ojos de un misógino. Algo ligado al subconsciente, además. David escribió el guion durante el largo juicio a O. J. Simpson, y algo de eso se filtró en la historia, eso de ver a alguien que comienza a creerse su propia mentira”.
La vida real en el cine y el cine como parte de la vida real. Arquette cree que es esencial para una actriz tomar riesgos, aunque suelen venir acompañados de miedos. “Creo que soy lo suficientemente testaruda, y si algo me da miedo no quiero parar, porque siempre se puede aprender algo de ello. Y suele ocurrir, eso de aprender algo de las cosas que te asustan. Por ejemplo, al aceptar el papel protagónico en Human Nature, el film de Michel Gondry, quería sacarme de encima el estereotipo de ‘ingenua’ que llevaba conmigo luego de varios roles. Era algo que me mantenía un poco confinada. Es cierto que actuar desnuda y cubierta de pelo no era muy atractivo. O por ejemplo actuar para la televisión, la serie Medium, cuando todo el mundo quería hacer solamente películas. ¿Por qué una serie no podía ser buena? Creo que siempre hubo una parte de mí un poco antiautoritaria, y cuando era joven algo un tanto punk. Una actitud problemática (risas).
-La serie Severance ha tenido muy buena recepción crítica. ¿Cómo definirías tu rol de villana en este momento de tu filmografía?
-Es interesante, porque cuando Dan Erickson escribió la historia de Severance él trabajaba en una fábrica de puertas. Básicamente deseaba olvidar cada día de trabajo, llegar a casa y olvidarlo todo. Un típico proletario marcando tarjeta de entrada y salida. De ahí surgió la idea central de la serie, y cuando la filmamos nos hallábamos en plena pandemia de covid-19, así que estábamos rodeados de plásticos, máscaras y escudos protectores. Y todos separados los unos de los otros. Además, el tono general de la serie es extraño, distópico. Recuerdo haber pensado que nadie querría ver algo así en esos momentos. Así que me sorprendió y me puso muy feliz que la serie tuviera tan buena recepción. Hay mucha gente que atraviesa situaciones de ese tipo, que está ‘separada’, que ha sido escindida (N. de la R.: ‘severed’ es la palabra utilizada durante la entrevista). Incluso la gente casada que tiene un romance vive algo similar. Los mentirosos, los criminales, sí, pero también la gente normal. No puedo anticipar nada de la segunda temporada, pero sí puedo decir que, en general, no llevo conmigo nada de los personajes que interpreto, o al menos eso intento. Pero de Harmony Cobel en Severance… no puedo mentir, hay un poquito de ella dentro mío.