Algo viejo, algo nuevo, algo prestado            8 puntos

Argentina, 2024

Dirección y guion: Hernán Rosselli.

Fotografía: Joaquín Neira.

Montaje: Hernán Rosselli, Federico Rotstein, Jimena García Molt.

Intérpretes: Maribel Felpeto, Alejandra Cánepa, Juliana Simoes Risso, Leandro Menéndez, Hugo Felpeto, Javier Abril Rotger, Marcelo Barbosa

Duración: 100 minutos.

Estreno: sábados a las 20 horas en el Malba

Diez años después de su estupendo primer largometraje de ficción, Mauro, premiado en el Bafici 2014, el director argentino Hernán Rosselli vuelve al lugar del crimen: el conurbano bonaerense, allí donde las fronteras de lo legal se borronean hasta quedar disueltas. Esa periferia es las que ahora Rosselli vuelve a explorar en la extraordinaria Algo viejo, algo nuevo, algo prestado, que tuvo su estreno mundial en la Quincena de los Cineastas del Festival de Cannes y que a partir de este sábado llega a su estreno local en el Malba.

Si en Mauro el protagonista era un joven tornero de la zona de Bernal que completaba sus ingresos “pasando” algunos billetes falsos, aquí en Algo viejo, algo nuevo, algo prestado el relato se vuelve coral: hace años que la familia Felpeto maneja el negocio de las apuestas clandestinas en la zona de Lomas de Zamora, Temperley y Turdera. Pero cambios en la cúpula policial y judicial ponen en riesgo el emprendimiento, al tiempo de que la sola posibilidad de que un oscuro secreto paterno salga a la luz va minando la confianza del grupo.

Como ya sucedía en Mauro, pero ahora llevado a un extremo de complejidad narrativa notable, el nuevo film de Rosselli hace casi imposible distinguir qué elementos provienen de la más cruda realidad y cuáles son producto de una sofisticada construcción ficcional. Eximio montajista (su profesión regular), Rosselli incorpora a las escenas que él mismo puso en escena y rodó, materiales de cámaras de seguridad y viejos registros familiares en VHS de los Felpeto, que le dan al relato una extraña densidad emocional. Ese dispositivo, sin embargo, no sería suficiente si no fuera por la magnética presencia en cámara de Maribel Felpeto y Alejandra Cánepa, como la hija y su madre (lo son en la realidad), que mantienen un vínculo que parece indisoluble hasta que –en la ficción al menos- una antigua duda se instala en la conciencia de Mari, como una espina dolorosa.

Suerte de Buenos muchachos en versión femenina, suburbana y "lo-fi", Algo viejo, algo nuevo, algo prestado trabaja los temas de la lealtad y la traición en distintos niveles. Puede ser a nivel institucional (“Nosotros somos un negocio familiar”, le dice la madre a su comisario de confianza, que le responde: “Sí, pero es un negocio que maneja mucha plata”), pero además a un nivel íntimo, personal. “La familia es una cosa, y el dinero es otra”, también escucha la hija Mari, una afirmación que tendrá muy en cuenta. Como en Mauro, la plata es en Algo viejo…  de una materialidad tangible (los billetes que pasan de mano en mano y que se cuentan una y otra vez), pero también un capital simbólico, porque el dinero funciona como instrumento de legitimación social.

Algo viejo, algo nuevo, algo prestado tiene una verdad que va más allá de la mera verosimilitud cinematográfica. A esa autenticidad de personajes y ambientes Rosselli le suma a su vez una dimensión sutilmente política, en tanto el apogeo de la "famiglia" Felpeto se produce en plena eclosión del menemismo, cuando tener la primera “camcorder” del barrio era sinónimo de ascenso económico y social. Y luego, a esa capa, el director le añade otra, de una rara, profunda melancolía: la de un pequeño mundo en el que –a pesar de una violencia siempre latente- parecía reinar la armonía, y que sin embargo empieza a resquebrajarse de manera inexorable.

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