Hubo catársis en medio de un silencio que inquieta. Un silencio matizado con un temor pocas veces visto a los escraches del Gobierno, fenómeno curioso en el polo de poder más importantes del establishment nacional. La primera reunión de la Unión Industrial Argentina (UIA) luego de la Conferencia Anual que fue vaciada por el Presidente Javier Milei fue un racimo de quejas por una recesión a la que no le ven fin, rechazo a la apertura importadora que extermina a las pymes, cuestionamientos al dólar clavado y una alerta: para la actividad, la temporada de verano será "de espanto". 

"Esto, en muy poco tiempo, va a ser un negoción para los importadores y una pandemia para los que producen y exportan", explicó en la mesa larga uno de los presentes en el mitín, según supo Página I12. En ese escenario, algunos admitieron que las industrias "van a preparar los galpones para guardar mercadería importada, sin dudas". Los que se sentaron a esa mesa fueron los integrantes del Comité Ejecutivo de UIA, entre ellos el presidente de la entidad, Daniel Funes de Rioja; el dueño de Sinteplast Miguel Ángel Rodríguez; el futuro jefe de la entidad y titular de la UIPBA, Martín Rappallini, el cafetero Martín Cabrales; Eduardo Nougues, de la azucarera Ledesma y el representante de los industriales de Santa Fe, el químico Guillermo Moretti. 

Alguien, en esa charla, recordó a Domingo Cavallo y el modelo de los 90, pero destacó que el problema es que, además de la apertura importadora, Milei "está totalmente en contra de la UIA, no quiere saber nada con la entidad y con las fábricas". Los más enfrentados al Gobierno por el asunto de las importaciones son, hoy, los textiles y los dueños de laboratorios, que fueron jaqueados por la intención del Gobierno de traer remedios importados de La India para intentar bajar los precios de los medicamentos locales. 

"Bueno, hagamos lo siguiente", planteó en este contexto uno de los empresarios de la mesa chica de la UIA. Y pidió que "preparemos todos, sector por sector, un pedido para entregarle al Gobierno". Esos papeles, según confirmaron fuentes de la entidad a este diario, será entregado, paradójicamente, a uno de los ministros que mayores medidas tomó contra la industria. Es que el martes próximo, este mismo Comité Ejecutivo de la UIA recibirá, para un desayuno, al ministro de Desregulación, Federico Sturzenegger. Luego de ese encuentro, a las 12, habrá una reunión para evaluar el evento

"Se va a armar lio, va a estar picante", sintetizó alguien que adelantó el clima de la reunión con Sturzenegger, que es impulsor de la importación de medicamentos, algo que les está poniendo los pelos de punta a los dirigentes de CILFA, la cámara de laboratorios nacionales. 

Los textiles pelean de frente

Mientras la UIA se queja puertas adentro, a la crisis le ponen el pecho casi en soledad los empresarios del sector textil. La Fundación Protejer, que incluye a los ceos grandes del sector, emitió un duro comunicado alertado sobre el efecto de las políticas libertarias. 

"Durante el año, la política macroeconómica del gobierno llevó a una creciente apreciación cambiaria, con devaluaciones mensuales (crawling peg del 2%) por debajo de los niveles de inflación. El valor real del peso ya alcanzó los niveles previos a la devaluación de diciembre de año pasado. Si comparamos el peso con el real brasilero, la situación es peor: nos encontramos en niveles previos a la crisis argentina de 2001 (cuando todavía estábamos en el 1 a 1)", expresaron. 

Agregaron que "esta decisión de política cambiaria tiene consecuencias sobre la producción local: crecientes costos en dólares, mayor amenaza de competir frente a productos importados y dificultades crecientes para colocar excedentes de productos en el exterior y abrir nuevos mercados de exportación en un contexto del 50% de capacidad ociosa". Asimismo, la cámara que preside Luciano Galfione, precisó que esto es "una realidad que, si bien afecta a todos los sectores productivos, genera mayores perjuicios en la industria nacional; debido a que esta última no posee ventajas naturales y que se encuentra expuesta a mayor competencia de productos asiáticos a precios de competencia desleal, con producción realizada en países que carecen de regulaciones laborales, ambientales y sociales, y tienen una menor carga tributaria asociada. Esto se agrava si vemos que Brasil transita el rumbo opuesto y lo mismo se perfila para China, nuestros dos principales socios comerciales".

Concluyen, además, que "dicho esto, no se debe menospreciar el costo para la producción local que tiene sostener una Argentina cara en dólares. Tal como lo hace el mundo, debemos cuidar el trabajo puertas adentro, sobre todo teniendo presente que ya partimos de una delicada situación social con más de la mitad de la población pobre, déficit de empleo de calidad y creciente desempleo. Lograr crecer con un tipo de cambio alineado a la producción es una forma de garantizar que se trate de un proceso sostenido y más inclusivo"