Al tiempo que las organizaciones sociales celebraron haberle torcido el brazo a la ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, que fue intimada a incorporar a 66 comedores de la Asociación El Amanecer de Los Cartoneros al Programa Alimentar Comunidad, en los barrios de la provincia de Buenos Aires hacen malabares para contener la crisis alimentaria, dada la retirada de la administración libertaria.

La Provincia, a través del Ministerio de Desarrollo de la Comunidad, incrementó el presupuesto de los programas alimentarios, pero el diálogo con la cartera nacional sigue siendo nulo, lo que repercute también en la asistencia para los comedores bonaerenses.

“Creció la demanda en todos los municipios, por lo que la política alimentaria se ha quintuplicado presupuestariamente. Hay un refuerzo del programa de Servicio Alimentario Escolar (SAE) y del Módulo Extraordinario para la Seguridad Alimentaria (MESA), que son los que atajan los problemas de la situación que estamos pasando. Obviamente que esto no resuelve las quitas que efectuó la nación, que recortó 7,8 billones de pesos”, describió el subsecretario de Economía Popular, Daniel Menéndez, en diálogo con Buenos Aires/12.

Según los datos de la cartera social bonaerense que comanda Andrés Larroque, desde 2019 a este año, el número de estudiantes que reciben desayuno o merienda creció de 1.722.712 a más de 2.500.000; y el servicio de comedor pasó de alcanzar a 575.000 personas en 2019 a más de 1.119.000 en 2024. Al mismo tiempo, la inversión pasó de 8.649 millones a 594.748 millones en el mismo periodo.

“La red de comedores quedó menguada. La Provincia sostiene una parte y los municipios ponen l suyo, pero la acción de Nación hizo que los comedores cierren”, planteó Menéndez, quien también es dirigente de la organización Barrios de Pie. Según su estimación, existen unos cinco mil comedores en todo el territorio bonaerense.

El funcionario destaca la existencia de la Asignación Universal por Hijo (AUH) y la Tarjeta Alimentar como mecanismo de transferencia de ingresos a las familias, aunque subrayó que si bien “en parte resuelve la quita de recursos a la organización comunitaria, lo cierto es que en el comparativo hay un ajuste brutal a la asistencia alimentaria pese a los aumentos”.

“La sociedad en su conjunto está muy golpeada; el golpe que significaron estas medidas del de Milei genera una situación muy difícil, la gente está mal y hay un esfuerzo enorme de la organización comunitaria, del gobernador y de los intendentes para que la situación no desborde, que haya un plato de comida”, planteó.

Pese a eso, señaló que el esquema de coordinación tripartito “está agujereado por la ausencia de Nación”, aunque “se hacen todos los esfuerzos para sostener a la comunidad” y aclaró: “No vemos que la situación pueda irse de madre porque hay mucho trabajo comunitario”.

“Con Sandra Pettovello hay cero contacto. Es una falta absoluta de coordinación porque hay una retirada”, sentenció Menendez, quien entendió que “la apuesta del Gobierno tiene que ver con esquema económico macro, destruir la industria a través de las importaciones, incorporar una parte de la sociedad al consumo y a los más humildes sostenerlos con la AUH para que no mueran de hambre, pero a medida que pase el tiempo y se destruya el empleo va a haber más tensión a la red de contención”.

El escenario dramático de la inseguridad alimentaria

La organización Barrios de Pie llevó adelante un análisis nacional de la situación alimentaria en barrios populares, bajo la coordinación de un equipo de médicos y de promotores comunitarios en salud. En el relevamiento, se incluyó a la provincia de Buenos Aires.

En los datos, a los que accedió este diario, se destaca que, el 87 por ciento de los hogares encuestados tuvo inseguridad alimentaria; el 60 por ciento bajo la categoría de “severa”, ya sea porque en el mes previo al menos una persona del hogar haya tenido que dejar de comer todo un día por falta de dinero o porque en ese mismo periodo al menos una persona del hogar haya sentido hambre pero no haya comido porque no había suficiente dinero u otros recursos para obtener alimentos.

Por otro lado, el 81 por ciento tuvo un menor consumo de proteínas que el año pasado, de los cuales 82 por ciento no compensaron aumentando el consumo de ningún otro tipo de alimento

De los hogares que pudieron compensar aumentando el consumo de otro alimento, el 76 por ciento aumentó el consumo de hidratos de carbono. En la muestra general de hogares solo el 4 por ciento refirió haber aumentado el consumo de proteínas con respecto al año pasado.

En otro plano, el estudio focaliza en el nivel de endeudamiento en que entraron los hogares y marca que el 74 por ciento de ellos tuvo que pedir dinero prestado o endeudarse para llegar a fin de mes.

Además, señalaron que de esos hogares, el porcentaje de inseguridad alimentaria ascendió a 97, siendo significativamente más elevado que entre los hogares que no requirieron endeudarse.

“Esta radiografía configura un escenario dramático de estabilización de la inseguridad alimentaria, que no evidencia mejoras desde la medición de marzo de este año, sino que se consolida una emergencia alimentaria severa mayor al 60 por ciento de la población encuestada y de una inseguridad alimentaria total que es del 87 por ciento de la población encuestada en barrios populares”, plantearon desde la organización.