"Los días perdidos/ no tienen memoria/ son mudos testigos de inapetencia/ esperas interminables/ ideas y palabras nunca dichas/ emociones sin nombre", escribe Amalia Ortega Rodas en Los días perdidos (2013), videopoema con música de Aestrid Byrne. Es una de las obras que pueden apreciarse hasta el 17 de diciembre en los tres túneles del Centro Cultural Parque de España (Sarmiento y el río) como parte de la exposición colectiva itinerante Feminis‑arte IV. Mujeres y narraciones estéticas genéricas, con curaduría de Margarita Aizpuru.
La muestra presenta el trabajo de 18 mujeres artistas españolas y de diversos países de Latinoamérica. Como aporte local, incluye en la vitrina de ediciones al fanzine Femme Fetal, de Marianela Luna. Un ciclo de cine político que culmina este jueves a las 18 junto con una jornada de cine documental sobre la violencia de género completan las actividades con que el CCPE aporta a la toma de conciencia en el marco del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. El #25N tuvo lugar el sábado pasado, conmemorando el 25 de noviembre de 1960, cuando el dictador Trujillo hizo matar a las tres hermanas que valientemente encabezaban la resistencia contra su tiranía en República Dominicana: Minerva, Patria y Dedé Mirabal.
La violencia contra las mujeres puede asumir formas brutales, como el destrozo de los cuerpos de aquellas tres militantes o los que investiga Ambra Polidori (México) en sus piezas gráficas. También, formas sutiles, como las que denuncia el videopoema citado al comienzo de esta nota: el confinamiento en el ámbito privado y la resignación a la pasividad de la espera ante la prohibición consuetudinaria de ser proactivas en las relaciones. En este sentido, el cine de Hollywood ha hecho un maligno aporte a través de películas como Atracción fatal, que pervierte categorías construidas desde el feminismo, volviéndolas contra sí, para criminalizar a la mujer deseante. La artista española Carmela García levanta el guante de esta agresión simbólica en una ficción gráfica, Casting, donde entre otras estrellas presenta a Glenn Close (la villana del film) encarnando a la librera y editora Sylvia Beach. Los nombres de las actrices, sumisas a la industria cultural, son más conocidos para el público que los de las pioneras culturales a quienes supuestamente representan en una película que no existe.
Si bien las obras de Cristina Mejías y de Teresa Rebuffo remiten a las labores domésticas naturalizadas como femeninas, otras artistas de la exposición indagan también en actividades tradicionales de las mujeres que no necesariamente refuerzan el patriarcado sino que pueden obrar como formas de resistencia. Marisa González investiga los textos inscriptos en swahili en las kangas (vestidos rectangulares) de las mujeres musulmanas de Africa. La videasta y performer brasileña Beth Moysés rescata y reformula estéticamente elementos de diversas prácticas mágicas (el endulzamiento, la costura sobre carne y el enterramiento, de la brujería; el círculo de las ceremonias chamánicas y los vestidos blancos de los sincretismos afroamericanos) para crear y dirigir ritos comunitarios sanadores de psicomagia, destinados a denunciar la violencia emocional y física que sufren las mujeres.
El cuerpo femenino es representado mediante estrategias que lo liberan de su lugar de objeto obligado de goce para el hombre y lo restituyen en el lugar del sujeto de la mirada. El desnudo femenino es tratado con sereno pudor en el arte cyborg de Marina Núñez; como texto inscripto en el cuerpo en un autorretrato simbolista rojo shocking de Marina Rodríguez Vargas (cuyo título es una frase latina que significa "No me toques"), y como exitosa acción política contra la negligencia médica en Proyecto 730, de Mara León. (El título cuenta los días que se le exigía esperar a la autora para la reconstrucción mamaria luego de una mastectomía). La bailaora flamenca Cristina Hoyos toma la cámara para registrarse en Cuarto de oro, un video de María la Ribot. La danza clásica se lee como alegoría de la esclavitud en otro video: 7,1 kilos, de la ecuatoriana María José Argenzio. Los pies torturados que se representan no son sólo los de la bailarina sino, escondidos entre una cortina de sanguíneas amapolas creada por Paloma Navares y titulada Flores a Ruanda, los pies vendados de las niñas en la China.
Una hibridación insólita se da en las viñetas bordadas de Anna Jonsson, que combinan el tradicional bordado con lentejuelas y el lenguaje del humor gráfico contemporáneo; María Cañas recurre al fotomontaje de materiales encontrados para desacralizar tradiciones patriarcales. La colombiana Natalia Granada advierte sobre los horrores del matrimonio en una impactante instalación multimedia.
Uno de los videos de la mexicana Teresa Serrano carece de imagen por un error técnico que pasó inadvertido. Se pierde en la traducción de un video de Mar García Ranedo una referencia a las obras firmadas por mujeres que quedan sepultadas en los depósitos de los museos: las obras, no las autoras, aunque esta otra posibilidad resultó verosímil.