Con una jornada de protestas en todo el país, que en Buenos Aires consistió en una marcha a la Plaza de Mayo, las dos CTA junto a otras organizaciones sindicales, sociales y políticas repudiaron al gobierno de Milei y llamaron a construir “un sujeto colectivo que tome en sus manos la movilización popular y enfrente al Gobierno”. A la convocatoria se sumaron los movimientos de la Unión de Trabajadores de la Economía Popular y de Territorios en Lucha. La CGT no participó, aunque sí fueron, desmigajados, algunos de sus sindicatos como los aceiteros, el Smata, La Bancaria y los gráficos. La izquierda también marchó, aunque con una columna independiente y con consignas diferenciadas.

Esta jornada de lucha fue el cierre de un proceso: estuvo precedida de tres meses de reuniones entre agrupaciones del campo nacional y popular que, aunque comparten su oposición al gobierno de Milei, enfrentan evidentes dificultades para encontrar cómo darle pelea.

Para las CTA, la marcha fue un paso más hacia su unificación. Los movimientos sociales se sumaron a la protesta sin dudarlo porque para ellos se trata de seguir calentando la calle (el próximo miércoles harán una jornada de cortes), aunque están conscientes de que no habrá cambios de fondo mientras que la cascoteada clase media no haga lo propio. Estuvieron también los organismos de derechos humanos.

El dato a buscar en esta marcha pasó a ser el de cuántos serían los cegetistas rebeldes. Hubo además otra novedad, la llegada de una columna de las agrupaciones políticas y sociales del peronismo bonaerense, referenciadas con el gobernador Axel Kicillof. Lo hicieron detrás de una enorme pancarta que anunciaba su procedencia, “Provincia de Buenos Aires”, con cientos de banderines con el nombre del gobernador. Kicillof no fue a la plaza, pero sí estuvo su ministro de Trabajo, Walter Correa.

Desde el palco, Hugo Yasky le dedicó una mención especial: “Walter Correa -que es dirigente sindical- llegó a ser ministro de Trabajo de la gobernación bonaerense representando a los trabajadores, mientras que el secretario de Trabajo de la Nación (Julio Cordero) llegó a serlo representando a Techint. Esa es la diferencia que marca que hay otra Argentina posible”.

La Casa Rosada y el poder económico

Los referentes de la jornada de lucha hablaron desde un escenario junto a la pirámide de Mayo. Los oradores principales fueron los dos referentes de las CTA, Hugo Godoy y Hugo Yasky. Los dos pusieron el foco sobre los grupos económicos que sostienen al gobierno de Milei, con un modelo que produce ganancias financieras y quiebras en el aparato productivo, y que aumentó la indigencia hasta llevarla al 18 por ciento.

“Días atrás los diarios publicaron las fotos de los empresarios más ricos de la Argentina: Marcos Galperín, Eduardo Eurnekián, Paolo Rocca… son los mismos que hoy gobiernan y le dan sustento a la bicicleta financiera con la que se llevan, a costa de nuestra angustia, la riqueza producida por los argentinos. Son esos ricos los que quieren gobernar”, dijo Godoy.

“Los más ricos del país son los que dan sustento a la bicicleta financiera que generamos los argentinos, y quienes viven y trabajan en nuestra patria. Son esos ricos los que quieren gobernar y no solamente para ganar más, sino también para pasarle una motosierra a lo que queda del estado social de la Argentina”, agregó Godoy. 

Yasky, por su parte, apuntó que Milei “convirtió la riqueza de la Argentina en un banquete, en el festín de los dueños del poder económico, mientras le niega el pan a los trabajadores”.

Sin represión, pero con verdugueo

Esta vez no hubo represión, aunque la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, desplegó un operativo en las calles del centro, como diciendo "acá estoy". Sobre la 9 de Julio y avenida de Mayo se instaló la policía de la Ciudad, frente al edificio de Desarrollo Social se desplegaron fuerzas de la Prefectura, y acercándose a Constitución montaron guardia vehículos de Gendarmería.

Igual que en otras marchas, el verdugueo policial se concentró sobre columnas de las organizaciones sociales: los piqueteros y piqueteras (en su mayoría eran mujeres) fueron a la plaza por la Diagonal Sur, en ese camino la infantería los mantuvo encajonados contra el cordón, para que ocuparan un solo carril de la calle.

La ostentación de fuerzas no tenía otro sentido que el de meter miedo. Y, de hecho, hubo personas que en lugar de marchar se quedaron en la 9 de Julio por temor a caer en una encerrona represiva.

Pero una vez que se salía de esa zona, ya en la plaza, el panorama estaba tranquilo y sin uniformados. El clima de la concentración parecía el de las viejas épocas previas a Milei en las que se podía manifestar sin ser gaseado.

Los organismos, la iglesia y la izquierda 

Los organismos de derechos humanos participaron activamente en la marcha. Adolfo Pérez Esquivel acompañó a los manifestantes, a pesar del sol del mediodía, hasta el lugar donde se realizó el acto, y más tarde Taty Almeida se acercó al palco. Terminado el acto, muchos manifestantes se quedaron en la Marcha de la Resistencia de las Madres de Plaza de Mayo (ver aparte).

“La Mesa de Organismos denunciamos a este gobierno que está arrasando con los derechos en muchos planos, y también en el de los derechos humanos vinculados a la memoria, verdad y justicia, ya que es un gobierno que busca la impunidad de los represores”, señaló Ana María Careaga, militante por los derechos humanos, sobreviviente del centro clandestino de detención Club Atlético.

Otro sector movilizado fue el de los curas villeros y en opción por los pobres y las iglesias evangélicas que trabajan en los barrios, que hicieron una oración ecuménica. “Es un atropello quitarle la comida a los comedores comunitarios y los remedios a los jubilados”, dijeron los oficiantes.

La izquierda fue a la plaza con una columna independiente, en la que planteó que la convocatoria de las CTA se quedó en lo simbólico. “Si no hay un paro nacional, no cambia nada”, sostuvieron. Y de hecho, marcharon llevando en la cabecera una pancarta con la consigna “paro general y plan de lucha para derrotar a Milei”.

Un mosaico de afectados 

En cuanto a la diversidad de sectores, se podía encontrar en la calle al muestrario de los afectados por las políticas de Milei: trabajadores estatales, docentes, PyMEs, estudiantes universitarios, jubilados, productores de la agricultura familiar, clubes de barrios, trabajadoras sociocomunitarias y de cooperativas, trabajadores del sector aeronáutico y de los hospitales. 

Todos dieron sus luchas en este primer año de gobierno libertario; muy pocos la ganaron. "Yo no creo que haya habido poca resistencia" dijo consultado sobre el punto José Testoni, docente, titular de la CTA Autónoma de Santa Fe, que llegó a la marcha con una delegación de su provincia en la que estaban representados todos esos sectores. "Resistencia hubo mucha", opinó él, "lo que no hubo fue una salida política. Nos falta esa construcción. Y aún así, hay que salir igual, hay que darle un mensaje a la sociedad para que salga. No podemos darnos el lujo de que se instale la idea de la resignación".